La Pingolla de FELIX BARROSO "LOCURA" Este articulo de opinión de FELIX BARROSO GUTIERREZ,que en el día de hoy 1/6/2015,a salido publicado en EXTREMADURA PROGRESISTA o DIGITAL EXTREMADURA. Seguro que Isaac Paniagua Cabezalí, el que naciera un día de San Artemio y San Eustorgio de 1899, bajo los calores del mes de julio, nunca oyó hablar de Miguel Hernández Gilabert, el inmortal poeta oriolano. A Isaac Paniagua, hijo de Ti Lorino Manuel Paniagua Rodríguez y de Ti Sandalia Cabezalí Gutiérrez, todo el mundo le conocía en el pueblo por Ti Isaac “El de las Pringás”. Versiones oí sobre su curioso apodo, a cada cual más estrafalaria, pero la mayor parte apuntaban a que, desde chico, siempre andaba tras de su madre pidiéndole “pringáh”, o lo que es lo mismo: rebanadas de pan fritas en aceite y rociadas de azúcar. Pero en aquellos años era un manjar de lujo que se podían permitir pocas veces las clases jornaleras. Siendo ya un mozuelillo de nueve o diez años, su madrina quiso contentarle y le puso un barreño lleno de “pringáh”. Tanto fueron sus ansias devoradoras que se pegó un enorme atracón. La congestión estomacal vino detrás y a punto estuvo de diñarlas y de dejar las “pringáh” de sobra. No las volvió a probar en su vida. Tampoco supo Ti Isaac sobre la detención de Miguel Hernández en Portugal, al poco de acabar la cruel contienda que removieron cuatro generales de gatillo presto y alma forjada en las fraguas del averno. Quiso el genial poeta vender un reloj de oro que le había regalado aquel gran amigo llamado Vicente Aleixandre, también reconocido rapsoda, y fue denunciado por el joyero. A partir de ese instante, comenzó su calvario de torturas y vejaciones, iniciándose en el depósito carcelario del pueblo onubense de Rosal de la Frontera y terminando el día 18 de marzo de 1942, cuando lo dejaron morir como a un perro en el Reformatorio de Adultos de Alicante. El paisano de “Lah Pringáh”, nieto paterno de Ti Simón Paniagua Domínguez y de Ti Joaquina Rodríguez Jiménez, no supo de Miguel Hernández, pero compartía sus mismos ideales: levantar esas barricadas que, si bien es cierto que cortan las calles, también abren las puertas a un futuro más libre, más igualitario y más fraterno. Coincidí con Ti Isaac algunas veces, pues acostumbraba a sentarse con mi abuelo paterno en los poyos graníticos de la plaza del lugar. Recuerdo que me hablaba de un cura párroco que tenía amedrentado a los vecinos con las terribles penas del infierno. “Era un bichu malu -me contaba-, un bichu malitu, de la derecha máh derecha. Moh obligaba a il a misa y a confesálnuh cada doh por treh, y si no lo jadíamuh, moh multaba y teníamuh que darli una perra gorda”. Y seguía pintándome la lamentable y reaccionaria estampa de aquel clérigo: barrigón, bebedor, gran amigo de los cuatro “riquínuh” de la población (participaba en todas sus fiestas y comilonas) y con la sotana siempre llena de lamparones. “Tamién, por la cuenta, era algu puteru, anque lo máh temibli eran loh sermónih que moh echaba dehde el púlpitu. Se ponía cumu locu, cumu un bejinu, que hahta echaba ehpumarájuh por la boca y se cagaba y se meaba en tóh los socialíhtah, en loh republicánuh y en tóh loh que éramuh de izquiérdah. Se jué del pueblu muchu ántih d,emprencipial la guerra y, sigún se oyó máh tardi, jidu de lah súyah en aquélluh áñuh que dejarun ensangrentá a Ehpaña”. A Ti Isaac nunca le leyeron el poema “El cura verdugo del penal de Ocaña”, que, al parecer, trazó con mano justiciera Miguel Hernández: “Más negro, más, que la noche,/más negro que su alma/el cura verdugo de Ocaña…” Muchos presos en aquel tétrico penal darían testimonio, posteriormente, de aquel loco e infame tonsurado, siempre con su misal, su cruz y su pistola “star” al cinto. Las soflamas, actitudes chulescas, rencorosas y vengativas del par de misacantanos: el titular de una parroquia perdida en un pueblo de la Extremadura profunda y el capellán del penal de Ocaña, nos recuerdan mucho a toda esa chusma derechoide que, en estos días, escupen contra los que pretenden asaltar el cielo para bajarlo hasta la tierra. Patética la figura de esa tal Nuria Losada, concejal de cultura en la localidad valenciana de Rafelbunyol, vomitando por su boca que las consecuencias de las pasadas elecciones municipales y autonómicas pronto se dejarán ver, con la “violación de monjas”, “quema de las iglesias” o la conversión de la plaza de toros de Valencia en un “puticlub”. Y tiene la desvergüenza y la inquina de tildar a Manuela Carmena, cabeza de lista de “Ahora Madrid”, de “cómplice de asesinos”. No hace mucho, también el tristemente famoso periodista Hermann Tertsch del Valle-Lersundi, hijo de un diplomático de la Alemania nazi y figura destacada en la carcunda Telemadrid, afirmaba que, si se dieran las circunstancias del año 1936, dirigentes de Podemos le matarían a él y a otras gentes de derecha. “No me cabe la menor duda”, vociferaba convencido. Hasta en el periódico “La Vanguardia”, conocido más que de sobra por defender sectariamente los intereses de CiU, se ha llegado a relacionar a Ana Colau, cabeza de la lista municipal “Barcelona en Comú”, con Osama Bin Laden, por la sencilla razón de que éste había leído un libro Noam Chomsky, prestigioso pensador de izquierdas que apoyó con su firma la mentada candidatura. Se han vuelto locos muchos de los que integran las huestes de la derecha. No se entiende de otra forma los rugidos de la nieta de los condes de Sepúlveda y acaudalada heredera de la alta burguesía que medró con el franquismo, Esperanza Aguirre y Gil de Biedma. Esta señora, tan amiga de corruptos de cuello blanco, se ha lanzado a una nueva Reconquista de España, emprendiendo toda una cruzada y una caza de rojos, a los que acusa de intentar “construir soviets en los distritos madrileños”. O las tarascadas de Yolanda Barcina Angulo, la burgalesa que preside la Comunidad Foral de Navarra, acusando a Podemos de aprovecharse de los mecanismos democráticos para imponer una dictadura comunista. Amenazas y más amenazas de esa derecha que, en parte, es heredera de la dictadura que se vertebró en 1936, criminalizando a una República democrática, a la que desbarataron por la fuerza de las armas y sobre la que construyeron un régimen totalitario, quedando aún miles de cadáveres de su sanguinaria represión por barrancos y cunetas. La derecha política, eclesiástica y económica se ha vuelto a erigir en “Centinela de Occidente”, papel que desempeñó el dictador Francisco Franco durante un montón de años, con la permisividad o la vista gorda de las democracias europeas y la bendición del Imperio (EEUU de Norteamérica). Y con ella caminan (prietas las filas, recias, marciales) una legión de corifeos, tan orates como ese licenciado en Ciencias de la Información y doctor en Derecho Internacional Público, Alfonso Merlos. Este columnista de “La Razón” y que acostumbra a soltar sonadas réspices en TV13, conocida como “la televisión de los obispos” (no sabemos por qué no le da ya el cerrojazo el Papa Francisco), acaba de anunciar que no se puede tolerar el apogeo del neocomunismo que ha aparecido tras celebrarse las pasadas elecciones. Y ha añadido, en las redes sociales, lo siguiente: “pienso firmemente que la gente con bajos ingresos y/o obreros no deberían votar”. Intolerables tales coces y rabotadas. Locos, pero no al estilo de Don Quijote, sino atacados por una pérfida y lúgubre locura, como la que afecta al actual presidente de la CEOE, Juan Rosell Lastortras, que pide a ciertos partidos políticos que se olviden de aplicar sus programas electorales a la hora de gobernar. ¡Es el colmo! Este atildado ricachón es el mismo que, anteriormente, tenía la sinvergonzonería de decir que “los parados deben aceptar cualquier trabajo por malo que sea y por malas condiciones que tenga”. ¿Pero qué democracia tenemos con estos esclavistas del siglo XXI deambulando por nuestras calles? A la lista se añade la que fuera vicepresidenta del Banco Mundial y ministra de Asuntos Exteriores con Aznar, Ana Isabel de Palacio y del Valle-Lersundi, hija del marqués de Matonte, la cual no ha tenido empacho en desbarrar con aquello de “el éxito electoral de Podemos y Ana Colau se debe a la nostalgia histórica por el Califato Islámico”. Podría haber dicho también “por el Estado Islámico” y… ¡aquí no pasa nada! Y no traemos las retrógradas astracanadas del obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Plà, porque la locura se volvería todavía más aterradora. A “Ti Isá el de lah Pringáh”, nieto materno de Ti Mariano Cabezalí Hernández y de Ti Manuela Gutiérrez Miguel, le quedaron muchas perversidades por oír. Mejor así, porque de lo contrario se hubiera ido a la tumba con una úlcera como un caballo perforándole el estómago. Se marchó en paz, siendo ya octogenario, en la efeméride de San Trófimo y San Martiniano. Aquí quedamos nosotros, aguantando los estertores de una derecha que agoniza con proclamas guerracivilistas y que se vuelve a erigir, una vez más, en el trágico papel de “salvadora de la Patria” (de “su patria” y de sus inconfesables intereses, que por algo tritura a marchas forzadas toneladas de papeles en los ayuntamientos que tendrá que abandonar). ¿Acaso podremos consentir tanta locura? Buenos días. |