Grazalema - Cadiz

Vengo de los corrales, y desde allí estoy oyendo una carcajada de Vicente el “Piro”, que se jacta de haber ganado esa mano a las cartas.
Por este tiempo suelen poner en la puerta de la Bodega dos o tres mesitas, a las que el buen hacer de Diego el carpintero ha tenido que empalmarles al menos una cuarta de pata de madera, para compensar el nivel de la calle, estas mesas suelen estar muy disputadas para echar la partida hasta bien entrada la madrugada, y me consta de muy buena fuente, que las perras vuelan de una talega a otra en el tiempo que canta un gallo.

Paco el de la Bodega me pone un vasito de vino tinto, y unas aceitunas partidas.

No pruebo las aceitunas, y me esta costando Dios y ayuda tomarme el vasito de vino, tengo un nudo en la garganta que apenas me deja respirar, no puedo levantar la vista de la gorra que he dejado sobre la barra de mármol blanco repleto de picotazos y desconchones.
No quiero hablar con nadie, no quiero que vean mi congoja.

Paco esta subido sobre un banquete pequeño de corcho, asomándose, casi con todo el cuerpo dentro de un tonel de vino, de los que están en el lagar, dejo el dinero sobre la barra, recojo la gorra, y miro a mi alrededor:
dos únicos cuadros (los dos torcidos) que tiene por decoración, el techo despintado, las botellas polvorientas, y algo en mi interior me dice que quizás esta sea la última vez que pueda ver la Bodega.

Todos los del tute, asienten con sus cabezas cuando levanto la mano para despedirme, con lágrimas en los ojos me encamino a la Alameda, y escucho a lo lejos, las voces de mis paisanos que me desean suerte.

Este recorrido breve se me hace eterno, ¡por que quiero que se me haga eterno!, voy mirando cada casa, cada reja, ventana, o puerta, me paro en frente de La Plaza de Abastos, y lo que mas deseo en el mundo es que en mi cerebro se quede grabada la imagen de aquellos escalones de piedra, donde una tarde como esta, me di mi primer beso de chiquillo, con Lola, una rolliza quinceañera que me aventajaba en Años y sobre todo en experiencia, recuerdo como corrimos, llorando de risa, cuando Juan Lara empezó a regañarnos por besarnos furiosos en su misma puerta.


CONTINUARA...

Genial...
Hazte un blog eh!! Hazlo de verdad!! jajaja seria genial que todas estas cosas las contaras ahí!
www.blogger.com toma esa pagina, hazlo si quieres por ahí! Animo!

Gracias por hacernos este regalo. Me he "enganchado" a la historia. Besos.

Con este relato que nos cuenta,hay gente que de algun modo nos vemos reflejados en el.Yo,al igal que muchos otros grazalemeños (como usted) he tenido que irme del pueblo para buscarme el pan.El 1 de Noviembre va hacer 10 años que me fui con mi familia del pueblo y aunque voy muy a menudo sigo añorando el vivir en el pueblo.Vas y echas en findesemana con la familia,los amigos,......pero no es lo mismo.
Pero bueno,almenos me consuela que vivo a una escasa hora y media,y si lo miras asi no esta tan lejos.
De nuevo te felicito por ese estupendo relato.

RANCIO