primer vuelo EL PRIMER VUELO Era la primera vez que conocía lo que era estar parado, con 16 años. Me habían dejado sin 'curro' después de cinco y, sin finiquito. ¡Joer! Aquí empezaba mi vida de lo que en el argot se conoce como 'carrilano' de un lugar a otro con el petate a cuesta. Las piernas ágiles,el calzado resistente, para un camino largo y accidentado hasta llegar a la estación del tren. Entre doce y quince kilómetros. Camino vecinal de herradura que conocía como la palma de la mano, lo había recorrido en burro y, a caballo,yendo a llevar o a buscar a alguien al tren. Esta vez como esforzado peatón, ligero de equipaje como cuenta el Machado. ¿ Cazuela y sartén? Creo que si. El vol, recuerdo que casi se me olvida al bajar del tren. Un viaje de corto vuelo, como pájaro que deja por primera vez el nido. Dos o tres estaciones. Hasta la Bazagona, un lugar en mitad de la nada, del que solo recuerdo unas tuberías al aire para salvar algún desnivel. Y una explanada de algodonales blancos, semejante a un campo en el que había dejado de nevar no hacía mucho. El patrón un 'mediero' con muy poco margen para salir adelante, en una especie de secadero, donde los sacos de algodón ya recolectados se apilaban, de manera desordenada. Quince pesetas era el jornal. A mi me parecía de perlas, después de haber trabajado, por poco más de la comida. Cinco para alimentación, lo demás a casa. A base de sopas, en las que había refrito unos chicharrones. Enseguida aumentaría la cuadrilla. Llegaron cuatro chicas quinceañeras desde Garrovillas. Que alegraron el paisaje con esa juventud y su plenitud hormonal que te descoloca. Algo de lo que no participaba dada mi aún inmadura sexualidad, aunque fuera de la misma edad. La noche; no tenía tiempo de nada solo descansar. Un colega me pasaba novelas de J. Mallorquí´'El Coyote' y con eso me evadía sobre los blandos sacos de algodón. En un ambiente nocturno sin otra actividad. Un sitio . en mitad del campo, sin un núcleo urbano a la vista. La recolección se acabó, en un mes y 'cada mochuelo a su olivo.' El principio de lo que me esperaba ya a las puertas. Pronto iba a conocer otras gentes más aguerrida de una España cutre que no se arredraba ante nada. Dos años después con 18 un nuevo horizonte para un vuelo más largo. Y digo 'aguerrida', porque hay que tenerlos bien puestos para salir de casa “una mano delante y otra detrás” abordar un tren de mercancías atravesar España de parte a parte buscando 'curro' sin saber donde recalar. Este es mi personaje; había salido del Casar, me tope con él en Manresa se había apeado del tren intentando encontrar curro en la Pirelli, Nos exigían estar empadronados. Ahí nos separamos, en direcciones opuestas. Conoció noches de frío en las garitas del guarda frenos, horas y horas en via muerta, Seguro que al fin salió adelante. No, no es un caso único. Mi amigo de Almeria, en su ignorancia, pretendió cruzar por Barcelona, manta y sartén en ristre a pie. Una imagen que el alcalde Porcioles,no toleraba. Solución; los retenía en el castillo de Montjuig hasta que podía completar un tren de ganado. Y devolverlos lo más lejos posible. Éste a medio camino se escapó y, volvió sin cometer los mismos errores. Luego fue contrabandista, pasando bultos de tabaco desde Andorra en grupo con un guía armado. Los de esta estirpe no han tenido seguidores. El desarrollo de los años 70, el paro y el PER, fue el final de estos valientes. emirey |