¡Prendao! Tol día respingando entre canchos y esparragueras, y atollao, con el rabino del ojo mirando pa la Sierra del Puerto, punto de referencia pa no perderme nuevamente, que como están ya las cabezas no s´acuerda uno si tal camino lleva a Zorita, a Alcollarín o a la Abertura. Entre espárrago y espárrago, la más inteligente de mis neuronas se debatía en descifrar el endescifrable enigma de La Sierra del Puerto, El Puerto de Santa Cruz, y Santa Cruz de la Sierra; mientras la otra, la más torpina, s´afanaba en resolver el Santo Trino Misterio: El Foro/El Bujero/El Santo Cervecero. Concluío mentalmente, destrozás la pierninas, a punto de sucumbir, armándome de fuerzas acudí a mi cita...., na más que en busca de una mirada ( que a mi con dos granos me sobran). Y mu tiernamente me ofreció su mejor poesía: Cuando el diario suculento plato, base de toda mesa castellana, gastar me veda el rígido mandato de la Iglesia Apostólica Romana, yo, fiel cristiana, que sumisa acato cuanto de aquella potestad emana, de las viandas animales huyo y con esta invención lo sustituyo. Ancho y profundo cuenco, fabricado de barro (como yo) coloco al fuego; de agua lo lleno; un pan despedazado en menudos fragmentos, lo echo luego; con sal y pimentón despolvoradao, de puro aceite tímido lo riego; y del ajo español dos cachos mondo y en la masa esponjada lo escondo. Todo al calor del fuego hierve junto, y en brevísimo rato se condensa, mientras de aquel suavísimo conjunto lanza una parte en gas la llama intensa: parda corteza cuando está en su punto se advierte en torno, y los sopones prensa; y colocado el cuenco en una fuente, se sirve así para que esté caliente. ¡Chacho!, mejor que una nana, la más dulce de las nanas, que me hizo dormir como un bendito recién confesao por el "Bendito" de D. Lucas. Y mis dos neuranas, ¡jerre que jerre! que sí, que estamos de acuerdo, que el Amor no existe, y es verdad. Pero yo estoy "Prendao"...de la antepenultima letra del abecedario. ¡El otro, el cervecero, naaaa.... mu feo!. Sinceramente agradecido. |