La Coronada - Badajoz

Como hacerlo compañeros, me refiero romper con la suciedad moral que nos acorrala.

Ha llegado el momento de comprobar el estado de las tuberías por su interior, por si como pensamos unos cuantos, estuvieran llenas de podredumbre.
Los EDAR a pesar de sus complejos mecanismos no tienen los suficientes dispositivos para efectuar el reciclaje de tanta inmundicia.
Los bancos degustando desahucios a la brasa, y luego no pagan la cuota de vecindad.
La gente con la lengua fuera y no es con motivo de mofa.
La sanidad amotinada.
Los escolares apiñados, contemplando entre las nubes el paso de las becas.
Las colas del Inem se pierden por el horizonte.
La escasez en los hogares más populares acentuada.
El IVA por las nubes.
Los despidos a la orden de usted, estimado mandamás.
El atraco a la ciudadanía perpetrado por una banca indecente.
La población acojonada ante la incertidumbre reinante.
Familias, unas cuantas, ajustando su subsistencia al amparo de la jubilación del abuelo.
Los emprendedores asfixiados, a punto de emprenderla a hostias con bancos y morosos.
Las plazas de los pueblos y ciudades rebosantes de gentes, jubilados, mediopensionistas y titulados superiores.
Las academias de alemán haciendo su agosto, aunque tampoco allí la Merkel ata los perros con salchichas bratwurst.
Corruptos y kamikaces amnistiados, esperándoles la tropa con los brazos abiertos con mesa, mantel, y un puesto de trabajo para compensar sus dolencias.
Los comerciantes de siempre, añorando el chirriar de las bisagras de la puerta,
Los derechos laborales transformados en pedregales intransitables.
La injusticia de la sonrojada justicia, a la que por cierto se le ha caído la venda.
Hay días concretos con horas definidas, en las que la gente, con ciertas vergüenzas se acercan carrito en mano, a retirar la caridad de la ciudadanía depositada en envases conteniendo legumbres, cajas de galletas, algún pack de leche y yogures con la fecha de caducidad en orden, hoy por ti mañana por mi.
Aunque según el ministro Arias Cañete, no importa la prescripción de fechas, él también se los come caducados y no le pasa nada, una atenta invitación a la intoxicación.
Si no es con los yogures, la sugerencia la podremos llevar a cabo con otros alimentos y de paso si la cosa es irreversible, dejaremos de cobrar el subsidio o la ayuda pertinente (quien lo disfrute) para gozo de Fátima Báñez.
Y mientras tanto la ruleta del infortunio señalando con la punta de la flecha la cifra mágica 6.000.000, que no corresponde al bote de Pasapalabra, sino a la cifra de desempleo.
Van dice nuestro artero presidente sin ningún tipo de rubor, para animar a la población me imagino, que ya se ve la luz en el fondo del túnel, pero otras gentes nos aseguran que es el foco de una locomotora que viene de frente, así que tomen las debidas precauciones no vaya a ser que….
Mientras tanto Doña Privatización muy señoreada engatusando con un modelo de máxima transparencia,( hasta se le adivinan las turgencias, ) pasea por el parque de la mano de su enamorado Don Corrupto, como si tal cosa, los que los alaban y los patrocinan, educados caballeros con trajes impecables y maneras exquisitas, (porqué me vendrá a la memoria un presidente autonómico del levante español), quitándose a su paso el sombrero, deseándoles buen día, recordándoles de paso que no dejen en saco roto lo suyo.
Se me ocurre ese pensamiento tan simple que va tomando asiento en las conciencias de las gentes, tenemos que dar un cambio de rumbo radical a la situación.
Que nos están hurtando los días esas gentes tan importantes con su codicia por la guita, con sus varitas mágicas que transforman en ruindad todo lo que tocan.
Esos políticos sin alma, acostumbrados a volar tan alto que apenas ponen los pies en la tierra, donde defecan cosechas de sufrimiento y precariedad, que ni imaginan la angustia de la gente, pues tan solo apreturas y desconsuelo producen su ambición desmesurada.
Que para volver a consolidar de nuevo la edificación hay que empezar por la base, que al fin y al cabo es el emplazamiento donde es depositada la gravitación del edificio.
Que puede que sus formas, sus expresiones e ideas sean ásperas, sin pulimentar, pero entre todos podemos bruñir y dar luminosidad a los pensamientos.
A partir de ahí transformaremos la rigurosidad y la imperfección, en pulida cantería, para que el recado de la base quede intacto en su esencia.
Creemos que este mensaje debiera ser atendido y llevado a la practica por quienes tengan el deber de ir subiendo por las escaleras hasta alcanzar los pisos más altos, pues al fin y al cabo si hablamos el mismo idioma y deseamos los mismas objetivos, el contenido del cántaro no debiera perder sus esencias, ni llegar contaminado a la cima, pues de no ser así habremos depositado sobre la espalda de Sísifo nuestros ideales.