ACERCA DE LA INDIFERENCIA "Es claro que no puede haber indiferencia, si no es en ausencia de creencia. Uno puede ser indiferente por convicción o por pereza. Al indiferente de convicción preguntaría ¿Cuál es la idea que lo aisla, que lo separa de los deberes y que mata su acción? Sí se profesa la indiferencia por convicción, es porque se cree que esa idea es la mejor, luego al ser indiferente, ha habido preferencia, porque se ha elegido. Ahora ¿qué es lo que puede motivar esa preferencia dada a la indiferencia? Sí se cree mejor la indiferencia ha habido aplicación de la idea de superioridad o de bondad. Y yo pregunto ¿es preferible la doctrina que todo lo acepta o lo niega, sea el bien, sea el mal, lo justo, lo injusto, lo bello y lo feo? ¿Hay superioridad en someterse a todo régimen, en doblar la cerviz, abdicar el derecho, sea a un papa a un emperador, o a un bandido? Ser indiferente por fuerza, es confesar una falta. Nada tenemos que decir al indiferente de mala fe. Pero la indiferencia es una máscara su verdadero nombre es egoísmo. Dudando o abatiendo el espíritu, no queriendo luchar contra la fatalidad o el crimen triunfante, nos abandonamos al sentir, y sólo creemos en la sensación. Esta es la última consecuencia de todo sistema de indiferencia. La cobardía para luchar, viene enseguida a dar el aspecto de doctrina, a lo que en el fondo no es sino una abdicación. No demos autoridad a la indolencia, ni pretendamos justificar el cansancio, a las decepciones de algunos momentos de la vida. Ese dolor interno, ese abismo de |