Foro- Ciudad.com

Villanueva de la Sierra - Caceres

Poblacion:
España > Caceres > Villanueva de la Sierra
30-01-09 15:58 #1705335
Por:izquierdo

Pedrito, un muchacho diferente.




La peripuesta, altiva y orgullosa madre, no deja que Pedrito, su hijo primogénito y heredero salga a jugar a primeras horas de la mañana la calle como hacen los otros muchachos del lugar y amigos de su edad, porque no quiere que se revuelque y arrastre por el suelo, se suba a las paredes y salte por las peñas, no sea que se ensucie o manche la ropa con el polvo, la tierra, el de barro o lo que sea, no sea que se vaya a “descuarajingar”.

Todo se reduce y simplifica a que la estirada y peripuesta madre, no quiere que el muchacho se trate y relacione con zagales de semejante calaña y ralea.

El pobre e infeliz muchacho tiene la mirada lánguida y tristona, es apocado, adusto, receloso, tímido, introvertido…

¡Muy poquita cosa!

Su padre un poco bruto y rudo, como por lo general son todos los hombres de campo, es sin embargo, consecuente, trabajador, recio, tarambana y un poco mujeriego, que por azares, circunstancias y razones de la vida, difíciles ahora de comprender y explicar, se matrimonio un buen día con ella.

El amanerado comportamiento del muchacho le produce de continuo enfados y cabreos por su escaso y débil carácter, lo melindroso y afeminado que es, que hasta en los andares se le nota, cuando a él le gustaría que fuera todo lo contrario, un muchacho nervioso, inquieto, brutarate, tosco, varonil, “tirao palante” y más indomable que un “belorto”.

Le reprocha y recrimina en su propia cara, haciéndole saltar siempre las lágrimas, que es un verdadero “ mangria” que no tiene espíritu ni “albelia para ná”, y que como no consiga cambiar va a parecer más de la otra acera que un palomo cojo.

Todo ello es consecuencia lógica y culpa de los excesivos desvelos, mimos, caprichos y atenciones que su permisiva madre le consiente y da.

Por está razón el obediente zagal, cuando le dejan salir, no juega al guá, al pío, al burro, ni a los zancos y mucho menos aún es capaz de llegarse y perderse hasta el arroyo para jugar a levantar presas y pantanos, y con sus propias manos coger las piedras y amasar el barro de sus orillas, y con unos trozos de madera o latón hacer las compuertas para embalsar y retener el agua, y cuando está sube, a punto de rebosar y reventar los muros de la presa, levantarlas y dejar salir, como si fuera un caudaloso río desbordado, la ingente cantidad de agua acumulada, que arrasa y se lleva por delante todo lo que encuentra a su paso.

Va siempre impoluto e inmaculado, el cabello bien peinado con su rayita a un lado, su camisita limpia y “planchá,” los cuellos y puños de sus mangas almidonados, los tirantes colocados en su sitio, los pantalones pulcros, sus calcetines blancos hasta media pierna y los zapatos de “gorila”, anudados los cordones, lustrosos y brillantes.

Como se suele decir en el refrán, “va más limpio y aseado que un San Luis”

Quizás por ello, dispuesto a mantener sin manchas y lamparones su siempre limpia, aseada, presentable y coqueta vestimenta y no contradecir ni molestar a su madre, no es raro verlo jugar junto a las niñas, a las muñecas, las chapas, los botones y la taba cuando le invitan y llaman.

Sus manos son finas, de dedos delicadas, largos, cálidos, suaves al tacto como la piel del melocotón y el alabastro, uñas bien cortadas sin rastro de “padrastos”, mugre o roña que se vea.

Con paso corto, remolón y marcado disimulo se acerca hasta el lugar de la plaza, donde se encuentran reunidas y sentadas en corro las muchachas, sobre el espacioso y encementado suelo que hay entre la empedrada acera, con ligero desnivel, que va desde el comercio de tío Abraham hasta la reja de la droguería de tía Primitiva, siempre llena de macetas y de flores.

En frente queda el cuartel, la casa de Durán y Casasola, a la derecha las cuadras y corrales de San Juan y la taberna de tía Sofa, a la izquierda el pilar, el edificio del ayuntamiento con su austera y lúgubre cárcel y también se deja ver de refilón, la esquina de ladrillos rojos de la solitaria casa y taberna donde vive tío Aquilino.

Eso si, antes de arrellanar el culo en el suelo, saca su planchado e inmaculado pañuelo moquero, recuerdo de la primera comunión, y con exquisita sutileza lo despliega y extiende, sentándose encima, para no manchar la culera de los nuevos pantalones tiroleses, estrenados en las recientes fiestas de carnavales, que le compró su madre en una encopetada y conocida tienda placentina el día aquel que fueron en la empresa de viaje a la ciudad de consulta y visita al médico de pago.

Ellas andan metidas y enfrascadas en sus continuos avatares y tareas y las típicas y zalameras discusiones femeninas, sobre ¿dónde van a montar los puestos y tenderetes para jugar?

No faltará entre ellos, el simulado comercio de telas, vestidos, zapatos, botas katiuskas, bragas, medias, calcetines, camisetas y calzoncillos de felpa; la tienda de comestibles donde se vende a granel las conservas de chicharro en lata, las bacalás, el café, azúcar, garbanzos, judías blancas, “chichares “, lentejas y los botes de leche condensada “ la Lechera” o la consabida farmacia del lugar, donde acudir con la receta a por las medicinas, aspirinas, bicarbonato, vendas, “esparatrapo”, y los socorridos y milagrosos parches “ Sor Virginia” para calmar la tos “perruna” del pecho y curar el molesto resfriado.

A ratos, no muy a menudo, de vez en cuando se levanta, abandona el corro, coge el guía y la roanga, que le hizo en la fragua de las traseras del Posito y regaló un día su tío Marcelino, el herrero, con maestría y arte de consumado de experto conductor, da unas cuantas vueltas a la plaza y sus inmediaciones.

Otras, si cree encontrarse fuerte y animado, baja la cuesta de la calle Larga hasta el pilar del Llano, le das dos vueltas, para, acerca al caño, hace un bochinche y se llega hasta la próxima laguna del Lejio.

Allí, se acerca cauteloso hasta los bordes del agua, procurando no mancharse de cieno y barro los zapatos, busca unas piedras más o menos llanas y lanzándolas de “roblazo” intenta alcanzar los márgenes de la otra orilla, cosa que nunca consigue, o intenta tirarlas casi horizontales, bajas y la altura de la cintura, procurando cortar el agua y de que su piedra sea la que más ondas y saltitos hace.

Antes de proseguir su rutinario quehacer y correr trás la roanga, arranca unos juncos, se sienta por descuido en el verde suelo para descansar y se hace una cachiporra con la que juega y parece que amenaza a otros críos más pequeños, pero no.

Después sigue calle arriba, pasa por la puerta donde vive el maestro don Lorenzo, las escuelas de los mayores, sube hasta la puerta de la tahona, y sale a la plaza junto a la esquina del cine, para regresar al mismo sitio, junto a las muchachas jadeando, con la lengua fuera, casi sin respiración, sonrojado, cansado y agotado.

Hubiera querido llegar hasta la cerca y llana plazuela de la fuente del Palacio y la polvorienta calleja del Sagual, atravesando el arroyo de Cagancha por su puente hasta el camino de la Frontera, pero las escasas fuerzas de sus canijas, débiles y flacas piernas no le alcanzan y dan para tanto esfuerzo.

Es despreocupado e ignorante en asuntos y cosas que no le llaman la atención; en otras por el contrario es muy cuco, avieso, sagaz, observador y muy interesado.

Con el contacto, trato diario y el cotidiano compartir y participar en los juegos de muchachas, se empiezan a mostrar y aparecer en él, los primeros indicios y síntomas de rareza, seguidos de gestos, modales y comportamientos un poco amanerados más propios de mujeres.

Si le invitan y dejan, no duda en ponerse a vestir y desvestir, asiendo con sus gráciles y delicados dedos, los lindos vestiditos, mudas, ropitas y zapatitos, que visten los cuerpos de las frágiles y graciosas muñequitas con las que juegan las niñas, coger el peine, el espejo y los rulos como una auténtica peluquera y con inusitada destreza y primor colocarlos, para que se marquen y vean bien los bucles y permanente, o también el cocinar, dar la comidita a los muñecos más pequeños, como si fuesen sus madres o jugar a médicos y enfermeras.

Su abuela y demás vecinas le recriminan de continuo:
¡Anda, vete de ahí, que eso son juegos de muchachas!
¡ No seas mariquitoso!

Los demás muchachos le gritan y se mofan de lo mismo:
¡ Mariquita! ¡ Mariquita!


El los mira serio, callado, y en silencio, agacha la cabeza sin rechistar, da media vuelta, sonríe y sigue con lo suyo.

Con el rápido correr del tiempo, antes de acabar la escuela, su madre lo sacó lejos, a estudiar en un colegio de pago, y con el paso de los años se casó con una rica y acaudalada viuda forastera, quince años mayor, con la que como es de suponer no tuvo hijos.

El interesado y apañado matrimonio le sirvió para tapar y acallar las malas lenguas, los “dimes y diretes” de la gente y ocultar sus incomprendidos vicios y rarezas, apareciendo ante la vista y ojos de los demás como un verdadero señor y cabal hombre.
Puntos:
31-01-09 14:01 #1709341 -> 1705335
Por:No Registrado
RE: Pedrito, un muchacho diferente.
A lo largo del tiempo nos has ido dejando perlas del pasado,
gracias.
Un saludo.
Puntos:
01-02-09 19:03 #1714007 -> 1709341
Por:No Registrado
RE: Pedrito, un muchacho diferente.
Osea,que en vuestro tiempo hubo un sarasa en el pueblo,de lo que se entera una.
Por lo menos dinos por dode vivia.
Un besitooooumuuuuuu. Diabolico
Puntos:
02-02-09 02:01 #1716034 -> 1714007
Por:No Registrado
RE: Pedrito, un muchacho diferente.
Izquierdo tio, eres tremendo.
Ya te lo he dicho en otra ocasión, cuantos periodistas u escritores les gustaria tener el tacto que tú tienes para con esa delicadeza poder relatar una vivencia o situación tan perfectamente.

Creo haber leido "Zalacain el aventurero" de Pio Baroja (1.909) y para mi fué muy grata e inolvidable su narración,me recuerdan tus relatos a aquella obra.

Gracias por ´estos ratos que además me transportan a aquellos días y que curiosamente las dos veces en tus relatos introduces la figura de la tasca o taberna de tio Aquilino, creo que él no vivia allí, pero bueno, no tiene importancia.

Como te decia anteriormente, me ha encantado y te doy las gracias por hacerme pasar un rato muy agradable.

Saludos a Jacinta y a tu esposa.
Simonerre.
Puntos:

Tema (Autor) Ultimo Mensaje Resp
Andrés, un muchacho nacido en el Posito, Por: izquierdo 10-03-09 02:32
No Registrado
6
Simulador Plusvalia Municipal - Impuesto de Circulacion (IVTM) - Calculo Valor Venal
Foro-Ciudad.com - Ultima actualizacion:07/08/2020
Clausulas de responsabilidad y condiciones de uso de Foro-Ciudad.com