EL ABORTO Y LA MUJER Ayer, en El economista EL ABORTO Y LA MUJER El aborto consiste en matar al feto. Matarlo, porque es un ser vivo. Y un ser vivo humano, en el caso de la ley, no una vaca o una comadreja. La bien comprobada propensión de ciertas ideologías al asesinato adquiere aquí un rasgo especialmente atroz, porque el ser humano en gestación no puede protestar, muere forzosamente en silencio. A los políticos progres les da igual. Peor, la masividad creciente del hecho les parece un signo de progreso. Además, ese ser vivo no viene solo de una madre, sino también de un padre, a quien los abortistas dejan por completo de lado y niegan todo derecho, contra el más elemental sentido de la justicia, un delito añadido a otro. Porque el abortista carece de una visión y una moral de la familia, de hecho propugnan la destrucción de esta. La eliminación de la responsabilidad paterna es una causa cave de la extensión del aborto. Hipócritamente, esta gente invoca casos extremos en los cuales el aborto estaría justificado. Por supuesto, hay casos extremos en todo, y la prohibición del homicidio no excluye la legítima defensa o la defensa del propio país. Pero los abortos, en su inmensa mayoría, no proceden de ningún caso extremo. Su enorme número nace de un concepto de la comodidad y de la difusión de una ideología que presenta tal crimen como un derechos y trata con esa monstruosidad de seducir a las mujeres, usurpando con mentalidad totalitaria su representación y hablando en su nombre con perfecta indecencia, como los comunistas hablaban en nombre de los obreros y sus supuestos derechos "revolucionarios". Se trata de la ideología llamada "progre" y feminista. Una ministra del PSOE comentaba con desenvoltura, años ha, un aborto suyo en Londres, tras el cual "Me fui de compras porque de alguna manera irse de trapos cura las depresiones". Para la mentalidad de esta gente, ahí acaba el problema. Y esa gente hace la ley.
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