El Niño de Aznalcóllar: un siglo hace que nació y aún vive. El pasado día 2 de mayo se cumplieron cien años del nacimiento de este fino cantaor sevillano de Aznalcóllar. Ha habido pocas voces tan bonitas como la de José Losada Caraballo. Hijo de Manuel Losada y de Manuela Caraballo, este estilista del fandango nació en el pueblo sevillano de Aznalcóllar el día 2 de mayo de 1912. Su padre, al que llamaban Perea en el pueblo, cantaba muy bien pero jamás lo hizo encima de un escenario.El Niño de Aznacóllar trabajaba de chanca en la ganadería de Clemente Tasara, en Aznalcóllar. Para los que no sepan lo que es un chanca, es el que les lleva el agua y la comida a los trabajadores del campo. Como sabían que cantaba muy bonito los fandangos del Carbonerillo y Vallejo, que eran los cantaores de moda en los años veinte, lo animaban y se pasaba todo el día cantando en el campo y en el cortijo.Una noche lo escuchó el ganadero Clemente Tasara, aficionado al cante y amigo de destacados cantaores, y le gustó tanto que se ocupó personalmente de la promoción del muchacho. Con motivo de una fiesta campera que preparó para agasajar a los Reyes de España, Alfonso XIII y Victoria Eugenia, lo convenció para que cantara ante ellos.No fue fácil la empresa porque una cosa era cantarle a los trabajadores de la finca, que eran personas a las que conocía, y otra muy distinta hacerlo ante los mismísimos reyes del país. Pero un traje a medida en Pedro Roldán y un buen regalo económico obraron el milagro y el chiquillo cantó en la fiesta. Cuentan que a la Reina le gustó mucho y que lo animó a hacerse cantaor profesional. Tenía sólo 12 años de edad y mucho miedo a los escenarios. Pero en 1925 y de nuevo por mediación del afamado ganadero, se presentó en la Sala Olimpia de Sevilla y causó sensación cantando las granaínas de Manuel Vallejo. El maestro sevillano, que estaba presente, le dijo de broma: “Te voy a ayudar a ser figura, pero no cantes más mis granaínas, ¿vale?”. ¿Vio en él a un posible competidor?Fue Manuel Vallejo quien le ayudó a introducirse en el ambiente flamenco de Sevilla y el que lo llevó por primera vez a la capital de España para que debutara en el Cine Madrid, primero, y al año siguiente en el Teatro Pavón. Un año más tarde le llegó la oportunidad de grabar sus primeros discos aprovechando su amistad con el Niño Ricardo, que acababa de firmar un importante contrato con el sello Regal. Todavía no era un cantaor cuajado -sólo tenía 16 años-, pero tenía una voz preciosa. Grabó más de una docena de fandanguillos, dos medias granaínas -una de Chacón y otra de Vallejo-, una taranta y una milonga.En estos discos se nota la gran influencia que ejercieron sobre el adolescente cantaor El Carbonerillo, Manuel Vallejo y José Rebollo, sobre todo en los fandangos.Pepe Aznalcóllar se nos fue en 1973, en Madrid, con 60 años de edad y medio siglo de cantaor. Nunca fue un cantaor vocacional. Cantó siempre para buscarse la vida, para encontrar una salida a la pobreza. Gustó lo mismo tanto a gitanos como a castellanos. La gran Fernanda de Utrera solía cantar su inigualable estilo de fandango, agitanándolo hasta lastimar. Pero fue su cuñado, el también cantaor de Aznalcóllar Luis Caballero Polo, quien se encargó de mantener viva su escuela fandangeril y su memoria.Pepe Aznalcóllar era un hombre de carácter muy particular, raro para el cante jondo, como su admirado Tomás PavónEl pasado día 2 de mayo se cumplieron cien años del nacimiento de este fino cantaor sevillano de Aznalcóllar. Ha habido pocas voces tan bonitas como la de José Losada Caraballo. Hijo de Manuel Losada y de Manuela Caraballo, este estilista del fandango nació en el pueblo sevillano de Aznalcóllar el día 2 de mayo de 1912. Su padre, al que llamaban Perea en el pueblo, cantaba muy bien pero jamás lo hizo encima de un escenario. El Niño de Aznacóllar trabajaba de chanca en la ganadería de Clemente Tasara, en Aznalcóllar. Para los que no sepan lo que es un chanca, es el que les lleva el agua y la comida a los trabajadores del campo. Como sabían que cantaba muy bonito los fandangos del Carbonerillo y Vallejo, que eran los cantaores de moda en los años veinte, lo animaban y se pasaba todo el día cantando en el campo y en el cortijo. Una noche lo escuchó el ganadero Clemente Tasara, aficionado al cante y amigo de destacados cantaores, y le gustó tanto que se ocupó personalmente de la promoción del muchacho. Con motivo de una fiesta campera que preparó para agasajar a los Reyes de España, Alfonso XIII y Victoria Eugenia, lo convenció para que cantara ante ellos. No fue fácil la empresa porque una cosa era cantarle a los trabajadores de la finca, que eran personas a las que conocía, y otra muy distinta hacerlo ante los mismísimos reyes del país. Pero un traje a medida en Pedro Roldán y un buen regalo económico obraron el milagro y el chiquillo cantó en la fiesta. Cuentan que a la Reina le gustó mucho y que lo animó a hacerse cantaor profesional. Tenía sólo 12 años de edad y mucho miedo a los escenarios. Pero en 1925 y de nuevo por mediación del afamado ganadero, se presentó en la Sala Olimpia de Sevilla y causó sensación cantando las granaínas de Manuel Vallejo. El maestro sevillano, que estaba presente, le dijo de broma: “Te voy a ayudar a ser figura, pero no cantes más mis granaínas, ¿vale?”. ¿Vio en él a un posible competidor? Fue Manuel Vallejo quien le ayudó a introducirse en el ambiente flamenco de Sevilla y el que lo llevó por primera vez a la capital de España para que debutara en el Cine Madrid, primero, y al año siguiente en el Teatro Pavón. Un año más tarde le llegó la oportunidad de grabar sus primeros discos aprovechando su amistad con el Niño Ricardo, que acababa de firmar un importante contrato con el sello Regal. Todavía no era un cantaor cuajado -sólo tenía 16 años-, pero tenía una voz preciosa. Grabó más de una docena de fandanguillos, dos medias granaínas -una de Chacón y otra de Vallejo-, una taranta y una milonga. En estos discos se nota la gran influencia que ejercieron sobre el adolescente cantaor El Carbonerillo, Manuel Vallejo y José Rebollo, sobre todo en los fandangos. Pepe Aznalcóllar se nos fue en 1973, en Madrid, con 60 años de edad y medio siglo de cantaor. Nunca fue un cantaor vocacional. Cantó siempre para buscarse la vida, para encontrar una salida a la pobreza. Gustó lo mismo tanto a gitanos como a castellanos. La gran Fernanda de Utrera solía cantar su inigualable estilo de fandango, agitanándolo hasta lastimar. Pero fue su cuñado, el también cantaor de Aznalcóllar Luis Caballero Polo, quien se encargó de mantener viva su escuela fandangeril y su memoria. Pepe Aznalcóllar era un hombre de carácter muy particular, raro para el cante jondo, como su admirado Tomás Pavón. Un siglo hace que nació y aún vive. En nuestro recuerdo, claro. LA GAZAPERA. Mayo 2012 |