Zahínos - Badajoz

EL HOMBRE DE LA GABARDINA MARRÓN Y LA MALETA ROTA


Primera parte.


Caminaba por las calles de París un hombre alto y delgado. Llevaba en sus labios un palo de regaliz, su rostro estaba cubierto por una barba rizada y el pelo largo y lacio le daba una imagen de pereza y abandono. Las ternillas respetaban la armonía del alargado y fino rostro. Protegido con una gabardina marrón, trasportaba el hombre una maleta. La velocidad de sus pasos le advertían del molesto objeto y algunos botones sin atar dejaban ver el estilo de ropa un tanto abandonado. Un pantalón gris, una camisa negra y una corbata roja. Los zapatos negros taconeaban en la travesía. El cielo se distinguía cubierto de nubes y la lluvia caía con soltura golpeando el asfalto; salpicando y empapando su cuerpo. Las calles de la ciudad, unas grandes y alargadas, otras pequeñas y cortas, formaban las diferentes rutas. Las aceras cortaban el paso de los automóviles dejando nacer los edificios con sus puertas, ventanas y balcones .Un destino intentaba encontrar, una calle, un número, un alojamiento donde poder descansar, donde poder dormir y recuperar la ausencia de calor. Ya en la calle Peri y a unos metros de distancia, advirtió el número del portal donde se encontraba situado el hostal. Miró detenidamente hasta localizar el piso que le serviría de hogar Entró en él, la puerta estaba abierta Era un bloque de ocho pisos. El alojamiento se encontraba en la cuarta planta. Subió las escaleras envejecidas por el tiempo Al llegar se encontró con tres puertas, una de ellas tenía una placa de color blanco con letras en negrita indicando el destino “Hostal Pilar”. Unos centímetros por encima del pomo de madera se encontraba la campana de color dorado que el hombre utilizó para llamar. Unos pasos lentos se acercaron a la puerta. La cerradura comenzó a abrirse con lentitud. El hombre impaciente espero. Asomó por ella una mujer de mediana edad, ésta pequeña y delgada, era la señora Pilar. Llevaba una falda azul marino, una camisa roja y unas zapatillas marrones. El pelo largo y despeinado caía sobre sus hombros dejando restos de caspa sobre la camisa. La piel blanca y arrugada resaltaba sus enormes ojos azul celeste. Escrutó al hombre investigando la razón que le llevaba al lugar.
SIGUE.