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18-01-12 23:53 #9461706
Por:Rodrigo Nieto

Para los que piden justicia
Jesús enseñó que LA JUSTICIA VERDADERA, no es la que el hombre considera como tal en relación con su apariencia externa, sino la que hace Dios basado en la evaluación del corazón:

“Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominable” (Lucas 16:15)

Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. (Mateo 6:33)

La justicia de Dios, uno de los atributos más notables de Dios en las Escrituras, es también uno de los más evasivos. La rectitud de Dios es sinónimo de Su justicia:

Al decir que Dios es justo, estamos diciendo que Él siempre hace lo que está correcto, lo que debe hacerse y en forma consistente, sin parcialidad ni prejuicios. La palabra justo y la palabra recto, son idénticas tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. Pero cualquiera sea la palabra que usan, esencialmente significan lo mismo. Está relacionada con las acciones de Dios. Su significado siempre es recto y justo.

La rectitud (o justicia), es la expresión natural de Su santidad. Si Él es infinitamente puro, quiere decir que debe oponerse a todo pecado y esa oposición debe demostrarse en el tratamiento que Él da a Sus criaturas. Cuando leemos que Dios es recto o justo, se nos está asegurando que sus acciones hacia nosotros, están en completo acuerdo con Su naturaleza santa.

la justicia de Dios, según la Biblia, no consiste en castigar a los malos y premiar a los buenos. Hablar de la justicia divina no debe llevarnos a pensar en un juez que condena a los transgresores de unas leyes. Dios es justo porque siempre se mantiene en actitud de respeto, de amor, de fidelidad; porque sabe perdonar de corazón; y comenzar siempre de nuevo…

Las relaciones de Dios con sus hijos no se fundan en ningún tipo de ley, sino en su maravilloso amor gratuito. La justicia de Dios es el fundamento de su continua actitud de PERDON. “La misericordia del Señor con sus fieles dura siempre; su justicia pasa de hijos a nietos” (Sal 103,17). El interviene en favor de los que reconocen con humildad sus infidelidades y sus problemas, y se fían totalmente de él, como amigo fiel que nunca falla.

Según Jeremías, Dios y justicia están tan íntimamente interrelacionados, que practicar la justicia es conocer a Dios y conocer a Dios es practicar la justicia (Jer 22,16). La experiencia de construir la justicia es experiencia de Dios, pues se trata de respetar a cada ser humano como hijo querido de Dios y de ayudarle de modo que pueda vivir dignamente.

Dios es justo también respetando la libertad que nos ha dado. Él siempre está en actitud de ayuda. Pero jamás se impone a nadie. La fidelidad a un proyecto de amor no puede ser impuesta a la fuerza. Por eso respeta tanto nuestras decisiones. Aunque usemos mal nuestra capacidad de opción y de compromiso, él se mantiene siempre fiel a su actitud de ayuda, si es que se le acepta. Su proyecto es ayudarnos a crecer como personas, en amor, inteligencia, belleza, creatividad...

Dios no es paternalista. No realiza él directamente lo que es nuestras propia responsabilidades. No nos hace "los deberes", mientras nosotros "jugueteamos" como chiquillos caprichosos. Esto es parte de su justicia también. Él anda siempre dispuesto a animarnos y aconsejarnos, pero jamás a ser un metiche, alcahuete de nuestras irresponsabilidades. Es justo aun dejando a veces que nos rompamos nuestras caprichosas narices, cuando las metemos donde no debemos, a ver si así aprendemos...

Pero es Padre, todo amor, por encima de todo. Por eso su justicia acaba enderezando todo lo que nosotros torcemos. Muchas veces no sabemos cómo. Pero él es fiel a su amor y sabe cómo arreglárselas para que al final todo pueda contribuir para nuestro bien. A veces nos corrige, aun con dureza, pero siempre con cariño, buscando ayudarnos a crecer y a madurar.

Estás tan ajeno a todos los mecanismos del mal
que ni siquiera castigas a los transgresores
para no añadir violencia a nuestras violencias.
Tú no tienes, Señor, el poder de matar
porque ese no es un poder divino.
Tu poder es amar sin medida,
crear, sanar, perdonar
y hasta triunfar de la muerte.


Y para aquellos humildes y pequeños que tanto han sufrido y siguen sufriendo:

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?

Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.

Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo.

Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca;

y así levantaré la cabeza
sobre el enemigo que me cerca;
en su tienda sacrificaré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.
Puntos:
19-01-12 15:27 #9463725 -> 9461706
Por:fuenteblanca

RE: Para los que piden justicia
Vd. justifica el sufrimiento en virtud de una facultad de Dios: La justicia.
Ud presupone que el sufrimiento es el castigo que Dios sentencia en función de unos incumplimientos a la leyes por él dictadas.
Vd fundamenta el sufrimiento en unas infracciones a la Ley de Dios y comos esas leyes proceden del ser que, segúnVd, es sumamente justo, No hay posibilidad de error.


Siga Vd. con esa opinión. Lo que yo pueda argumentarle Vd no me lo tendrá en cuenta.

De donde deduzco que Cuando El fabricante pase lista Vd estará, como en este mundo, a su derecha y yo (pobrecito) a su izquierda.

Animo, no decaiga en sus convicciones.

Lléveme a la inquisión ante el Santo tribunal de su Dios.

Vd. será santo.

Yo un infiel.

Y que pase el siguiente....

Que a ese tambien le daran por el ....
Puntos:
19-01-12 21:17 #9473874 -> 9463725
Por:Rodrigo Nieto

RE: Para los que piden justicia
Juan Pablo II declaró el año 1984, año de la Redención. Y en este año publica su Carta Apostólica acerca del sentido cristiano del sufrimiento humano, por que la redención se ha realizado mediante la cruz de Cristo, o sea mediante su sufrimiento, dice el Papa.

¿Por qué hay sufrimiento? ¿No podría ser la vida sin dolor: sin enfermedad, sin violencias, sin desgracias, sin temores…? ¿Por qué hay dolor –sufrimiento– en nuestra vida? Si la vida humana fuera sólo el proceso cambiante de unos elementos –los hombres– que se suceden en el tiempo, como ocurre con los animales y las plantas, el sufrimiento humano sería equivalente a la caída de las hojas en otoño, al agostarse de la hierba por el calor, a la huída del ratón por el acoso del gato o a la agonía de un pez en el anzuelo; algo sin más relevancia que el mal del momento, algo sin relevancia, intrascendente. El sucederse de las generaciones y la suerte de cada hombre podría compararse al correr incesante del agua por un torrente, cuyas gotas discurren con calma o golpean violentamente mientras la corriente fluye. Es una interpretación materialista que no concuerda con la conciencia que solemos tener de la vida con sus momentos mejores y peores.

La Biblia responde en el libro del Génesis: que el Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén para que lo trabajara y lo guardara; y el Señor Dios impuso al hombre este mandamiento:de todos los árboles del jardín podrás comer; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que comas de él, morirás. (…)
El pecado original, tal y como se narra en la Sagrada Escritura, para comprobar que el primer dolor en la vida del hombre, la primera contrariedad, lo atosiga a continuación de la desobediencia: porque han pecado; porque se han opuesto a su Creador; porque le han ofendido, en definitiva. La concupiscencia, el miedo, el dolor físico, el cansancio, y, por fin, la muerte, son consecuencia de la ofensa. El sufrimiento tiene caracter de pena: el día que comas de él, morirás.

Aparte de esta explicación bíblica del dolor, la realidad que experimentamos es que el dolor es una cuestión de hecho. Si alguien no sufre ni ha sufrido nunca, no debe preocuparse, sólo tiene que esperar.

El Evangelio es la noticia de que la salvación de los hombres es ya una realidad por Jesucristo. El mal y el sufrimiento, consecuencia del pecado, pueden ser abolidos por la vida que nos trae el Señor. En el programa del reino de Dios, el sufrimiento está presente en el mundo para provocar amor, para hacer nacer obras de amor al prójimo, para transformar toda la civilización humana en la «civilización del amor»

Si es posible convendrá suprimir el dolor o al menos mitigarlo, pero en cualquier caso sólo resuelve el problema del sufrimiento quien enseña a sufrir, quien ayuda a descubrir el sentido valioso que tiene el dolor humano.

No es el dolor –cualquiera que sea– si es cristiano, algo ante todo negativo, deprimente para el hombre. Sería solamente eso si fuéramos simples bestias o nos comportáramos como tales. El dolor del hombre puede y debe ser, como el de Cristo, una oración grata al Padre que logra también los fines de la Cruz.

En la segunda carta a los Corintios escribe el Apóstol: «En todo apremiados, pero no acosados; perplejos, pero no desconcertados, perseguidos, pero no abandonados; abatidos, pero no aniquilados, llevando siempre en el cuerpo la muerte de Cristo, para que la vida de Jesús se manifieste en nuestro tiempo. Mientras vivimos estamos siempre entregados a la muerte por amor de Jesús, para que la vida de Jesús se manifieste también en nuestra carne mortal... sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús, también con Jesús nos resucitará…

Apoyado en la fe, el cristiano se siente optimista porque sufre. No es entonces para el hijo de Dios el dolor sólo algo que hay que tolerar en razón de la justicia: pues lo merecemos por nuestros pecados; ni algo razonable por nuestra deficinte condición y la también deficiente condición de este mundo en que vivimos; es mucho más, a los ojos del Dios justo, ante su juicio, cuantos participan en los sufrimientos de Cristo se hacen dignos de este reino. Mediante sus sufrimientos, éstos devuelven en un cierto sentido el infinito precio de la pasión y de la muerte de Cristo, que fue el precio de nuestra redención.

San Pablo a los Corintios: Muy gustosamente, pues, continuaré gloriándome en mis debilidades para que habite en mi la fuerza de Cristo

En la segunda carta a Timoteo: Por esta causa sufro, pero no me averguenzo, porque sé a quien me he confiado. Y en la carta a los Filipenses dirá incluso: Todo lo puedo en aquél que me conforta.

Las palabras de la oración de Cristo en Getsemaní prueban la verdad del amor mediante la verdad del sufrimiento. Las palabras de Cristo confirman esta verdad humana del sufrimiento hasta lo más profundo: el sufrimiento es padecer el mal, ante el que el hombre se estremece.

Al margen de la fe no tiene sentido la pregunta por el dolor: Juan Pablo II afirma que a veces se requiere tiempo, hasta mucho tiempo, para que esta respueta –por qué el sufrimiento– comience a ser interiormente perceptible. Cristo no responde directamente ni en abstracto a esta pregunta humana sobre el sentido del sufrimiento. El hombre percibe su respuesta salvífica a medida que él mismo se convierte en participe de los sufrimientos de Cristo. Para entenderlo hay que vivirlo. Pero no de cualquier modo, sino como Cristo; es decir, amando.

Sobre el juicio de Dios:

Jesús es el Hijo del hombre, al que el Padre ha transmitido el poder de juzgar. Él ejercerá el juicio sobre todos los que saldrán de los sepulcros, separando a los que están destinados a una resurrección de vida de los que experimentarán una resurrección de condena (Jn 5, 26-30). Sin embargo, "Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él" (Jn 3, 17). Sólo quien haya rechazado la salvación, ofrecida por Dios con una misericordia ilimitada, se encontrará condenado, porque se habrá condenado a sí mismo.

En San Pablo la justicia de Dios está íntimamente unida al don de la reconciliación: si por Cristo nos dejamos reconciliar con el Padre, podemos llegar a ser, también nosotros, por medio de él, justicia de Dios (2 Co 5, 18-21). Justicia y misericordia se entienden como dos dimensiones del mismo misterio de amor.

Dios es Padre de misericordia y de toda consolación. Jesús, al revelarnos la plenitud de la misericordia del Padre, también nos enseñó que a este Padre tan justo y misericordioso sólo se accede por la experiencia de la misericordia que debe caracterizar nuestras relaciones con el prójimo.

Y para que asi conste, nunca he llevado a nadie ante el Tribunal de la Santa Inquisicion: «La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres»
Miguel de Cervantes
D. Quijote de la Mancha



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20-01-12 15:09 #9476840 -> 9473874
Por:fuenteblanca

RE: Para los que piden justicia
Su Dios: para serlo, debe no solo poser la virtud de la justicia, sino tambien la de la Omnipotencia y la de la bondad en el grado sumo.

Mi pregunta me asalta cuando en la única entrevista que Benedicto XVI concedió (previa censura) una niña japonesa le preguntaba: Por qué existe el sufrimiento (se referia al devastador suceso del Tsunami).

Si Vd no leyó o ignora su respuesta despues de meditarla su contestación fue: No lo se.

Yo tampoco.

Parece que Vd Sí. comuciquesela al Santo Padre.
Se lo agradecerá o, hasta incluso le nombrará una "prelatura" para Uv.

En esas comillas detecto sus principios.

Espero que me entienda, en caso contrario tendré que ser más claro y contundente.
Puntos:
20-01-12 17:11 #9477411 -> 9476840
Por:Rodrigo Nieto

RE: Para los que piden justicia
A lo largo de la vida todos nos encontramos un día u otro frente a un sufrimiento de forma permanente o en nuestro entorno cercano. Es desgarrador. Todo se derrumba... Se plantea la cuestión de ¿por qué?, y sobre todo, ¿por qué yo? ¿Qué mal he hecho? En esos momentos, o nos desmoronamos, o nos rebelamos, lo que en ambos casos nos puede alejar de Dios.

Se trata de una reacción totalmente humana y normal, puesto que el hombre no fue creado para sufrir. Este sufrimiento, que rompe de nuestra cómoda vida y nos abre una brecha en el corazón, pone de relieve nuestra necesidad interior de ser felices. En el fondo, el sufrimiento está relacionado con el misterio más profundo de nuestro ser, ya que nos recuerda el bien para el que fuimos creados (la felicidad) y del que nos vemos privados. El sufrimiento se manifiesta en forma de carencia. Por eso no lo podemos aceptar espontáneamente, porque en sí mismo es inaceptable. Nos da miedo y lo rechazamos, porque estamos hechos para la vida. No obstante, más allá del miedo, el sufrimiento nos hace descubrir una timidez, una especie de respeto y, más profundamente aún, la compasión. Hagamos lo que hagamos para evitarlo, estamos indefensos ante él. La causa es que el sufrimiento, el mío y el del prójimo, están vinculados con este misterio que me resulta tan cercano porque es el mío. Un misterio que a su vez me supera: el misterio del hombre, el misterio del mal y de su raíces en la historia y el alma humanas...

En realidad es a Dios a quien preguntamos por qué, a Dios como Creador y Señor del mundo. Tal vez pensemos que Dios es el autor del mal. "Si Dios fuera bueno, no lo permitiría, no actuaría así..." En el fondo es lo que lleva sucediendo desde el pecado original. Dios no ha cambiado, somos nosotros quienes lo hemos hecho.

Pero a lo mejor tenemos algo que descubrir en Aquél que nos ha salvado del Mal: «Venid a mí todos los que andáis agobiados con trabajos, y cargas, que yo os redimiré.» (Mt 11, 2Chulillo Es palabra Cristo, quien dice en las Escrituras: «él mismo tomó sobre sí nuestras dolencias y pecados, y cargó con nuestras penalidades» (Is 53, 4). Él, que fue condenado a muerte injustamente, para que con «sus heridas fuésemos curados» (Jn 55, 3-4).

¿Qué nos demuestran su vida y lo que dice el Evangelio? No es un Dios justiciero el que se acerca a nosotros, sino un Dios humilde, "siervo que sufre", que asume completamente la condición humana, con todo su sufrimiento, para consolarnos y ayudarnos a sobrellevarla.

"Dios no ha venido a suprimir el dolor, no ha venido a explicarlo, sino que ha venido para llenarlo de su presencia", dijo Paul Claudel. Hasta lo más profundo.

Pero Cristo va más lejos: sufre por nuestra salvación y nuestros sufrimientos junto con el suyo abren un camino que nos conduce a la vida. Dios nos invita a seguirle. Es lo que hace una joven diabética de 18 años: "Jesús nos ama y no permite que soportemos solos un dolor demasiado grande. Confía en nosotros y nos hace compartir su misión, que consiste en llevar a todo el mundo al Padre. ¡Es una alegría participar en una misión cuyo director es Dios!"

El sufrimiento es un enigma inescrutable para la razón, resalta el Papa Benedicto XVI.

VATICANO, 22 Junio: Al dirigirse a los enfermos y al personal sanitario de la Casa Sollievo della Sofferenza (Casa Alivio del Sufrimiento), el hospital que fundó Padre Pío en 1956, el Papa Benedicto XVI resaltó que el sufrimiento se transforma y enaltece cuando éste es vivido en cercanía a Dios.

Hablando de la enfermedad, el Papa explicó que "se manifiesta en muchas formas y golpea de maneras diferentes, suscita preguntas inquietantes: ¿por qué sufrimos? ¿Puede considerarse positiva la experiencia del dolor? ¿Quién nos puede liberar del sufrimiento y de la muerte? Interrogantes existenciales, que la mayoría de las veces no encuentran una respuesta humana, dado que el sufrimiento constituye un enigma inescrutable para la razón".

Tras resaltar que "el sufrimiento forma parte del misterio mismo de la persona humana", el Santo Padre observó que "ciertamente debemos hacer todo lo posible para que disminuya el sufrimiento, pero eliminarlo del mundo por completo no está en nuestras manos, simplemente porque (...) ninguno de nosotros es capaz de eliminar el poder del mal, (...) fuente continua de sufrimiento".

"El único que puede eliminar el poder del mal es Dios", aseguró. "Precisamente por el hecho de que Jesús vino al mundo para revelarnos el designio divino de nuestra salvación, la fe nos ayuda a penetrar en el sentido de todo lo humano y por tanto también del sufrimiento. Existe por tanto, una íntima relación entre la Cruz de Jesús, símbolo del dolor supremo y precio de nuestra verdadera libertad, y nuestro dolor, que se transforma y se enaltece cuando se vive con la conciencia de la cercanía y de la solidaridad de Dios".

El Papa Juan Pablo II en su Carta Apostólica Salvici Doloris, en la que explica el misterio del sufrimiento humano, iba aún más lejos y nos decía que el sufrimiento se enmarca, además, dentro de la lucha entre las fuerzas del Bien y las del mal, y que nuestros sufrimientos, unidos a los de Cristo colaboran en el triunfo final de las fuerzas del Bien.

El sufrimiento, entonces, es un misterio, un misterio que se convierte en una invitación de Cristo a seguirle y a colaborar con El en la salvación del mundo y en el triunfo final de las fuerzas del Bien.

Jesucristo enseñó con claridad que las víctimas no son más culpables que el resto de la población:

"En aquel mismo momento llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Les respondió Jesús: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro"; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo.» -Lucas 13:1-5

Dios lo creó todo bueno. Los males, tanto los desastres causados por los hombres como las enfermedades y los desastres naturales, son consecuencia del pecado. El pecado causa un gran desorden que afecta a toda la creación. Todos somos culpables porque todos hemos pecado. Siendo así las cosas, en este mundo los justos e injustos sufren y mueren. Está claro que los justos también experimentan las tribulaciones. La pasión de Jesucristo es el mejor ejemplo de ello.

El mismo Jesucristo, siendo Dios, asumió la naturaleza humana y sufrió la mas terrible muerte al ser crucificado. Así, sin quitar el misterio del sufrimiento, Jesús se adentró en el y le ha dado valor definitivo. El Cristiano ya no sufre sin sentido pues une sus sufrimiento a los de Cristo. Se mantiene fiel en la tribulación con fe de que obtendrá la victoria de Cristo en la resurrección. Los momentos de tribulación nos hacen presente el misterio del mal. Pero como cristianos tenemos las oportunidad de enfrentarlo y vencerlo, aunque esto signifique morir. La muerte entonces se convierte en la victoria.

San Pablo a los Colosenses 1,24:
Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia.

Romanos 8,35-37:
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?, como dice la Escritura: Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero. Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó.

II Corintios 1,8-9:
Pues no queremos que lo ignoréis, hermanos: la tribulación sufrida en Asia nos abrumó hasta el extremo, por encima de nuestras fuerzas, hasta tal punto que perdimos la esperanza de conservar la vida. Pues hemos tenido sobre nosotros mismos la sentencia de muerte, para que no pongamos nuestra confianza en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos.

I Tesalonicenses 3,7:
Así pues, hermanos, hemos recibido de vosotros un gran consuelo, motivado por vuestra fe, en medio de todas nuestras congojas y tribulaciones.


Nuestros sufrimientos son caricias bondadosas de Dios, llamándonos para que nos volvamos a Él, y para hacernos reconocer que no somos nosotros los que controlamos nuestras vidas, sino que es Dios quien tiene el control, y podemos confiar plenamente en Él.
Madre Teresa de Calcuta

No hay razón para buscar el sufrimiento, pero si éste llega y trata de meterse en tu vida, no temas; míralo a la cara y con la frente bien levantada.
Friedrich Nietzsche

El que no ha sufrido no sabe nada; no conoce ni el bien ni el mal; ni conoce a los hombres ni se conoce a sí mismo.
Fénelon

Cuando un hombre bueno está herido, todo el que se considere bueno debe sufrir con él.
Eurípides de Salamina

Cristo es la respuesta al problema. Por medio de él Dios demuestra que no está alejado del sufrimiento. Porque Cristo, no solamente perdona el mal, sino también socorre al que sufre. "Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados" (Hebreos 2.1Chulillo.

Saludos! Creo que yo sí he sido contundente. Y es mÁs, digo como el Papa: "NO LO SE"

Y por cierto, no me hace falta ninguna prelatura.
Puntos:
21-01-12 13:58 #9480929 -> 9477411
Por:yotabiensoyd aki

RE: Para los que piden justicia
Rodrigo o cambias el "chis" o te va a ver mas solo que la una en la iglesia, date cuenta que estamos en el 2012, no en el 1012, creo que te has aprendido demasiado al pie de la letra la letanía, creo que te estas equivocando, con tu forma lo único que consigues es espantarnos a los pocos que somos, no se puede decir misa riñendo a los que no van y ver las cosas desde el punto de vista del castigo, ese no es el camino para llamar a la gente con amenzazas.

Te pido perdón si mis palabras te ofenden pero es el sentir de toda la gente que vamos a misa.
Puntos:
21-01-12 17:08 #9481527 -> 9477411
Por:fuenteblanca

RE: Para los que piden justicia
Si no le hace falta ninguna prelatura porque estuviese ya en en alguna.

Le puedo echar una mano con Kiko arg"uello, compañero en mis años jóvenes en Palomeras.

Despierte jovencito.

Y lease a Juan XXIII, lo necesita.
Puntos:
21-01-12 21:09 #9482525 -> 9481527
Por:Rodrigo Nieto

RE: Para los que piden justicia
Saludos!

Me gustaria saber en qué prelatura he estado yo, segun usted.

El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su doctrina. Jesús le respondió: He hablado abiertamente ante todo el mundo; he enseñado siempre en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he hablado nada a ocultas. ¿Por qué me preguntas? Pregunta a los que me han oído lo que les he hablado; ellos saben lo que he dicho.
Apenas dijo esto, uno de los guardias que allí estaba, dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así contestas al Sumo Sacerdote?
Jesús le respondió: Si he hablado mal, declara lo que está mal; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?


Y finalmente me gustaria saber por qué la cobardía de los que se sienten fuertes para opinar pero lamentablemente debiles para ser dueños de palabras impropias.
La cobardía es madre de la crueldad Confucio

Un pequeño regalo sobre Juan XXIII, tu mejor amigo:

Cualquiera puede ser Papa; la prueba de esto es que he llegado a ser uno.
Juan XXIII

Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto, cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie, sino a mí mismo.
Juan XXIII

Y ésta os la dedico a ti y a tu amigo y compañero Kiko:
Saber cómo envejecer es la obra maestra de la sabiduría, y uno de los capítulos más difíciles en el sublime arte de vivir.
HENRI FRÉDÉRIC AMIEL
Puntos:
22-01-12 13:12 #9484280 -> 9482525
Por:joseantonio1940

RE: Para los que piden justicia
Lo que voy a decir ahora no es respuesta personal a nadie en particular. Es solamente la expresión de mi personal experiencia. Sin academicismos, sin escuelas filosófica y tampoco teológicas. Eso sí, es la experiencia de alguien que, a pesar de todo y sobre todo, cree en Dios y en su Hijo Jesucristo.

En un país solado por la violencia guerrillera. Iba yo, montado en mi mulo, camino de un caserío. Salía mucho humo de allá lejos. La pequeña aldea ardía; la gente se había refugiado en su mayoría en el sencillo edificio que servía de pequeña escuela. Muertos, muchos muertos. Degollados unos. A balazos otros. Mujeres, niños, hombres... Algunos aún lloraban y pedían ayuda.

O sea, me encontré metido de frente en el más atroz sufrimiento. Allí no servía para nada preguntar por motivos y razones; discutir si Dios es bueno o no lo es permitiendo esto. Se trataba de un caso de lo más práctico de todos los más que me habían enseñado. Sólo valía ponerse a trabajar. A ayudar; a sacar a la gente de allí, a vendar heridas..., en una palabra, a sentir compasión. Es decir, a "padecer con". Y ¡vive Dios!, que padecí.

Se trata de ir a lo práctico. Y saqué mi primera conclusión: De nada sirve discutir, elucubrar, buscar motivos. Mi obligación es aliviar todo lo que pueda el sufrimiento de cualquiera, aunque lo más que pueda hacer sea abrazarle y manchar mi ropa con su sangre.

Yo, como el Papa, tampoco sé dar la respuesta. Pero doy "mi respuesta".
Puntos:
22-01-12 13:31 #9484355 -> 9482525
Por:joseantonio1940

RE: Para los que piden justicia
Seguí sacando conclusiones a lo largo de mi ya no corta vida.
Cuando veo que a alguien le toca un caramelo amargo, o sea, un golpe en seco, siempre me pregunto por qué a mi no. Muchas veces lo decimos ante el sufrimiento. ¿Por qué a mi, si soy bueno? Y yo me digo: ¿Por qué a mi no? ¿Soy más guapo? ¿Más privilegiado?
No he podido soportar nunca que se diga que "Dios te quiere mucho porque te hace sufrir". No. Dios no lo quiere así. Si el dolor te llega, gestiónalo de la mejor manera que puedas y sepas. Yo, como creyente, estaré a tu lado aunque sólo sea para prestarte mi pañuelo. Sin perder de vista que el creyente soy yo y que, a lo mejor, tu no lo eres o no lo eres tanto.

Y esta,amigos míos, es la segunda conclusión que se deduce de lo escrito: El sufrimiento se reparte, se rifa. Todos tenemos un pocotón de números. Es cuestión de suerte. Pero tengámoslo por seguro: Nos llegará. En forma de muerte de un familiar muy querido, en forma de enfermedad, en forma de desgracia física, en cincuenta mil formas.
Y, cuando llegue, discute lo que quieras, rebélate, siente que no estas solo, aprende del sufrimiento, y, si crees de verdad, únte a Cristo sufriente.

Todo lo demás son pamplinas y música fina.
Puntos:
23-01-12 12:24 #9488120 -> 9482525
Por:fuenteblanca

RE: Para los que piden justicia
Sabias palabaras Jose Antonio.

Me quedo con tu consejo y me rebelo pidiendo una explicación.
Para mi desgracia o quizás para mi suerte, no me convencen las respuestas divinas.

Tu aclaración me llega más cercana. Es mas solidaria, más real.

Porque tal vez sea la única.

Sólo discrepo de tu última aseveración. Las pamplinas no son muy de mi agrado. Estamos comentando una cuestión demasiado importante para muchos.
No de una inquietud baladí.
Para mi otro forero discrepante sólo comentarle que me aterra pensar en que la Iglesia católica haga bandera del sufrimiento, su estandarte es una crus y un Salvador crucificado el que nos ponen como ejemplo de comportamiento humano.
Por qué será?
Es una forma de dominación mediante el acatamiento del dolor?.
Como "auténtico" cristiano prefiero más una revelación que una redención.
Y tus consideraciones me suenan muy distantes y con un poso añejo opusdeista.
Me huelen demasiado a sacristía y a cera derretida.

A los dos deciros que encantado de haber mantenido con vosotros esta diatriba novedosa en estos círculos.
Y contad con mi consideración y estima más significativa.
Un saludo.
Puntos:
03-03-12 11:40 #9716721 -> 9482525
Por:endevecomomapuesto.

RE: Para los que piden justicia
Rodri, este no eres tu... tu no eras asi... yo tenia la esperanza de si algÚn dÍa me casaba, y fuese por la iglesia, me casases tu, pero el rodri de toda la vida, con el que me lo pasaba de miedo, no un rodri que se estanca en la iglesia de siglos atrÁs.

Queremos al rodri que iba a las vaquillas!!!!!
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