Nacismo y Neonazismo Los historiadores dicen que el fascismo es una forma concreta de desarrollo histórico, limitada en el tiempo y el espacio, exactamente en la Europa de entreguerras, mientras que para politólogos y sociólogos, en el fascismo se incluyen todos los movimientos antidemocráticos de derechas, que tienen como meta la creación de un Estado nacional-autoritario (o totalitario) de un solo partido. Los dos grandes regímenes fascistas: el fascismo italiano, el primero en desarrollarse, y el que marca los principios doctrinales generales; y el nacionalsocialismo alemán, al que se considera generalmente como la expresión más acabada del fenómeno fascista en cuanto a plasmación de sus ideales. Para el caso europeo “no se puede decir que el fenómeno de la reaparición de la extrema derecha sea reciente, ya que nunca desapareció”, especialmente en España, donde el régimen franquista sólo se adaptó con un estado autoritario, conservador y católico, una vez perdida la guerra por parte del eje. Lo que sí es innovador es el auge que va adquiriendo entre la juventud, y, lo que es más preocupante, el peso que va obteniendo a través de las urnas. Tras el final de la 2ª Guerra Mundial, la información que empezó a circular sobre los regímenes totalitarios y la persecución judicial de sus partidarios, impidieron que los partidos fascistas y de extrema derecha pudieran reorganizarse con éxito, como digo, excepto en España que aún perduran, justificando el régimen franquista. En la actualidad hay un cultivo de la estética y la parafernalia nazi o fascista, los principales partidos de extrema derecha niegan cualquier similitud de sus partidos con el fascismo, llegándose a dar en nuestro país el caso de que estas ideas encuentran hueco dentro del PP, ya que algunos partidos ultras como DN, E2000, Falange Española y otros no tienen posibilidades en las urnas, así que vuelven a la casa común de la derecha. Por fortuna, durante los años ochenta y sobre todo en los noventa, estos grupos con el gran poder que traían fueron decayendo hasta convertirse en lo que son en la actualidad. Durante la transición, tan elogiada en nuestro país, estos asesinos fascistas con muchas implicaciones dentro de los círculos de poder cometieron innumerables asesinatos de trabajadores, huelguistas, manifestantes, abogados laboralistas o simplemente personajes que frecuentaban ambientes relacionados con la izquierda. Los asesinatos en esa transición mal llamada pacífica se contabilizan por centenares.
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