Santibáñez el Bajo - Caceres

Este articulo de opinión de FELIX BARROSO GUTIERREZ,que en el día de hoy 13/5/2015,a salido publicado en EXTREMADURA PROGRESISTA o DIGITAL EXTREMADURA.

Hacía sol, pero el día estaba frío. Picaba el aire del norte. El puente de Carnavales también abarcaba el Miércoles de Ceniza. Hoy, ya no. Un servidor, con ropa estrafalaria, formaba parte destacada del cortejo del Entierro de la Sardina. Hicimos un receso en la plaza del lugar. La gente salía de misa y buscaba las solanas del invierno.

Salí de la taberna de “Miliana” con un vaso de pitarra. Alejandro Domínguez Calle, al que le decían en el pueblo Ti Alejandro “El Niño” y Ti Alejandrón, que había visto la luz el mismo día que el escritor británico Cristopher William Bradshaw-Isherwood, allá por agosto de 1904, pegaba sus espaldas sobre la asoleada pared de la casa de Doña Josefa, la maestra.

Se oían tambores de elecciones en aquellos inicios de la Cuaresma. Ti Alejandro, el hijo de Ti Anselmo Domínguez García y de Ti Tomasa Calle Jiménez, me enzarzó en su conversación: “Dicin que va a habel eleciónih en drentu de ná. Ya verémuh a quién le doy el votu. Ahora, únuh dicin que van a ganal éhtuh, loh ótruh que loh ótruh y asín eh el baili”. Había hablado escasas veces con mi paisano, pero me percaté que gozaba de cierta instrucción. Le escuché atentamente: “Ántih y duranti la República, yo de siempre había echau el votu, de primeru, al Partidu Reformista de don Melquíadi Álvari, y, de segundu, se lo eché al Partidu Republicanu del mi tocayu don Alejandru Lerrú. Tantu monta, monta tantu. Vengan vócih y mítinih y, al cabu la póhtri, se da de cuenta unu que tó se reduci a doh grúpuh: loh que ehtán subíuh en lo altu de la jiguera y se maman lah brévah y d,ella no se quierin bajal ni a tíruh, y loh que ehtán abaju, aguardandu que, al ménuh, leh tirin lah cáhcarah”.

Me seguía narrando Ti Alejandro “El Niño”, nieto paterno que fue de Ti Miguel Domínguez Hernández y de Ti Isabel García Montero, que, en aquellos años tricolores, todos eran rumores y habladurías: tan pronto ganaban unos como los otros, sin haberse celebrado las elecciones. Y, después que se celebraban, todos presumían de haber ganado. Cada cual contaba la feria según le iba y nadie se apuntaba al bando de los perdedores.

Por lo bajo, Ti Alejandro me comentaba que él jamás le dio el voto a las derechas: “No se loh di nunca, que ésuh eran loh ricachónih y loh arrimáuh, u sea, loh que se creían loh riquínuh d,éhtuh puébluh y eran únuh ehclávuh avariéntuh de lah cuátruh tiérrah que tenían. Élluh se llamaban la genti del ordin y eran loh del palu y tenti tiesu. Ésuh avariciósuh nunca se llevarun el votu míu, y no m,arrepientu”. Y Ti Alejandro, agobiado ya por la vejez, cambiaba de tercio y me aclaraba que él no había sido muy de iglesia, pero que ahora iba a misa los domingos y que aquel primer día de Cuaresma “había íu a tomal la ceniza”. “Loh áñuh no perdonan -me remataba- y cuarquiel día dobla unu la servilleta y hay que ehtal en bien con El de Arriba; asín que hay que arrepentilsi de algúnuh dehvaríuh, trompihcónih y trapichéuh que unu tuvu en la vida”.

Lo que en aquellos años eran rumores y habladurías antes de celebrarse las elecciones, hoy se plasman en las encuestas que, un día sí y otro también, aparecen en los medios informativos. No sabemos de dónde saldrá tanto dinero para sufragarlas. Detrás de ellas, debe estar gente con la bolsa atiborrada de doblones, que contrata a expertos cocineros para que las aderecen interesadamente en sus fogones. No se explican sino los resultados tan dispares que publican los más variopintos periódicos.

A ciertos diarios, bien untados por quienes dirigen la orquesta en sus respectivas comunidades y que se han convertido en las hojas parroquiales de tal o cual partido y no les muerden la mano a quienes les dan de comer (los chuscos los compran con dinero nuestro), se les ve el plumero a legua y media. ¿Pero y el CIS? El Centro de Investigaciones Sociólogicas, también pagado enteramente con dinero público, sirve a sus amos de turno. ¿Cómo explicarse de otra forma que, en su último barómetro, asevere que el 57% de españoles aprueba la gestión de la Monarquía, cuando hace un año apenas superaba el 20%? ¿Acaso ha hecho milagros el ciudadano Felipe de Borbón para que suba como la espuma el índice de españolitos de a pie (los de a caballo ya sabemos que doblan ante él la cerviz) que le aplauden hasta con las orejas?

Que sepamos, Felipe se ha limitado a oír, ver y callar. Mientras tanto, su padre, don Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, viviendo como un rey (nunca mejor dicho) y pegándose la gran vida en viajes de placer. Este jubilado de “Tres Estrellas Michelín”, como han dicho algunos, lleva recorrido más de 55.000 kilómetros desde que abdicó. Restaurantes de lujo, toros, partidos de La Premier, Fórmula 1… Hoy en El Caribe, mañana en Oriente Próximo, pasado en Beverly Hill y suma y sigue. Hasta la revista italiana “Oggi” asegura que pasó 21 días en Tánger, bien acompañado por Corinna zu Syn-Wittgenstein. Ambos retozando en una villa junto al mar, propiedad del converso Felipe González Márquez, otrora gran pope del PSOE, pero reconvertido en monárquico, potentado, atlantista y neoliberal, con la aquiescencia de sus compañeros de partido. Unos, comiendo a dos carrillos, y otros acudiendo a los comedores de “Auxilio Social”. ¿Con estas mimbres puede subir la audiencia de la Monarquía? ¡Venga allá! Por cierto, ¿hay algún partido que lleve en su programa el realizar una auditoría a la Casa Real…?

Tiene guasa, también, que gran parte de las encuestas den como ganador al PP en número de votos en diferentes villas, ciudades y comunidades, en las que podría gobernar si su marca blanca, Ciudadanos, de oscuro y xenófobo pasado, actúa como tropa auxiliar de la derecha. Refería Ti Alejandrón que él nunca votó a las derechas, de las que decía que eran avariciosas, richachonas y las que daban palos a las clases trabajadoras y éstas, pese a los mamporros, debían seguir aguantando lo que les cayera encima. Hoy, habría que añadir que están enfangadas de mierda hasta el cuello y que sus tics autoritarios están prostituyendo la democracia, por lo que hay quien dice que votarles es introducir una papeleta mugrienta y cochambrosa en la urna.

Puede que arrepañen votos de la gente de extrema-derecha que aún no ha pedido su entrada en el PP, porque haberla la hay en cantidad en tales filas, como ese Óscar Manuel López Canencia, número 5 de la candidatura municipal en el pueblo madrileño de El Molar, el cual ha amenazado en Facebook recientemente que “no hay cunetas suficientes”, añadiendo que, si hiciera falta, defendería su concepto de libertad “con otro métodos”. O los exabruptos del torero Gabriel Picazo Aguado, hijo de la número 39 en la lista del PP para la Comunidad de Madrid, advirtiendo a los dirigentes de Podemos y sus votantes que “queremos convertir en abono para las cunetas a toda esa panda de rojos radicales”. ¡Y después dirán que la izquierda pretende abrir las heridas cuando clama que se lleve a cabo la loable Ley de la Memoria Histórica!

Bien resumía Ti Alejandro “El Niño” los vaivenes de la política, hablando de los que están en lo alto de la higuera zampándose las brevas y los que están abajo, esperando alguna mísera cáscara. Mejor, según cantan los nuevos tiempos, la dualidad “los de arriba” y “los de abajo”. Los potentados y los desheredados. Porque hablar de derechas y de izquierdas cuando parte de éstas también se han prostituido y han seguido la senda de Felipe González y otros dirigentes a los que en su día se les llenó la boca de progresismo, es confundir al personal.

A Ti Alejandro, el nieto materno de Ti Luis Calle Paniagua y de Ti María Jiménez Dosado, le paró en seco los ventrículos un edema agudo de pulmón. Corrían las efemérides de Santa Bova y San Deodato, en plena explosión primaveral. Posiblemente, a él también le hubiera gustado votar en esta primavera que atravesamos, Y, seguramente, que me habría dicho al oído, por lo bajini, que no votara a las derechas. Espero que una de sus nietas, muy guapa en sus tiempos mozos y a la que le tiré los tejos, tampoco lo haga. Ni aquellas otras que, aunque ahora guarden silencio sepulcral y bajen la vista a saber por qué extraños motivos, hablen con su voto el día 24 de mayo, demostrando altura de miras y tricolor decencia democrática.

Buenas tardes.