Santibáñez el Bajo - Caceres

Este articulo de opinión de FELIX BARROSO GUTIERREZ,que en el día de hoy 6/12/2015,a salido publicado en EXTREMADURA PROGRESISTA o DIGITAL EXTREMADURA

Los que ya van subiendo por los peldaños de la tercera edad recuerdan perfectamente cómo le sacaba alegres notas a su acordeón. Tipo menudo y dicharachero. Lo trajo Ti Daniela Martín Montero al mundo, en colaboración con su marido, Ti Maximino Pérez Barros, el penúltimo domingo de un agosto de 1908, cuando también nacía en San Petesburgo el que llegaría a ser famoso pianista y compositor Sergius Kagen. Después de algunas tronadas y sequías, acabaría siendo conocido en el lugar por Ti Germán “Pellica”, aunque fue inscrito como Germán Pérez Martín. El día de Santa Marina, cuando los divertidos y farristas “canchaléruh” del cercano pueblo de Aceituna festejaban a su patrona, se echó encima una guerra que asoló los campos de España.

No fue una guerra fratricida, como algunos dicen. Fue una guerra donde unos genocidas planificaron el exterminio de una de las dos Españas: la roja, la del contubernio judeo-masónico y comunista y la que había dejado de ser católica. Así la motejaban los alzados contra el Gobierno legítimamente constituido de la II República. Y la guerra se llevó al nieto paterno de Ti Pedro Pérez Gutiérrez y de Ti Sebastiana Barros Martín, como se llevó a tantos otros que no sabían ni a quiénes tenían enfrente. Pero regresó sano y salvo, después de haberse metido muchas botellas de coñac para el cuerpo. Germán Pérez Martín fue de los que se apuntaban voluntarios para misiones arriesgadas y a los que se les hacía trasegar cuarta y media de alcohol para olvidar el miedo a la muerte.

Todo por arrancar unos días de permiso y estar entre los suyos, en el pueblo que le vio nacer. Más tarde formó familia y se convirtió en hortelano, en “güerteru”, tal y como decían por la comarca. Cargaba sus bestias con los productos de la huerta y salía por los pueblos del contorno a pregonarlos. El acordeón iba con él. Era su amigo inseparable.

Allá por finales de los años 40 del pasado siglo, según me relataba el paisano Marcial Jimeno Alonso, más conocido por Ti Marcial “El Bronqueñu”, “concidímuh Germán y yo en lah fiéhtah de Palomeru; él había vendíu tó lo que llevaba y yo tamién había jechu un güen tratu. Cumu teníamuh un puñau de pérrah jórrah, poh Germán tiró de la cordión y moh liámuh de farra pol lah tabérnah. ¡Vengan pótih de vinu pa,entru! No moh jartábamuh de bebel. Era pol San Miguel, a loh últimuh de setiembri”. Parece ser que, en aquellos días, el maquis o guerrilla antifranquista habían ajusticiado a un fascista de peso en un pueblo de los alrededores.

Por ello, imperaba el toque de queda en varias villas y lugares a la redonda. Pero los dos paisanos tenían ganas de fiesta y, siendo ya noche cerrada, se negaban a abandonar las tascas. Se presentó el alcalde franquista de Palomero con un municipal y les requirió a que se largaran del pueblo. Ti Marcial “El Bronqueñu” aguantó la bronca y se fue a dormirla en casa de unos conocidos. Sin embargo, por la cuenta, Ti Germán “Pellica” se puso flamenco con el regidor y le espetó: “¡Aquí no se cierran lah tabérnah méntrih yo no lo diga, que yo soy un soldau de la brava Legión y en máh górdah qu,éhtah m,he víhtu metíu!” Y siguió apretando los botones del acordeón.

No valieron las amenazas con llamar a la guardia civil del Casar de Palomero. Sabiendo de la amistad que Germán tenía con el que había sido alcalde socialista del pueblo durante la II República, Máximo Puertas, el mandatario franquista mandó a un vecino para que le avisasen. Se presentó Máximo, que por suerte no fue “paseado” por los fascistas en los oscuros y sanguinolentos años, y tampoco valieron sus palabras. Lo único que consiguieron el socialista y el franquista fue que Germán se pusiese más farruco y les dijera a grandes voces: “Dámbuh doh séih loh méhmus pérruh anque con dihtíntuh collárih”. A la postre, a tenor de lo que me contaba Ti Marcial “El Bronqueñu”, se llevaron al paisano y a su acordeón a la perrera, yendo todo el trayecto besando y abrazando a Máximo, el socialista. La cogió llorona y, entre suspiros y jipíos, lo mismo daba vivas a la República que a Franco.

Salvando las distancias, quiéranlo algunos o no, esos perros iguales aunque con collar distinto siguen callejeando por las dos Españas machadianas. No le faltaría razón al nieto materno de Ti Luis Martín Domínguez y de Ti Vicenta Montero Hernández, de vivir hoy, si volviera a pronunciar tal frase. Ahí tenemos, como muestra, al PSOE y al PP en esta sufrida y jornalera tierra nuestra. Se ladran mutuamente, amagándose, pero cuando llega la hora de la verdad, cierran filas para defender los privilegios de los suyos. Hace escasos días, Podemos presentaba en la Asamblea de Extremadura una proposición de Ley para acabar con los sueldos y prebendas de los expresidentes, pero fue tumbada por el bipartidismo. Ibarra y Monago seguirán metiéndose en los bolsillos un nada despreciable pellizco de 250.000 euros.

Para mayor inri, Monago es, además, diputado regional. En Castilla-La Mancha, ídem de lo mismo, donde los socialistas, frente al criterio de Podemos, defienden con uñas y dientes los buenos trozos de la tarta que se zampa el expresidente Pepe Bono. Y que conste que esos idénticos “perros”, a los que sí atan con longanizas a las poltronas que calentaron durante muchas lunas, no estaban con la cogorza encima a la hora de confabularse para seguir dilapidando el dinero de los contribuyentes.

Bien sabía Ti Germán “Pellica” que Máximo Puertas era un hombre honrado a carta cabal. Era un socialista de los de antes, cuando el PSOE podía estar orgulloso de su legitimidad de origen y de ejercicio. No es el caso de ese gran pope que se hace llamar socialdemócrata y que, a ojos de gran parte de la clase obrera, ha sido un traidor a la izquierda, enriqueciéndose a manos llenas, codeándose con las mayores fortunas del mundo y aprovechando como nadie las puertas giratorias.

Nos referimos a Felipe González Márquez, el cual afirmaba, días atrás, en un debate sobre los populismos celebrado la Casa de América, que Podemos hacía “un discurso franquista”. Auténticamente patético por parte de alguien que muchos señalan como el “Señor X” en aquel repugnante terrorismo de Estado de los GAL y a quien el PSOE sigue paseando como un dios por múltiples escenarios, sin percatarse ni querer asumir que su presencia es vomitiva para muchos trabajadores. Buena coyunda hace con aquel otro expresidente que aún se enorgullece de haber formado parte del “Trío de las Azores” y de haberla liado parda en Irak. Dos buenos cánidos, en el sentido metafórico, don Felipe y don José María Aznar López, ambos con collares rojigualdas, porque el primero, pese a seguir con el carné del PSOE, ya renegó del republicanismo y de su bandera tricolor.

Se acerca el día 20-D y los perros de la misma camada, lleven o no el mismo collar, deben rendir cuentas. También aquellos otros a quienes alaban los banqueros y los grandes empresarios y que no han tenido empacho en usurpar un término tan honrosamente republicano como el de “Ciudadanos” (¡vaya un brindis por la Revolución Francesa de 1789!). Lo han usurpado porque ellos son visceralmente monárquicos. Además, quieren suprimir los pueblos menores de 5000 habitantes, por donde los auténticos perros, los de cuatro patas, suelen campar más a sus anchas.

Ya sabemos que Albert Rivera no ha leído a Kant, pero tampoco a Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, el pintor, escritor, médico y padre del nacionalismo gallego, que era quien decía aquello de “la ciudad cree que fuera de ella no hay más que paisaje, patatas y leche; ignora que también existe una cultura noble, antiquísima e insobornable”. Albert Rivera es un “cánido” nacido y criado en la gran urbe barcelonesa. ¿Qué sabrá él sobre los que tenemos nuestras raíces en pequeñas aldeas y lugares? Albert Rivera, el niño guapo de la bella y moderna derecha, no sabe que el gran poeta alemán Rainer María Rilke dijo que “la verdadera patria del hombre es la infancia”. Albert Rivera sueña con otras patrias para adultos neoliberales y amigos de los mercados, de los TTIP que negocian a escondidas los usureros de Europa y de los EEUU de Norteamérica.

Más que de sobra sabía Ti Germán “Pellica” que el honorable exalcalde socialista de Palomero, Máximo Puertas, no era un “perro” idéntico al alcalde franquista de tal pueblo en los últimos años de la década de los 40. Se le fue la fuerza por la boca y no habló él, sino el vino que llevaba encima. No obstante, continúa habiendo muchos perros que se amagan pero no se dan. Puede que lleven diferentes collares, pero tienen el mismo pedigrí. Al pueblo sano, el que no se deja manipular por tantas televisiones y otros medios que andan al acecho, le corresponde descubrirlos y estigmatizarlos con el índice antes que llegue el 20 de diciembre.

Nosotros podemos hacerlo y lo haremos por Ti Germán Pérez Martín, el “güerteru” con grandes y encallecidas manos de campesino, al que un hepatocarcinoma vino a morderle letalmente el hígado en la misma fecha en que cerraba los ojos Alfonso López Pumarejo, que fuera presidente de Colombia durante dos fructíferos mandatos. Una jornada en la que también Naciones Unidas aprobaba la “Declaración de los Derechos del Niño”. Su acordeón, su inseparable amigo, enmudeció para siempre.

Buenas noches