tal como eramos TAL COMO ÉRAMOS “Volver volver, con la frente marchita” Tal como nos cuenta el inolvidable tango; años 30. Así vamos volviendo a nuestro lugar de nacimiento. Con la frente...O en una caja de pino. A este pueblo que nos vio nacer en la meseta cacereña. En una época de entre guerra . Cuando España se debatía en un conflicto de ideas. Y solo había lugar para los fuertes. Los que llegamos a este mundo a pie, y los que lo harían a caballo. Valga como metáfora. Las prioridades no eran las mismas. Como conseguir suficiente pan para la sopa del desayuno y la cena. Si las gallinas ponían algún huevo, a base de alimentarlas con hierbas. Ni te se ocurriera comértelo: eran para venderlos y comprar un cuartillo de aceite en el comercio. Tío Vela;el municipal. Uno de esos día (que no pasaba nada ni se había muerto nadie) con la corneta. Nos pedía un momento de atención a los vecinos. Era que unos comediantes ambulantes iba a escenificar una obra populachera y desvaída como era “Diego Corrientes” Anunciando la hora; no el precio, que a veces era la voluntad y el lugar la vía pública. En esa época el cine era poco accesible todavía para nosotros. Un pueblo olvidado a su suerte que se las tenía que arreglar por su cuenta, y lo gracioso -si así se puede llamar- es que aprendimos a sobrevivir. . De cuando en cuando. El solitario y triste son de la campana, te sacaba del ensimismamiento rutinario.¿ quien murió? Constantino Abad. -Bueno, una persona mayor que iba un poco encorvada- . Poco antes había muerto el marido de tía Gacha muy Joven aún. . ¿ De qué, y cómo? En esos tiempos esas preguntas no tenían respuestas. “El Cuco” era el enterrador interino. ¡Mi madre!. Hará 76 años que no me acordaba de esta persona. Me ha venido a la memoria al relacionarle con ese entierro El hombre; mal nutrido como muchos de la época. Había cavado una fosa al final a la izquierda. La tierra debía estar dura por falta de lluvia. Total, que al bajar el féretro casi salia por encima de esta. Vuelta a sacarlo. Y a recomendarle que insistiera en la tarea. Mientras en la espera y en silencio, nos hacíamos cargo de lo que sería -con el tiempo- nuestro fatal destino. Ahí reposaban ya bisabuelos maternos, padre hermanos más pequeños y tíos, que murieron en plena juventud. Victimas de la maldita tuberculosis.. Hoy vencida. Una venganza que celebro en mis noches de insomnio. En la que de alguna manera colaboré como sanitario. La madre tierra los acogió y su tumba tan provisional que ya ni existe. El párroco era don José. Se desentendía de entierros y zarandajas. El difunto iba de casa directo al cementerio. Lo delegaba en tío Sacristán. Una persona cargaba con la cruz o estandarte. Tia María la “Rezandera” con la mesa en la cabeza, siempre esta ahí. A la entrada del cementerio, un tejadillo protegía el cubículo donde se despedía el difunto. Tío Sacrista tenía preparado el hisopo, después de cantar en latín la terrible 'Tremenda'. Alguna vez acompañado por Faustino como monaguillo, su nieto. Este chico, un par de años mayor que yo. Enfermó de tuberculosis y murió el verano de 1950. Emirey. Mayo- 2018 |