Las tabernas que conocimos. (I) Repasando el foro sin prisa,leí una corta referencia que hacía una 'forera'de lo que le habían contado sus mayores (en este caso su madre) sobre las tabernas del pueblo. Algunas que las nieblas del tiempo habían borrado ya de mi vetusto cerebro y, otras que no encuentro en mi desdibujado mapa mental,como es, una (tasca baile) aledaña al llamado 'Llano de tía Tórtola´. Considero un poco raro que los abuelos no lo mencionaran nunca. Si en cambio recuerdo la que regentaba tío "Chambe" al lado de tío 'Florete'donde alguien de casa (alguno de mis tíos) me llevó con poco más de tres años. Desde la puerta de esta tasca,recuerdo una procesión seguro que del día de Santiago, (iba éste santo en su caballo) hasta aquí alcanza mi memoria,porque este bar tuvo un corto recorrido después. Los chiringuitos que resistieron al tiempo, o surgieron después siguen en mi memoria,con sus protagonistas. y para un pueblo que nunca rebasó los dos mil habitantes,no fueron pocos. El de tío Toribio y el de "Macha" frente el uno del otro,donde los clientes estaban definidos. En este último propietarios ganaderos donde se jugaba al dominó a medio día cuando el calor apretaba. En el otro guardias y el maestro con otra clase de tropa. "Macha era de un trato más exquisito. Casado sin hijos, siempre le conocí la misma profesión. Tío Toribio, Alcalde que fue del pueblo durante la República. Era un estereotipo de su época.Encerrado con otros dos en La Escuela Vieja durante la guerra, tuvo la suerte de su parte. Intentaron sacarlos de ésta por las bravas para dejarlos tirados en alguna cuneta los falangistas. Gracias a los hermanos Celestino y Manuél Cerro, que pusieron toda la carne en el asador para evitarlo. El primero como jefe de falange que era durante esa época convulsa. Pasado este mal trago siguió en su oficio, con sus manías. Pasabas por delante del bar y de pronto asomaba a su puerta, lanzaba un esputo con tanta maestría que llegaba al centro de la plazoleta. Algún avispado cliente decía de él 'que una de las veces, llevaba tanta inercia que a un guardia que entraba le tapó un ojo con un salivazo. Un chiste malévolo que me resisto a creer. PIENSO VOLVER... |