Santibáñez el Bajo - Caceres

Recuerdo que cuando yo era pequeñita había unos carnavales muy curiosos en nuestro pueblo; salía la vacantruejo y los caballos engalanados donde iban montados los quintos y las quintas, había personas que eran muy graciosas; recuerda a un señor alto y muy delgado que llevaba como una cámara artesanal con un trípode, como para sacar fotos y, cuando apretaba, escondido debajo de un paño negro, salía un chorro de agua por aquella rústica cámara de fotos, que seguro que él había fabricado según sus peregrinas ideas; también me acuerdo de otros señores que iban como arando con un arado viejo y hacían de burros o de vacas otros vecinos, y había otro que iba con ropas viejas y rotas y que iba echando ceniza. También me acuerdo del entierro de la sardina, que iban muchas mujeres con las cobijas, como llorando, y había una que se abría de piernas y hacía con que orinaba. Se vestía la gente con los mantones y los refajos antiguos, había baile en el salón y muchas cuadrillas de mozos y casados iban por los bares con el acordeón y el tamboril y la fiesta duraba hasta las tantas de la mañana. ¡Qué tiempos más bonitos los de aquella niñez que se me fue tan pronto! Ahora por lo visto, por lo que sé, ya todo se reduce a concursos de disfraces, donde se dan premios, cuando el carnaval es todo lo contrario a los concursos y a los premios, ya que entonces pierde su esencia, que es la espontaneidad, el compadrear y comadrear con plena libertad,sin estar sometidos a jurados que den este o aquel premio. También me he enterado que en la escuela motivan a los niños para hacer el carnaval, pero es un carnaval que nada tiene que ver con los carnavales rurales de los pueblos nuestros, sino un carnaval moderno que imita muchas veces a personajes extraños de la televisión o de otros medios telemáticos, que viene a ser un carnaval sin alma, no enraizado en nuestras tradiciones. Ojalá haya alguien que se encargue de sacar de las cenizas los carnavales de antes, porque aquí, por ejemplo, en el País Vasco, donde yo resido, se hace el carnaval antiquísimo del pueblo vasco, con sus personajes correspondientes, y ni en las escuelas ni en otras partes de Euskadi se le ocurre a nadie disfrazarse de personajes que no tienen nada que ver con la tradición vasca. Besos y saludos para todos los santibañejos y santibañejas. María Luisa Gutiérrez Esteban.

EN VEZ DE PASAR LOS CARNAVALES EN EL PAIS VASCO USTED Y SU FAMILIA PUEDEN VENIR AL PUEBLO Y DISFRAZARSE DE LOS PERSONAJES QUE CITA PARA QUE TODOS LOS SANTIBAÑEJOS PODAMOS PASARLO BIEN Y RECORDAR VIEJOS TIEMPOS.
NO ENTIENDO PORQUE TODOS LOS QUE SE VAN DE NUESTRO BONITO PUEBLO QUIEREN VENIR Y QUE TODO SIGA IGUAL.
ESO ES IMPOSIBLE TODO Y TODOS CAMBIAMOS CON EL TIEMPO

Qué más quisiera yo que ir a pasar los carnavales a Santibáñez, pero yo soy una de tantas emigrantes que tuve que salir como otros muchos santibañejos y santibañejas a buscarme la vida fuera de mi pueblo, porque aquí no había un jornal diario y bien doloroso que es dejar el pueblo donde una ha nacido y se ha criado; por eso digo que más que quisiera yo ir a pasar allí los carnavales, pero me atan mis ocupaciones y no puedo. En cuanto a que todos cambiamos, es verdad, pero ello no quiere decir que se tengan que borrar nuestras raíces y nuestras tradiciones para cambiarlas por otras copiadas de otros sitios, imitando malamente otras tradiciones de otras partes. En muchos pueblos y comarcas la gente cambia, pero mantienen sus tradiciones y por eso los pueblos que han mantenido su auténtico carnaval son visitados por los turistas y llenan las páginas con interesantes reportajes. Hubo un personaje muy famoso que dijo algo así como que "el pueblo que olvida sus raíces, está condenado al vacío y a una triste desaparición".