Manzanares - Ciudad Real

Hace tiempo, mucho tiempo, he oído diversas y variopintas opiniones y/o ideas de lo que representa el estado del bienestar y sobre todo los malos resultados finales que al mismo se le auguran desde casi todos los sectores sociales, unos por absoluto desconocimiento y otros por absoluto interés económico en el mismo.

Es el momento de debatir y poner las cosas en claro ante la ciudadanía con el propósito último de que los políticos, que libremente hemos elegidos, puedan tomar las decisiones más acertadas con respecto al asunto.

El método de cuotas por el que se nutre el sistema de pensiones es, simple y llanamente, caduco. Debemos dar un paso hacia el futuro.

Considerando la habilidad del empresariado en general por ahorrar costes, que siempre es de agreadecer desde el punto de vista de consumidor y/o usuario, resulta que el menos competitivo desde el punto de vista económico es el que más dinero aporta porque es el que más trabajadores emplea.

Sólo nos queda la forma de financiación del sistema, mediante una política auténticamente progresiva desde el punto de vista fiscal.

La empresa y el trabajor han de aportar, únicamente, las contingencias que deben proteger por el hecho de ejercer una actividad económica-productiva. El resto es contaminar el sistema para enredarnos el discusiones interesadas.

La cuestión política de la economía-demográfica es vital en este tema, sin demagogías y sin generalidades.

Si acertamos, las futuras generaciones nos lo agradecerán.

Sí, nuestro sistema está en crisis y todas las distintas soluciones que se están planteando van en la misma dirección, en recortar derechos de los trabajadores, como si los trabajadores fuesen los culpables de la crisis. Es evidente que no podemos competir con Asia ni con América del Sur, pues los costes laborales de esas zonas son muy inferiores a los costes laborales de Occidente, pero la solución nunca puede ser recortar el poder adquisitivo de los trabajadores, tal y como propone el presidente de la CEOE, principalmente porque eso repercute negativamente en el sistema, si baja el poder adquisitivo de los trabajadores también se reduce el consumo, perjudicando a las empresas.