Navas del Madroño - Caceres

Tras la noticia de que un rayo había destruido la noche de Nochebuena el santuario de Muxia en La Coruña y la del pasado 16 de enero, en que un rayo dañó uno de los dedos de la mano del Cristo del Corcovado, me ha venido a la memoria una noticia que tenía guardada desde hace tiempo y que quiero que conozcáis.

No ha sido ahora cuando ha sucedido lo que dice el titular de la conversación. Esto ocurrió el día 3 de diciembre de 1862. Para que veamos lo que puede ocasionar una fuerte tormenta cuando no existen elementos que neutralicen los rayos y, en el tiempo de que hablo, seguro que la iglesia del pueblo no contaba con pararrayos.

Ese día, como decía el artículo de un periódico de la época donde se publicaba la noticia, la Divina Providencia presentó en una mano el rayo exterminador y en la otra la misericordia y la bondad.

Según parece, a las once de la mañana se presentó en el pueblo de Navas del Madroño una espesa nube precedida de un ruido sorprendente, lo que presagiaba que la nube llegaba muy baja y cargada de electricidad, y así lo pudieron apreciar los vecinos del pueblo cuando comenzaron a tener dificultad al respirar y algunos experimentar un gran malestar. Al instante, un alarmante resplandor serpenteó entre la nube y una aterradora detonación convulsionó a todo el vecindario.

El capellán de la iglesia de Navas, Julián Gutierrez Bravo, describió lo que sucedió posteriormente diciendo, que tras esa primera explosión se sucedió un segundo relámpago y un trueno aún más fuerte, de tanta intensidad que la gente experimentó en el cuerpo los efectos de la electricidad, unos en las piernas, otros en las caderas y todos en la cabeza, quedando aturdidos durante algunos instantes. El capellán, que en ese instante estaba siendo afeitado en su casa por el barbero, le dijo a éste: ¡La torre ha volado!

Y así fue efectivamente; y en medio de una nube muy densa de negro humo, como provocado por un cañonazo, vieron volar los chapiteles de la torre. Cuando el humo se disipó un poco y se difuminó el olor a azufre, vieron llenos de espanto y de terror truncada la torre en sus almenas y últimos chapiteles. La exhalación, corriendo de sur a norte había arrancado la veleta y la espadaña donde ésta se fijaba, y la arrojó envuelta en los escombros encima del tejado del coro de la iglesia, contiguo a la torre, sin tocar a la campana del reloj, pero hundiéndose en la máquina la desbarató y rompió la puerta y paredes de ladrillo de oriente a poniente, quedando abiertas las paredes y bamboleándose la maquinaria. El rayo pasó después por encima del tejado de la iglesia y arrancó unas cuantas piedras bastante grandes, bajando últimamente en línea perpendicular arrimado al muro hasta la puerta mayor, donde arrancó o rompió la cornisa del portado, llevándose un pedazo de cantería, sin que se supiese la dirección que tomó después, aunque es de imaginar que penetraría en la tierra.

No hubo que lamentar desgracias personales pero lo que ocurrió después sobresaltó al capellán que observaba desde su balcón los daños de la iglesia. El pueblo, la gente, aturdida y aterrorizada, fuertemente afectados por la acción y choque de la electricidad, todos temblando por conocer la suerte de los suyos, como por un impulso general, se dirigieron instantáneamente al lugar de la catástrofe, a la iglesia. Las voces que se oían por todas las calles del pueblo eran las de: ¡A la iglesia! ¡A la iglesia! La gente corría apiñada y con paso presuroso a dar gracias a Dios por haberles salvado de un peligro tan inminente.

El ama le dijo al cura que fuera rápidamente a la iglesia, pues allí estaba todo el pueblo clamando por él y que no saldrían de la misma mientras no fuese a consolarlos. Cuando llegó a la iglesia no cabía más gente en ella y mandó tocar las campanas llamando a cabildo. Llegaron después los cinco sacerdotes que tenía entonces la villa y cantaron un “Te deum”. Desde el púlpito, el sacerdote, sumamente afectado y dando gracias a Dios, dice estas palabras a los feligreses: <<A la misericordia de Dios debemos hoy el no ser consumidos por el rayo…>>, emocionándose el apasionado auditorio y rompiendo a llorar la mayoría.

Así fue el suceso y aquí os he dejado la noticia con algunos matices del momento que debieron vivir los venteros esa mañana del día 3 de diciembre de 1862. El pueblo tenía entonces 2906 vecinos.

Saludos a tod@s

Me ha sorprendido la historia tanto por la magnitud del suceso como por ignorado,y digo por ignorado por que yo jamas había oido hablar de este tema a nadie, ni a mayores ni a jovenes, y es de extrañar que este hecho no tan lejano en el tiempo, no se hubiera difundido por via oral o al menos lo hubieramos oido mentar alguna vez por nuestros abuelos o personas que nacieron a princlpio del siglo pasado y ellos la hubiran oido a su vez de sus mayores.
Otro aspecto que tambien me ha llamado la atención en esta historia es el de los cinco sacerdotes que tenía el pueblo en esa fecha.

Un saludo.

Entiendo su escepticismo, sacaco, ante la novedad de la noticia. Eso mismo me sucedió a mí cuando la leí en el periódico La Esperanza, que se hacía llamar “periódico monárquico”, en un ejemplar del día 22 de diciembre de 1862.

Si la tradición oral es la que popularmente ha imperado en otras épocas en la mayoría de los pueblos, en el caso de esta noticia no ha sido así; no sé si alguno de los que se hayan asomado al foro y hayan leído esta conversación ya tenían conocimiento del suceso, aunque no ha habido comentario al respecto.

Este es uno de los muchos hechos o sucesos que han acaecido en Navas, no todos ellos transmitidos oralmente, y de los que tanto usted como yo no teníamos noticias. Pero no entienda la vida de entonces como una vida rural, monótona y tranquila, que en Navas hubo tanto sucesos trágicos como alegres, con gentes que estaban interesadas por la cultura, los avances tecnológicos de su época, con inquietudes políticas quizás más radicalizadas que las que vivimos hoy y con profesionales en todas las ramas de actividad, que debieron dar un gran impulso a que se conociera el pueblo de Navas en todos sus aspectos. El que esta noticia quedara reflejada en un ejemplar de un periódico no es para decir que se había perdido la tradición oral, pero como bien dice en su comentario, no se ha transmitido desde aquella generación hasta la nuestra por el boca a boca.

Saludos a tod@s