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09-12-12 19:24 #10843516
Por:arrollo el gato

No podeis servir a dios y al dinero
UNA LECTURA PROFÉTICA DE LA CRISIS, INSPIRADA EN JESÚS.

Ponencia de José Antonio Pagola en el 32 Congreso de Teología


1. Atrapados en una crisis global

La historia de la Humanidad se encuentra en estos momentos atrapada por un sistema económico-financiero generado básicamente por el capitalismo neoliberal. Este sistema ha logrado imponer su dictadura prácticamente en todo el mundo, condicionando decisivamente el futuro de la comunidad humana.

Alimentado por el deseo insaciable de riqueza, este sistema ha pervertido la economía, pues lo que busca no es ya la producción de los bienes y servicios necesarios para la comunidad humana, sino la acumulación de riqueza en manos de las minorías más poderosas de la Tierra. Este sistema tiene su propia lógica: aparta la economía del bien común de la sociedad; no soporta ningún control o regulación que trate de limitar su voracidad; promueve la competitividad implacable anulando las posibilidades de una cooperación cada vez más necesaria; hace imposible echar las bases políticas y éticas de cualquier proyecto de gobernanza mundial.

Esta crisis económica se está produciendo en el seno de otras dos crisis más graves, generadas en buena parte por el mismo sistema. Dos tercios de la Humanidad se hunden en la miseria, la destrucción y el hambre en países cada vez más excluidos del poder económico, científico y tecnológico. Por otra parte, el sistema de producción y consumo ilimitado no es sostenible en una Tierra pequeña y de recursos limitados: la degradación creciente del equilibrio ecológico nos está conduciendo hacia un futuro cada vez más incierto de la biosfera y del destino del ser humano.

Por eso, la actual crisis no es sólo una crisis económico-financiera. Es una crisis de la Humanidad. El sistema que dirige en estos momentos la marcha del mundo es objetivamente inhumano: conduce a una minoría de poderosos a un bienestar insensato y deshumanizador, y destruye la vida de inmensas mayorías de seres humanos indefensos. La razón ha quedado secuestrada: no se pregunta por los fines, no se habla del sentido que tiene la historia de la Humanidad ni de cuál es el lugar del ser humano en la Tierra. El sistema hace imposible el consenso de los pueblos y las culturas para poner en el centro la razón del bien común de la comunidad humana en una Tierra que sea la Casa de todos.

Mientras tanto, se promueven falsas soluciones a la crisis pensando sólo en salvar el funcionamiento del sistema. Se gestiona la crisis económica como una realidad aislada de su contexto global: el hambre en el mundo, la crisis energética, el carácter insostenible del ritmo de producción actual, el deterioro creciente del Planeta son «factores externos» que solo se tienen en cuenta en la medida en que puedan interesar para salvar el sistema. No se dan pasos hacia un sistema diferente que tenga en cuenta el destino común y compartido del ser humano en la Tierra. Los poderosos que hoy dominan el mundo resuelven siempre sus crisis, sordos al clamor de los hambrientos y ciegos ante la devastación creciente del Planeta. Todo se sacrifica al Ídolo del Dinero. El historiador Eric Hobsbawn dice así: «No sabemos a dónde vamos, sino tan solo que la historia nos ha llevado hasta este punto».

2. Degradación socio-política de la crisis

Golpeados por esa grave crisis global en nuestro propio país, lastrados por problemas estructurales propios, de carácter tecnológico y de productividad, con una competitividad mal asentada en los mercados internacionales, recortada drásticamente nuestra posibilidad de endeudamiento exterior y, sobre todo, atrapados por nuestra propia «crisis inmobiliaria» y por la corrupción de importantes entidades financieras, estamos experimentando, desde dentro, una degradación socio-política de la crisis, que nos permite captar en toda su crudeza el sufrimiento humano, el daño social y la destrucción que genera el Dinero convertido en poder opresor, y sin apenas control político alguno.

Día a día, vamos a ir experimentando durante un largo tiempo de futuro incierto cómo nuestra crisis, gestionada desde una ideología básicamente neoliberal, va generando un crecimiento imprevisible de la pobreza hundiendo en el paro a millones de ciudadanos, dejando sin vivienda a miles de familias, golpeando sin piedad a los más débiles, generando verdaderos dramas y haciendo crecer de forma sangrante la desigualdad entre ricos y pobres.

Al mismo tiempo, estamos constatando cómo se deterioran los pilares del modelo social vigente hasta ahora, recortando derechos tan básicos como el derecho a la asistencia sanitaria o a la educación, haciendo crecer el riesgo de la exclusión social de los colectivos más pobres, debilitando la defensa del bien común y dañando la cohesión social. Por otra parte, la crisis se está gestionando, vaciando de contenido la potestad de control del Parlamento, disolviendo en la práctica el régimen parlamentario y debilitando gravemente la cultura democrática.

Mientras tanto, algo se mueve en el mundo. Crece la indignación, se disparan las alertas sobre el futuro de la biosfera, se buscan nuevos paradigmas. Se está tomando conciencia de que el futuro del ser humano depende cada vez más de sus propias decisiones. Es urgente la necesidad de una alianza mundial para cuidar la Tierra y cuidarnos unos a otros. Los planteamientos son cada vez más audaces: ¿Cómo aunar la voluntad política de todos los países del mundo? ¿Cómo promover la cooperación de toda la red de poderes políticos, económicos y financieros? ¿Cómo aprender, a nivel mundial, a vivir de manera solidaria y en paz con la naturaleza?

Las dificultades parecen insuperables. ¿Cómo cortar de raíz el mal de fondo que no es otro sino la tiranía impuesta por los poderes financieros a la comunidad mundial? ¿Cómo salir de manera más justa y duradera de nuestra crisis, sin reforzar todavía más el sistema opresor del Dinero? La Humanidad no está religada, sino rota y fragmentada. El sistema nos impide caminar juntos y trabajar por un destino común. ¿Dónde fundamentar la voluntad de liberar al ser humano? ¿En qué dirección caminar para imprimir a la historia el cambio de rumbo que necesita?.......

Saludos.
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10-12-12 13:57 #10851064 -> 10843516
Por:arrollo el gato

RE: No podeis servir a dios y al dinero
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3. El impacto profético de Jesús

Jesús no es un sacerdote del Templo, consagrado a cuidar y promover una religión. Nadie lo confunde tampoco con un maestro de la Ley dedicado a defender el marco legal. Los campesinos de Galilea ven en sus gestos y sus palabras de fuego la actuación de un hombre impulsado por el espíritu profético: «Un profeta grande ha surgido entre nosotros»[1]. Jesús, como los profetas de Israel, no forma parte de la estructura política ni del sistema religioso. No es nombrado por ningún poder. Su autoridad no viene de la institución, no se basa en las tradiciones religiosas. Proviene de su experiencia de un Dios empeñado en guiar a sus hijos e hijas por los caminos de la justicia[2].

Cuando Jesús hace su aparición en los años treinta, el emperador Tiberio controla prácticamente, sin excesivos problemas, el mundo entonces conocido: sus legiones imponen la «pax romana» sometiendo a los pueblos a una tributación implacable. En Galilea, Herodes Antipas y los poderosos terratenientes de Séforis y Tiberíades explotan a los campesinos de las aldeas, sin tener conciencia de estar arrebatando el pan a los pobres. Por otra parte, hace tiempo que los dirigentes religiosos de Jerusalén se han desentendido del sufrimiento de las gentes.

Roma pretende que la «pax romana» es la paz definitiva. La religión del Templo defiende que la Ley de Moisés, explicada según sus tradiciones, es inmutable y eterna. Mientras tanto, los últimos, es decir, los excluidos del Imperio y los olvidados por la religión, están condenados a vivir sin esperanza. Se puede introducir alguna mejora en la «pax romana», se puede cumplir de manera más escrupulosa la «ley de Moisés», pero nada decisivo cambia para los pobres: el mundo no se hace más humano. En esa sociedad y desde esa religión no es posible imaginar un nuevo comienzo. La cultura dominante no permite novedad alguna. No se sabe cómo ni de donde podría brotar una esperanza para los pobres y para esa sociedad indiferente que los abandona a su suerte.

Lo primero que hace Jesús es romper ese mundo cerrado introduciendo una novedad. Con una audacia desconocida sorprende a todos afirmando algo que ningún profeta de Israel se había atrevido a declarar: «Ya está aquí Dios con su fuerza creadora de justicia tratando de abrirse camino entre nosotros para humanizar la historia». Esa política imperial que no admite una crítica de fondo, esa religión segura de sí misma que ni siguiera sospecha la interpelación de Dios desde los pobres, no responden a la verdad del Padre. El mundo querido por Dios va más allá de la tiranía del Imperio y más allá de lo establecido por la religión del Templo.

4. Es posible la alternativa

Jesús no ha dejado en herencia propiamente una doctrina religiosa de la que se pueden extraer unos principios que se aplican luego a la vida por deducción. Lo que aporta desde su experiencia profética es un horizonte nuevo para enfrentarnos a la historia. Un nuevo paradigma para humanizar la vida. Un marco para construir un mundo más digno, justo y dichoso, desde la confianza y la responsabilidad. Podemos decir que Jesús irrumpe en la historia como una llamada a vivir de manera alternativa experimentando a Dios, Misterio último de la vida, como una Fuerza que nos está atrayendo hacia un mundo más humano y dichoso.

Su mensaje no proviene del interior del sistema imperial ni de la institución del Templo. Al contrario, desenmascara la iniquidad del Imperio y la ilusión de inocencia del Templo, sacudiendo la indiferencia de muchos y redefiniendo las expectativas de otros. El evangelista Marcos resume así su mensaje nuclear. Caminaba por Galilea proclamando la Buena Noticia de Dios, es decir, hablaba de un Dios nuevo y bueno. Y venía a decir esto: «El tiempo se ha cumplido. El reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en esta Buena Noticia»[3]. Empieza un tiempo nuevo. Dios no quiere dejarnos solos ante nuestros conflictos, sufrimientos y desafíos. Quiere construir, con nosotros y junto a nosotros, una vida más humana. Hemos de cambiar de manera de pensar y de actuar. Hemos de aprender a vivir creyendo en esta Buena Noticia. Esto que Jesús llama «reino de Dios» no es una religión. Es mucho más. Va más allá de las creencias, preceptos y ritos de cualquier religión. Es una experiencia nueva de Dios que lo resitúa todo de manera nueva.

Está cerca el reino de Dios. El misterio último de la realidad, que los creyentes llaman Dios y que los cristianos invocamos como Padre, es una Presencia cercana y amistosa que está buscando abrirse camino en el mundo para humanizar la vida. El centro de la experiencia profética de Jesús no lo ocupa propiamente Dios, sino «el reino de Dios y su justicia». Jesús no separa nunca a Dios de su proyecto de transformar el mundo. Es posible un mundo diferente, más justo, más humano y dichoso, precisamente porque Dios lo quiere así. No es verdad que la historia tenga que discurrir de forma inexorable por los caminos de sufrimiento y muerte que trazan los poderosos. Hemos de resistirnos al discurso neoliberal imperante que, repetido una y otra vez, hace que la sociedad termine por creer que sólo se puede hacer lo que se hace, matando de raíz toda reacción para buscar alternativas que nos conduzcan a un futuro más humano.

«Convertíos». Cambiad de manera de pensar y de actuar. Dios no puede cambiar el mundo sin que nosotros cambiemos. Su voluntad de humanizar la historia se va haciendo realidad en nuestra respuesta a su proyecto. Hemos de despertar nuestra responsabilidad. Es posible dar una dirección nueva a las energías de la Humanidad, pues Dios, el Misterio último de la realidad, nos está atrayendo hacia un mundo más humano. Se nos pide ser protagonistas de una historia más dichosa: atrevernos a pensar y actuar fuera del sistema para entrar en la lógica y la dinámica del reino de Dios. Se nos pide una nueva obediencia.

«Creed en esta Buena Noticia». Hemos de tomar en serio esta Buena Noticia que nos viene desde fuera del sistema, y creer en el poder transformador del ser humano atraído por Dios a una vida más digna. Es posible introducir en el mundo una esperanza que no es deducible del sistema que nos tiene atrapados. No estamos solos. Dios está sosteniendo también hoy el clamor de los que sufren y la indignación de los que reclaman justicia. Necesitamos profetas del reino, hombres y mujeres indignados, centinelas vigilantes, colaboradores incansables del reino de Dios, para escribir un relato nuevo de la historia, alentados por la confianza en Dios y la fe en el ser humano.

Lo primero que hemos de escuchar de Jesús en esta crisis y en las que puedan seguir es su llamada a recuperar el Proyecto del reino de Dios. Esta crisis nos está llamando a actuar en el mundo, no como una religión convencional, sino, ante todo, como el movimiento profético de Jesús, comprometidos en contribuir a la construcción de un mundo más humano, abriendo caminos al reino de Dios y su justicia...........


Saludos.
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12-12-12 14:19 #10867150 -> 10851064
Por:arrollo el gato

RE: No podeis servir a dios y al dinero
5. No podéis servir a Dios y al Dinero

El Dinero convertido en Ídolo absoluto es, para Jesús, el gran enemigo del Proyecto humanizador de Dios. De ahí su grito provocativo: «No podéis servir a Dios y al Dinero»[4]. La lógica de Jesús es aplastante. Dios no puede ser Padre de todos sin reclamar justicia para aquellos que son excluidos de una vida digna. Por eso no pueden servirle quienes, dominados por el Dinero, hunden injustamente a sus hijos e hijas en la miseria y el hambre.

Jesús está hablando de los círculos herodianos y los poderosos terratenientes de Séforis y Tiberíades, y de las grandes familias sacerdotales del barrio residencial de Jerusalén. Ve en el Dinero un Ídolo monstruoso al que llama «Mammona» (de la raíz aramea «´aman», «confiar», «apoyarse»). Al parecer se le llamaba «Mammona» (dinero que da seguridad) al tesoro de monedas de oro y plata acumuladas por los ricos para procurarse seguridad, poder y honor. Era imposible atesorar «mammona» en las aldeas de Galilea donde solo algunos podían hacerse con monedas de bronce y cobre, de escaso valor, y donde la mayoría subsistía intercambiándose sus productos del campo.

El ansia de acumular

Impulsado por la ideología neoliberal, el Dinero se ha convertido en nuestro mundo globalizado en un Ídolo de inmenso poder, que para subsistir exige cada vez más víctimas y deshumaniza cada vez más a quienes le rinden culto. Ya Jesús llamaba «necio» al rico de la parábola, que construye graneros cada vez más grandes para almacenar su cosecha, pensando solo en su bienestar, cuando ni siquiera puede asegurar su salud y su vida mortal[5]. Así es de irracional la lógica que impone el capitalismo liberal: empuja a los pueblos a acumular insaciablemente bienestar, pero lo hace, por una parte, generando hambre, pobreza y muerte, y, por otra, deshumanizándonos cada vez más a todos.

Este sistema nos ha hecho esclavos del ansia de acumular. La historia se organiza, se mueve y dinamiza desde esa lógica. Todo es poco para sentirnos satisfechos. Necesitamos más productividad, más consumo, más bienestar, más petróleo, más tecnología, más poder sobre los demás. Lo decía Jesús: «Guardaos de la codicia; aún en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes»[6]. El deseo insaciable de Bienestar tiende a someterlo todo a su control. Su lógica es imperialista. Los grandes poderes financieros siempre sienten necesidad de más y se creen con derecho a tenerlo. Se borran del horizonte todos los demás derechos. Todo queda sometido a la producción de más riqueza para los más poderosos.

La abolición del ser humano

Jesús habla del dinero con un lenguaje duro. Lo llama «dinero injusto», «riqueza de iniquidad»[7], no sólo porque ha sido obtenido de manera injusta, sino, sobre todo, porque genera una sociedad injusta e inhumana. Siempre es así. También hoy. El Imperio del Dinero introduce una fractura en la comunidad mundial, concentrando el poder en unos pocos. No piensa en el Bien común de la Humanidad. Crece como un sistema cerrado en su propio beneficio, que genera pobreza y hambre de grandes poblaciones en el interior de su poderoso imperio global, mientras sigue impulsando un modo de producción que pone en peligro el futuro del ser humano en la Tierra.

La crisis actual está poniendo al descubierto la peligrosidad mortal de este sistema económico-financiero. Los mercados no sólo se han convertido en centros de poder, cada vez más ajenos al bien común de las comunidades políticas, sino que están destruyendo las instituciones democráticas representativas de los pueblos. Los gobiernos y parlamentos promueven leyes y ponen en marcha estrategias sometiéndose a las presiones de los grupos financieros, no respondiendo a las necesidades reales de la sociedad.

Un pensador tan poco sospechoso de veleidades como Rafael Argullol ha descrito la iniquidad del ideal financiero diciendo que «anhela la pureza absoluta del beneficio sin ataduras de ningún tipo: sin una empresa repleta de inútiles trabajadores, sin patria que reclame bondades nacionales, sin religión que apele a inservibles comuniones, sin moral que proclame trasnochados imperativos»[8]. Este ideal del «beneficio puro» excluye cualquier atención al factor humano. En el mundo financiero de los grandes números, los seres humanos, con sus dramas, sus miedos y aspiraciones, desaparecen sustituidos por las cifras. El ser humano queda sometido al poder irracional del Dinero.

No dar al Cesar lo que es de Dios

«Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios»[9]. Pocas palabras de Jesús han sido más distorsionadas que éstas, desde intereses muy ajenos a aquel Profeta que vivió totalmente dedicado, no precisamente al Cesar de Roma, sino a los empobrecidos y excluidos del Imperio. En ningún momento está Jesús pensando en Dios y el César como dos poderes que pueden exigir cada uno de ellos, al mismo nivel, sus propios derechos a sus súbditos.

La reacción de Jesús aclara mucho su respuesta. Cuando le plantean la cuestión de los tributos, pide que le muestren «la moneda del impuesto». Los fariseos y los partidarios de Herodes Antipas que los acompañan, viven esclavos del sistema imperial pues, al utilizar aquella moneda acuñada con la imagen de Tiberio, están reconociendo la soberanía del Emperador. No es el caso de Jesús. No tiene tierras. No posee denarios de plata. Vive de manera pobre y libre. No tiene problemas con los recaudadores. Su respuesta proviene desde fuera del sistema, de un Profeta que vive buscando el reino de Dios y su justicia.

«Dad al Cesar lo que es del Cesar, pero no le deis lo que es de Dios». ¿Qué puede pertenecer al César que no sea de Dios? Si acaso, su dinero injusto. Pero no deis a ningún Cesar lo que es de Dios: sus pobres. Jesús lo ha proclamado repetidamente. Los pequeños son los predilectos del Padre; a los pobres pertenece el reino de Dios. No se ha de sacrificar la vida y la dignidad de los indefensos a ningún poder político, financiero, económico o religioso. Los humillados por los poderosos son de Dios. De nadie más. Que ningún poder abuse de ellos. Que ningún Cesar cuente con nosotros.

Sin duda, el Sistema financiero es en estos momentos el poder que sacrifica más vidas y causa más sufrimiento, hambre y destrucción humana que cualquier otro poder. En ninguna parte aparece con tanta crudeza el carácter inhumano del Imperio del Dinero. El pensador y sociólogo Zigmunt Bauman describe los Mercados financieros como «grupos anónimo abstractos, con mucho poder, imposibles de ubicar, fuera del alcance de las instituciones públicas y de los políticos que han perdido su control»[10]. Desde su inmenso imperio, los grupos financieros de mayor poder, las grandes corporaciones y las multinacionales más poderosas han ido conquistando los mercados del Planeta imponiendo leyes y prácticas, de espaldas a cualquier planteamiento que se preocupe de las víctimas. El sistema financiero se ha convertido así en un espacio de poder que, desde la lógica del máximo beneficio, ha hecho desaparecer leyes y mecanismos dejando sin protección a los países y poblaciones más débiles.

La dura experiencia de nuestra propia crisis no nos ha de hacer perder de vista la raíz de la crisis global. Es una ilusión pensar que estamos saliendo de la crisis, si no se regula la actual dinámica financiera, desvinculada de las necesidades de los pueblos y del bien común de la comunidad humana, si no se acaba con los paraísos fiscales, elemento consustancial de la especulación financiera que domina la economía mundial[11], si no se establece una política de impuestos a las finanzas internacionales para una retribución más justa de la riqueza, si no se lucha eficazmente contra la impunidad y la opacidad de las especulaciones… Hemos de tomar conciencia de que el Imperio del capitalismo neoliberal es hoy el Poder que más radicalmente se enfrenta al reino de Dios. Este es el marco concreto en el que nos tenemos que situar desde el movimiento profético de Jesús para trabajar hoy abriendo caminos al reino de Dios y su justicia.

Saludos.
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17-12-12 13:59 #10880074 -> 10867150
Por:arrollo el gato

RE: No podeis servir a dios y al dinero
6. Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo

Ha llegado el momento de recuperar la compasión como la herencia decisiva que ha dejado Jesús a la Humanidad, la fuerza que ha de impregnar la marcha del mundo, el principio de acción que ha de mover la historia hacia un futuro más humano.

La herencia de Jesús

La fuerza de Dios que nos está atrayendo hacia un mundo más humano no es una fuerza ciega. Jesús capta y vive la realidad insondable de Dios como un misterio de compasión. Lo que define a Dios no es el poder sino sus entrañas maternales de Padre. La compasión es el modo de ser de Dios, su manera de mirar el mundo y de reaccionar ante sus criaturas. Esta es la experiencia de Dios que Jesús comunica en sus parábolas más conmovedoras[12], y la que inspira toda su trayectoria profética. Jesús no puede experimentar a Dios por encima o al margen de la historia humana del sufrimiento.

Es precisamente esta compasión de Dios la que atrae a Jesús hacia las víctimas inocentes: los maltratados por la vida o por las injusticias de los poderosos. Es la compasión de Dios la que hace a Jesús tan sensible al sufrimiento y a la humillación de las gentes. Su pasión por el Dios de la compasión se traduce en compasión por el ser humano. El Dios del templo, el Dios de la ley y del orden, el Dios del culto y del sábado no hubiera podido generar la actividad profética de Jesús como curador de la vida y defensor de los últimos.

En el cristianismo hemos de recuperar un dato de importancia suma. La primera mirada de Jesús no se dirige al pecado del ser humano sino a su sufrimiento. El contraste con el profeta Juan el Bautista es esclarecedor. Toda la actividad del Bautista gira en torno al pecado: denuncia los pecados del pueblo, llama a los pecadores a la penitencia y les ofrece un bautismo de conversión y de perdón a quienes acuden al Jordán. El Bautista no se acerca a los enfermos, no toca la piel de los leprosos, no abraza a los niños de la calle, no se sienta a comer con pecadores excluidos y gente indeseable. El Bautista no se acerca al sufrimiento de la gente, no se dedica a hacer la vida más humana. No se sale de su misión estrictamente religiosa. Para Jesús, por el contrario, la primera preocupación es el sufrimiento de las gentes enfermas y desnutridas de Galilea, la defensa de los campesinos explotados por los poderosos terratenientes o la acogida a pecadores y prostitutas excluidos por la religión. Para Jesús, el gran pecado contra el Proyecto de Dios consiste, sobre todo, en resistirnos a tomar parte en el sufrimiento de los otros encerrándonos en nuestro propio bienestar.

Desde su experiencia radical de la compasión de Dios, Jesús introduce en la historia un principio decisivo de acción: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo»[13]. Es la compasión activa y solidaria la que nos ha de conducir hacia ese mundo más digno y dichoso querido por Dios para todos. Por eso, la compasión no es una virtud más, sino el único camino para reaccionar ante el clamor de los que sufren y para construir un mundo más humano. Esta es la herencia de Jesús a toda la Humanidad.
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19-12-12 21:03 #10886944 -> 10880074
Por:arrollo el gato

RE: No podeis servir a dios y al dinero
La compasión como principio de actuación política

Antes que nada, es necesario rescatar la compasión como principio de actuación política, liberándola de una concepción sentimental y moralizante que la ha hecho desaparecer prácticamente de la praxis política. De ordinario, la compasión que reclama justicia para erradicar las causas que generan sufrimiento, es lo único que no es permitido por los centros de poder. Se funciona como si no hubiera dolientes ni llantos de ninguna clase. Desde el poder, todo se tiene en cuenta antes que el sufrimiento de las víctimas. Sólo se tolera la compasión mientras queda reducida a «obras de misericordia» o asistencia caritativa, no cuando se la eleva a principio política de actuación para erradicar el sufrimiento.

Pero es esto precisamente lo que está reclamando Jesús cuando pide «ser compasivos como el Padre». En su mensaje y su actuación profética se puede escuchar este grito de indignación absoluta: el sufrimiento de los inocentes ha de ser tomado en serio; no puede ser aceptado como algo normal, pues es inaceptable para Dios. La compasión que Jesús introduce en la historia reclama una manera nueva de relacionarnos con el sufrimiento que hay en el mundo. Más allá de llamamientos morales o religiosos, Jesús está exigiendo que la compasión penetre más y más en los fundamentos de la convivencia humana para rescatar a los perdedores y excluidos, de la desesperación y el olvido.

La autoridad de los que sufren

Una de las páginas más conocidas del evangelio es el relato del «juicio de las naciones». Allí están gentes de todas las razas y pueblos, de todas las culturas y religiones, generaciones de todos los tiempos. Se va a escuchar el veredicto final sobre la historia humana, la palabra que lo esclarece todo. Lo que va a decidir la suerte final no es la religión en la que uno ha vivido, ni la fe que ha podido confesar, ni el agnosticismo que ha podido defender. Lo decisivo es la ayuda práctica y solidaria a los que sufren. Lo que hacemos a gentes hambrientas, a inmigrantes indefensos, a enfermos desvalidos, a encarcelados olvidados por todos, tiene un valor absoluto, se lo estamos haciendo al mismo Dios, llega hasta el Misterio último de la realidad que los creyentes llamamos Dios[14].

La «autoridad de los que sufren» es la única instancia ante la cual ha colocado Jesús a la Humanidad entera[15]. La realidad de los que sufren injustamente en el mundo es el dato previo a todo, la primera verdad exigible a todos. Nadie la puede discutir. Aunque parezca una autoridad moral «débil», hemos de invocarla y proclamarla, pues es la única autoridad universal en estos momentos en que no hay una autoridad política mundial para buscar el bien común de la comunidad humana, ni un consenso ético mínimo para orientar nuestro mundo globalizado hacia un futuro más humano. Toda ética ha de tenerla en cuenta, si no quiere convertirse en «ética de tolerancia» de lo inhumano. Toda religión ha de reconocerla, si no quiere ser negación de lo más sagrado. Toda política ha de tenerla en cuenta si no quiere ser cómplice de crímenes contra la humanidad.

Ese sufrimiento injusto de los últimos del Planeta nos ayuda a conocer la realidad del mundo que estamos construyendo. No se conoce el mundo desde sus centros de poder, sino desde esas masas sin nombre ni rostro de los excluidos, los únicos para los que, paradójicamente, no hay un lugar en nuestro mundo globalizado. Son nuestras víctimas las que más nos ayudan a conocer lo que somos. Nadie nos puede interpelar con más fuerza. Nadie tiene más poder para arrancarnos de nuestra ceguera e indiferencia. Nadie tiene más autoridad para exigirnos cambio y conversión. Como dice Jon Sobrino, «las víctimas tienen un potencial para salvar la historia y la humanidad, y, en parte, ese potencial suyo es insustituible»[16].

Saludos.
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16-02-13 22:02 #11075059 -> 10886944
Por:arrollo el gato

RE: No podeis servir a dios y al dinero
Los últimos serán los primeros

Estas palabras están recogidas en un dicho de Jesús que circuló por las comunidades cristianas con diferentes matices, y que habla de la gran inversión o vuelco que se dará al final de los tiempos, cuando muchos que ahora son tenidos por “primeros” serán entonces “últimos” y muchos que ahora son tenidos por “últimos” serán entonces “primeros”.

Humanizar el mundo comenzando por los últimos

Podemos decir que la primacía de los últimos inspiró siempre la actividad profética de Jesús. Para él, los últimos son los primeros. Ser compasivos como el Padre exige buscar la justicia de Dios, empezando por los últimos. El camino hacia un mundo más digno y dichoso para todos, se comienza a construir desde ellos. Esta primacía es absoluta. La quiere Dios. No ha de ser menospreciada por ninguna política, ideología o religión.

Por eso, a Jesús lo vemos junto a los más necesitados: no con los ricos terratenientes de Séforis ni con las poderosas familias herodianas de Tiberíades, sino con los campesinos pobres de las aldeas de Galilea; no rodeado de gente sana y fuerte, sino junto a los enfermos, leprosos y desquiciados; no comiendo sólo entre amigos, sino sentado a la mesa con gente indeseable, marginada social y religiosamente. Los primeros en experimentar esa vida más digna y liberada que Dios quiere para todos, han de ser aquellos para los que la vida no es vida.

Jesús habla un lenguaje provocativo, original e inconfundible: las bienaventuranzas. Quiere que todos tengan siempre ante sus ojos a los últimos como los predilectos de Dios. Son gritos que le salen desde muy dentro, al mirar la realidad desde la compasión de Dios. Ve cómo las familias de las aldeas se van quedando sin tierras, al no poder defenderse de los terratenientes que los presionan para cobrar sus deudas, y grita: «Dichosos los que os estáis quedando sin nada (ptojoi) porque de vosotros es el reino de Dios». Observa de cerca la desnutrición y el hambre, sobre todo, de los niños y las mujeres, y no puede reprimir su reacción: «Dichosos los que ahora tenéis hambre porque Dios os quiere ver saciados». Ve llorar de rabia e impotencia a los campesinos cuando los recaudadores se llevan lo mejor de sus cosechas y grita: «Dichosos los que ahora lloráis porque Dios os quiere ver riendo».

¿Cómo puede hablar así? ¿No es todo una burla? ¿No es cinismo? Jesús es realista. Todo esto no significa, ahora mismo, el final del hambre y la miseria, pero sí una dignidad indestructible para todas las víctimas de abusos y atropellos. Son los predilectos de Dios. Y esto da a su dignidad una seriedad absoluta. «Los que no interesan a nadie, son los que más interesan a Dios. Los que sobran en los imperios que construyen los hombres tienen un lugar privilegiado en su corazón. Los que no tienen una religión que los defienda, le tienen a Dios como Padre».

Nunca en ninguna parte se está construyendo la vida tal como la quiere Dios, si no es liberando a estos hombres y mujeres de su miseria y humillación. Nunca religión alguna será bendecida por Dios, si vive de espaldas a ellos. Esto es acoger el Proyecto de Dios: poner las religiones y las culturas, los pueblos y las políticas mirando hacia la dignidad y la liberación de los últimos.

Saludos.
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19-02-13 13:06 #11081039 -> 11075059
Por:arrollo el gato

RE: No podeis servir a dios y al dinero
La lucha contra el olvido de las víctimas

La Iglesia, marcada por la llamada de Jesús a la compasión, arrancó como un movimiento sensible al sufrimiento que desgarra a los seres humanos. De ahí, esa entrega admirable y hasta heroica, a lo largo de los siglos, de tantas instituciones, asociaciones y personas al cuidado y al servicio de enfermos, apestados, leprosos, esclavos, hambrientos, huérfanos, prostitutas, refugiados, víctimas de mil guerras... En la Iglesia no se ha apagado nunca la compasión. Sin embargo, no ha logrado introducir en el mundo el principio de la compasión como la gran herencia de Jesús. En buena parte, porque, como ha denunciado J. B. Metz, «la doctrina cristiana de la redención ha dramatizado en exceso la cuestión de la culpa y ha relativizado la cuestión del sufrimiento… De ser una religión sensible al sufrimiento, ha ido pasando a ser una religión sensible al pecado. La primera mirada dejó de dirigirse al sufrimiento de la creatura y se centró en la culpa».

Ser compasivos como el Padre exige luchar contra el olvido de las víctimas inocentes. No es posible introducir en el mundo una cultura de la compasión si no es reaccionando contra la cultura de la amnesia y el olvido cruel de los millones de seres humanos que sufren, víctimas del sistema que hoy dirige la historia. No nos podemos permitir hacer de ese inmenso sufrimiento un dato insignificante que apenas tiene algo que ver con nosotros.

Hemos de resistirnos a seguir disfrutando de un bienestar vacío de compasión. Rebelarnos contra ese aislacionismo mental que nos lleva a desplazar la miseria y el hambre que hay en el mundo hacia una lejanía abstracta donde desaparece todo clamor, gemido o llanto. No nos está permitido seguir viviendo como espectadores de ese enorme sufrimiento: mirones pasivos del hambre y la desnutrición de los pueblos excluidos.

No es lícito encerrarnos en la «sociedad del bienestar» ignorando esa otra «sociedad del malestar» en la que millones de seres humanos nacen para extinguirse a los cinco o seis años de una vida que sólo ha sido muerte. No es lícito instalarnos en la seguridad olvidando a quienes sólo conocen una vida insegura y amenazada. Desde su tragedia hemos de aprender a mirarnos a nosotros mismos como seres ridículos que vivimos en la abundancia, curvados en la autocompasión.

Este olvido del sufrimiento en el mundo se alimenta de una secreta ilusión de inocencia que se ha ido propagando en las sociedades modernas del bienestar. Una ilusión que nos permite huir de nuestra responsabilidad dejando que el mundo siga su marcha, dirigido por una especie de fuerza anónima sin sujeto humano. Pensamos ingenuamente que el tiempo se encargará de resolver la sinrazón de la historia humana.

En las sociedades laicas donde Dios va muriendo socialmente, están creciendo inquietantes mecanismos de exculpación, que nos permiten atribuirnos los éxitos y logros positivos del progreso, mientras cargamos el lado oscuro, inhumano y catastrófico a factores de diverso orden que no dependen de nosotros. Al no reconocer nuestra culpa, estamos disolviendo, sin darnos cuenta, la dignidad del ser humano, capaz de libertad y de responsabilidad, anulándolo como sujeto de la historia.

Por otra parte, en el ámbito de la religión cristiana, la ilusión de inocencia se alimenta evitando exponernos a la mirada de Dios de la compasión anunciando por Jesús, y buscando consuelo en ideas y prácticas religiosas alejadas de la historia del sufrimiento humano. Hemos logrado adorar al Crucificado de manera que nos oculte a los crucificados de hoy. Sin embargo, una Iglesia que desarrolla la memoria de Jesucristo ignorando a las víctimas no es fiel a su Espíritu. Una predicación que anuncia a un Dios de espaldas al sufrimiento de la Humanidad no es cristiana. Tiene razón J. B. Metz cuando, en diversos momentos, ha denunciado que en la espiritualidad cristiana hay demasiados cantos y pocos gritos de indignación, demasiada complacencia y poca nostalgia de un mundo más humano, demasiado consuelo y poca hambre de justicia....

Saludos.
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10-04-13 21:11 #11220778 -> 11081039
Por:No Registrado
RE: No podeis servir a dios y al dinero
“La religión es un insulto para la dignidad humana. Con o sin ella, habría buena gente haciendo cosas buenas, y gente malvada haciendo cosas malas, pero para que la buena gente haga cosas malas hace falta religión.”
Steven Weinberg
Puntos:
11-04-13 10:05 #11221550 -> 11081039
Por:POETANOSTALGICO

RE: No podeis servir a dios y al dinero
La adoración a Dios es algo único en el ser humano, lo que nos diferencia de los animales.Desde lo países mas avanzados a las ignorantes tribus amazónicas…todos tenemos en común la necesidad de adorar a un ser superior.

La religión FALSA es la lacra de la humanidad, la que SE atribuye el poder de Dios para imponerla en su nombre y ha traído tanta sangre por esa atribución ilegítima que ha “omitido el amarse los unos a los otros “ de Jesús y han llenado y sigue llenando de guerras y enfrentamientos violentos la tierra, hasta entre sus propios correligionarios.
La que con su propio ejemplo de lujo desvergonzado y amor al dinero ha relegado al desván las enseñanzas de la biblia.

La religión que enseñó Jesús es pacífica, dialogante, razonable..

(2 Corintios 10:4, 5) Porque las armas de nuestro guerrear no son carnales, sino poderosas por Dios para derrumbar cosas fuertemente atrincheradas. 5 Porque estamos derrumbando razonamientos y toda cosa encumbrada que se levanta contra el conocimiento de Dios; y ponemos bajo cautiverio todo pensamiento para hacerlo obediente al Cristo;

Pero ojo, solo para los humanos que la siguen es pacífica, porque en la voluntad de Dios está ajustar cuentas a todo ser humano(no como hacienda que solo lo hace con los pobres) ,la venganza solo puede ejercerla Dios (“mía es la venganza yo pagaré “)con especial punto de mira en aquellos que le han puesto al frente de sus deseos personales de conquista y poder … a los pies de dictadores y genocidas .

Aquellos purpurados que dicen (que dicen ellos)se sientan en el trono de Cristo, pero que solo han hecho los designios del diablo en la tierra. siendo uno mas de sus tentáculos con los que tiene bien atrapado al mundo y sus gentes, como gobernante .

(Juan 12:31) Ahora se somete a juicio a este mundo; ahora el gobernante de este mundo será echado fuera.

Esos que les gusta orar en público, que se hacen llamar santo padre y que son caudillos de un gobierno vaticano que huele a podrido por mucho que se vistan de blanco.

(Mateo 23:9, 10) Además, no llamen padre de ustedes a nadie sobre la tierra, porque uno solo es su Padre, el Celestial. 10 Tampoco sean llamados ‘caudillos’, porque su Caudillo es uno, el Cristo.


Sobre Jesús que escribe arroyo yo solo resaltaría para empezar a ser cristiano un mandamiento que ya estaba en el antiguo testamento , pero que Jesús en el nuevo recordó y cito como el PRIMERO para el ser humano que quiera seguir a Cristo.

“Uno de los escribas ...le preguntó¿cual es el primer mandamiento de todos?".Jesús contestó:"el primero es (citó de Deuteronomio 6:4-5):Oye oh Israel Jehová nuestro Dios es un solo Jehová y tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas" (Marcos: 12:28-30)

Saludos
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