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Pizarro - Caceres

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España > Caceres > Pizarro (Campo Lugar)
16-05-08 22:34 #876823
Por:SOMAZITO

LA SERRANA DE LA VERA
La Serrana de los romances [editar]El comienzo de los romances suele situar a la Serrana en Garganta la Olla en la Vera de Plasencia. En ciertas versiones se la localiza en las Sierras de Piornal o entre Piornal y Garganta la Olla, como aparece en una versión cántabra, de Salceda, recogida por José María de Cossío:

‘’Entre Piornal y Garganta,/ no muy lejos de Plasencia,/ relatan viejos romances/ una historia verdadera…”

Otras versiones romancísticas que no presentan muchas diferencias con el resto la ubican, de forma más imprecisa, en Sierra Morena, quizá un añadido que concuerde con la rima “é-a” del romance. De hecho en la mayoría de las versiones andaluzas del romance se la ubica en tierra cacereña.

Normalmente en los romances no aparece caracterizada de forma monstruosa, sino como una hembra de gran belleza, aunque en algunas versiones andaluzas se afirma que posee cuerpo mitad yegua y mitad mujer, concordando con las versiones en que la serrana al final del romance desvela haber nacido de una unión entre ser humano y yegua:

“De cintura para arriba/ de persona humana era;/ de cintura para abajo/ tiene estatura de yegua...”

Suele llevar el pelo suelto y largo hasta los pies, aunque en otras versiones lleva la cabellera trenzada bajo la montera.

Son escasas las descripciones en que se la hace parecer fea o desproporcionada, como en la mencionada versión cántabra de Cossío:

“Es hombruna y zanquilarga,/ membruda y ojimorena…”

Viste falda corta y va provista con todos los pertrechos de una cazadora que recorre a pie los montes, ya arcos y flechas o bien una honda, o incluso una escopeta (en añadidos que se suponen más recientes).

En las versiones altoextremeñas se menciona cómo se complace en satisfacer sus necesidades naturales:

“Cuando tiene gana de agua/ se baja pa la ribera;/ cuando tiene ganas de hombres/ se sube a las altas peñas…”

No parece, sin embargo, ninfómana, aunque tratar de calmar su instinto sexual le traerá problemas, incluyendo su apresamiento.

Entonces aparece el “intruso” en el romance, que lo mismo puede ser un pastor que un leñador, un arriero o un soldado. Éste entra en los dominios de la serrana, que le corta el paso. Después lo conduce hasta su cueva, le manda hacer lumbre (en ocasiones con huesos de hombres que ella misma ha matado), le hace beber de una horrible calavera que anticipa el destino que le aguarda:

“--Bebe, serranillo, bebe,/ agua de esa calavera,/ que puede ser que algún día/ otros de la tuya beban.--…”

Le sirve de comida piezas que ella ha cazado por el monte. Tras la cena se toman una pausa en que el intruso toca la vihuela o el rabel. Unos romances omiten la posterior relación sexual, pero otros ponen bien de manifiesto el ímpetu erótico de la serrana, que se queda dormida tras el encuentro amoroso. Entonces el huésped, que tuvo la precaución de dejar la puerta entreabierta, trata de escapar:

“Dióme yesca y pedernal/ para que lumbre encendiera/ y mientras que la encendía/ aliña una grande cena./ De perdices y conejos/ su pretina saca llena,/ y después de haber cenado/ me dice: --Cierra la puerta.—/ Hago como que la cierro,/ y la dejé entreabierta:/ desnudóse y desnúdeme/ y me hace acostar con ella./ Cansada de sus deleites/ muy bien dormida se queda,/ y en sintiéndola dormida,/ sálgome la puerta afuera.”

Cuando la serrana despierta, el mozo se encuentra en plena huida. El mozo corre despavorido sin mirar atrás. De nada sirve que la serrana le tire la montera tirando con su honda o de alguna forma similar y le sugiera que pare a recogerla. Tampoco el mozo parece muy dispuesto a seguir las advertencias de la serrana de que no descubra su cueva. Pese a sus amenazas, se muestra decidido a denunciar a la serrana en cuanto regrese a un poblado.

Aquí en algunas ocasiones la serrana detalla su condición genética, fruto de una unión entre un pastor y una yegua. Sin embargo, en otras versiones esos versos se tornan en maldición amenazante dirigida al joven:

“--Anda, reanda, villano,/ que me quedas descubierta,/ que mi padre era un pastor/ y mi madre era una yegua;/ que mi padre comía pan/ y mi madre pacía yerba.”

“--Por Dios te pido, serrano,/ que no descubras mi cueva./ --No la descubriré, no,/ hasta que no esté en mi tierra./ --Te echaré una maldición/ si acaso la descubrieras:/ Tu padre será el caballo,/ tu madre será la yegua,/ y tú serás el potrillo/ que relinche por la sierra.”

En muchos romances éste es el final de la historia. En algunas versiones la serrana se suicida. En unas pocas se narra el apresamiento de la Serrana.

Puntos:
16-05-08 22:53 #876851 -> 876823
Por:perolo

RE: LA SERRANA DE LA VERA
SOMAZITO, me has dejao acohonao, eso pasa por ser "balas perdias" y no yacer cada uno con la suya, anda que el padre de la serrana como haria con la yegua, hay una leyenda de Africa que se llama la Serrana del Kilimanjaro y es lo mismo pero con una elefanta, pedazo machote el padre de la serrana del KIlimanjaro ¿Eh?.

Bueno, un poco confuso pero muy bien, gracias y ya sabes cá uno con la suya que aluego pasan estas cosas.

Que tengais un buen dia. NO, NO, y NO Los toxicos, el buen dia si.
Puntos:
16-05-08 23:39 #876944 -> 876851
Por:SOMAZITO

RE: LA SERRANA DE LA VERA
Perolo nosotros como se dice en mi pueblo, como vas a arrendar tierra si tienes la tuya sin labrar.
Un saludo y que no te sueñes con la serrana
Puntos:
16-05-08 23:05 #876872 -> 876823
Por:Valmor

RE: LA SERRANA DE LA VERA (Otra Versión)
Felipe Jiménez Vasco es autor de un romance que, sin apartarse para nada de los relatos que se conservan por los olvidados pueblos de la serranía, ha querido hacer algo distinto, un poco más atendido en la sintaxis, pero dejando el sabor bucólico que, indudablemente, mantienen todos estos romanceros hijos del pueblo más que de la pluma de un poeta culto. El final del romance -como puede advertirse- es una originalidad suya, ya que ve a la Serrana de la Vera arrepentida, según entrevé en los últimos versos, así como la ingenuidad del pastor al decirle que baje ella a Yuste y se confiese.

Entre Piornal y Garganta,
no muy lejos de Plasencia,
relatan viejos romances
una historia verdadera.

Han pasado varios siglos
de los hechos que recuerda
y aún la cantan los copleros
y la gente lo comenta.

Entre peñas y jarales
y profundas torrenteras,
una joven habitaba,
mitad mujer, mitad fiera.

Asustados trae a los hombres
que se acercan a la sierra,
pues tiene presta una honda,
y con un tino que aterra,
caza liebres y conejos,
y a los hombres que se acercan,
los atrapa entre sus brazos
acostándolos con ella.

Sembrados tiene de cruces
los caminos y veredas,
pues tras de dormir con ellos
los mata en su misma cueva.

Luego los saca arrastrando,
y en el suelo los entierra,
poniendo una cruz de palo
o grabada en una piedra.

Según dicen los pastores
usa abarcas y montera,
y una zamarra de cabra,
y en el invierno, de oveja.

Es hombrina y zanquilarga,
membruda y ojimorena,
y que se baña desnuda
en los charcos de la sierra.

Un arco lleva a la espalda
para disparar sus flechas;
ojos como el azabache,
entre las peñas acecha.

Una noche que velaba
a la luz de las estrellas,
vio pasar a un pastorcillo
con tres cabras blanquinegras.

Habíanse quedado cojas
en lo alto de la sierra,
y al faltar en el aprisco,
volvió el pastor a por ellas.

La Serrana, muy melosa,
le dijo al pastor: -Espera,
que he de decirte algo bueno
en el fondo de mi cueva.

Así se llevó al muchacho
que, corrido de vergüenza,
caminaba con sus cabras
sin saber lo que le espera.

Con yesca y un pedernal
encendieron una hoguera
para guisar unas liebres,
que les sirvieron de cena.
Tras la cena se acostaron.
El, primero; después, ella,
que le brillaban los ojos
como si fueran centellas.

Con el fuego en las entrañas
y la lascivia en las venas,
se ha dormido la Serrana,
tras gozar de la inocencia
de aquel pastor asustado
que muy despierto se queda
esperando la ocasión
de poder abrir la puerta.

La abrió y se marchó corriendo
camino de la su aldea,
donde esperaban sus padres
su regreso de la sierra.

Cuando llevaba corriendo
un poco más de hora y media,
oyó voces en lo alto:

-¡Espera, zagal, espera!
Quiero que lleves un bolso
que tengo aquí con monedas
y lo eches en el cepillo
de la entrada de la iglesia.

Que quiero ganar sufragio
para esta alma mía, tan negra,
que está llena de pecados
y necesita indulgencias.

-No vuelvo -dijo el pastor-,
que me dan miedo tus piedras;
baja tú a Yuste una noche
y de paso te confiesas.


REVISTA DE FOLKLORE
Caja España
Fundación Joaquín Díaz
Puntos:
16-05-08 23:31 #876920 -> 876872
Por:SOMAZITO

RE: LA SERRANA DE LA VERA (Otra Versión)
Hola Valmor, muy bueno como disfrutas con estas historietas tengo una que nos la aprendimos en la escuela del administrativo, que la tengo que poner un día de estos.
Haber si te acuerdas lo mismo que yo.
Bueno Valmor un saludo y felices sueños.
Puntos:

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