¿Quienés somos? No salgo de mi asombro. Miles de personas escucharon en respetuoso silencio el himno nacional español y una vez terminado aplaudieron calurosamente. ¿Adivinan donde ocurrió eso? En distinto escenario otros tanto miles de personas enarbolaron ban deras españolas y las alzaron al viento durante dos horas. Habia espa ñoles de todas las regiones pero su única bandera era la roja y gualda. Como habrán imaginado ninguno de los dos sucesos tuvo lugar en una ciudad española. El primero ocurrió en Paris como homenaje a la patria del campeón del trofeo Roland Garrós. El segundo en una ciudad polaca para animar al equipo de futbol que representaba a España. Y también me sorprende que algunos se rasguen las vestiduras porque en el Parlamento argentino insulten a la diputada señora Laura Alonso llamándola ¡"española"!, pero capten con naturalidad que el mismo epíteto se utilice como el peor de los improperios en algunos pueblos de España. Y que en el Senado español se contraten traductores simultáneos Y que en aras de la libertad de expresión se pueda insultar impune- mente al Rey de España en un campo de futbol, pero no sea aceptable llamar negro a un hombre de esa raza. Y en algún pueblo de España se pueda rotular en cualquier idioma menos en español. Y lo que mas me sorprende es que los españoles mas o menos cuerdos, aceptemos estas demenciales ocurrencias con naturalidad. Claro que si la nación es un concepto "discutido y discutible", según afirmó un ex presidente del Gobierno, tendriamos que empezar por pre- guntarnos quienes somos nosotros, los españoles, y qué ente imaginario gobernaba ese señor. ¿Existe o no en España conciencia nacional? Viendo como se comportan diariamente los ciudadanos diríamos que sí.Observando el proceder de la mayoría de los políticos, o contemplando a los ciudadanos cuando se dejan guiar por los cabestros como los toros en San Fermín, es evidente que no. Una minoría de diputados y senadores propugnan la anti-España, aunque siguen cobrando de los Presupuestos Generales del Estado. Otros aceptan el concepto de nación siempre que esté subordi- nado al Partido. Y los políticos que tienen concepto claro de Nación y de Patria, como tarea común y patrimonio sagrado de cuantos nos sentimos orgullosos de ser españoles, que somos la gran mayoría, no tienes el coraje, la decisión, la gallardía de defenderla y servirla hasta su último aliento, ni el de presentar su dimisión. Tenemos el doble de políticos que Francia y el triple que Alemania,- siendo mucho menor nuestra población- y su eficacia no hace honor al número. El día que se creó el Estado de las Autonomías fué como el recluta que hizo izquierda cuando todos hacían derecha.Retrocedió ocho siglos. Re- gresamos a los Reinos de Taifas. Si lo hubieran diseñado nuestros peores enemigos no habrian creado un modelo tan letal para España. Una de nuestras características genéticas es la insolidaridad, mezclada con unas gotas de envidia y algo de so- berbia, y cualquier sistema que tienda a diferenciar convierte facilmente a los amigos en enemigos. Desgraciadamente los padres de la Constitución de 1978, mal aconsejados, pusilánimes o ingenuos abrieron la Caja de Pandora donde hibernaban nacionalismos, los intereses partidistas, las querellas viejas de siglos los sueños de arcadias felices que nunca existieron, y crearon un mons- truo de diecisiete cabezas que agotan los esfuerzos de los españoles in- citándoles a embestirse mutuamente. Sin embargo, cuando a los españoles se nos ofrece la oportunidad de cola- borar en un proyecto comùn, aunque sea tan pedestre como ganar un campeo- nato de futbol aunamos nuestros esfuerzos para triunfar en la empresa. Europa es el camino.No debemos olvidar que para sobrevivir hay que ser grande. Todo los españoles queremos ser cabeza de ratón, pero a los ra- tones se los come el gato. |