Mombeltrán - Avila

Ya dos añitos desde el tsunami que acabó en leve brisa.
El balance no puede ser más decepcionante.
¿Había hace dos años ilusión por un proyecto de cambio?
Ahora sabemos que no. Más bien fué un ajuste de varias cuentas pendientes en la mente obstusa de algunos.
Un grupo de peñistas de camiseta y barbacoa arrastran y confunden a casi la mitad del pueblo con el casi único aval de echar al gran impresentable, dictador inculto y abominable.
Ahora decide: o el abismo o nosotros.
Por cierto, de milagro no falló todo. No faltó nada o casi nada para la más grande burla del destino.
En estos dos años estos Decididores de la Nada no han hecho nada que no sea una faena de aliño de un mal torero.
Meteduras de pata una tras otra, cobardía y desidia, horteradas varias en plan peña de camiseta y merienda.
Un desastre.
¿Y qué decir de la concejal florero? ¿Cual será el papel que representa entre los peñistas? ¿Qué condiciones pondría para el apoyo fervoroso?
¿Qué mociones, preguntas o proyectos habrá presentado?
¿Y el de la sonrisa cochinera, qué?
Ya no es más que un cadaver político sin futuro ninguno. El tiempo de vino y rosas ya se le acabó y ahora anda haciendo mala sangre en lugar de pedir perdón a tanta gente.

Dos años a la basura.

NO HAY ESPERANZA PARA LOS SIGUIENTES.

Cinco razones para pensar que han fracasado a mitad del mandato.

Si el fracaso es definido por la Real Academia como “resultado adverso” o “suceso lastimoso, inopinado y funesto”, éstas son las razones para pensar que a mitad de mandato la cosa no pinta demasiado bien para el actual edil, su equipo y sus seguidores más forofos; pero lo que es más importante y trascendente para el conjunto de los villanos y el pueblo de la Villa de Mombeltrán:

1. No estamos, ni de lejos, ante el mejor alcalde villano de todos los tiempos.
Es verdad que al menos acabó con un cáncer, algo que hace más de dos décadas y media no ocurría. Sin embargo, tampoco ha sido y es “el mejor edil villano de todos los tiempos”, como había prometido su entorno y habían defendido y pregonado algunos vecinos bienintencionados. Ni siquiera ha sido un valor en alza que aglutine, motive y movilice el entusiasmo de la inmensa mayoría de los villanos. Ha sido algo más previsible de lo que en principio muchos pensaban. De ahí, que no haya podido derrotar y, por consiguiente, resolver, de forma contundente y definitiva, ninguno de los problemas mayúsculos e históricos a los que se enfrentan los vecinos y el pueblo: su insignificancia exterior, lo que nos aboca, más pronto que tarde, a la irrelevancia y quizá la desaparición. El equipo del que ha rodeado tampoco le ha ayudado demasiado, siendo muchos de sus colaboradores más íntimos un lastre, más que una solución. En definitiva, la falta de liderazgo ha sido demasiado evidente.

2. Pésimos primeros tiempos.
Algo tienen los primeros tiempos de los mandatos políticos que algunos los dedican a hacer lo contrario de lo que prometieron y a lo que se comprometieron en el pacto virtual que firmaron con sus votantes durante la campaña electoral. El resultado hoy es un regalo para los más próximos y un suplicio cargado de desesperanza para el resto. Con el conjunto de los villanos no sirve para decir que puede alcanzar un empate, siendo la verdad que a mitad del encuentro el partido tiene pinta de terminar en una derrota humillante. Quizá jugará a empatar, a partir de ahora, pero casi lo pierde todo en las primeras jugadas. Se dirá y venderá por los más próximos que creceremos en el segundo tiempo del mandato y que será una señal positiva de la capacidad de reacción del plantel, pero no lo será tanto cuando el rival (que ya prepara su desembarco) no le ofrezca espacio y oportunidades para remontar el resultado fallido de la primera parte del mandato.

3. Sin adversarios políticos, pero rendido incondicionalmente a los que no le apoyarán, sino todo lo contrario, llegado el momento.
La realidad indica que el equipo y el pueblo que fomenta y construye el actual edil es un equipo de talento similar o parecido al del anterior edil, con las mismas deficiencias y con poco valor añadido. Como los buenos boxeadores en las distancias cortas, se apela mucho al físico, a la potencia y la disciplina; pero sus concejales y asesores peñistas no tienen el manejo de los guantes que sí poseen los caciques de toda la vida. Por eso, y por su ubicación tanto en las decisiones como en el escalafón de mando, eliminar las pocas ilusiones y esperanzas con las que llegaron a la alcaldía puede ser tomado a mitad de mandato, y sin oposición real, como una “hazaña”, una “gesta deportiva” que nos conduce irremediablemente otra vez al abismo.

4. Unos concejales “bocaflojas”.
La presión siempre ha hecho mella en el entorno inmediato que le defiende a capa y espada. Demasiadas groserías, algunas veces, para dirigirse a sus detractores. Para colmo, llenó de "flores" a algunos en pleno partido y éstos serán los que le terminen expulsando. Vergonzoso e innecesario. Así que ya no sabemos con quién quedarnos: con el que no lidera adecuadamente a su equipo en el primer tiempo de su mandato, o el que dice que lo recompondrá casi milagrosamente para el segundo. Con el que apela a nuevos valores, o el que le niega una oportunidad ¿Cuál será el que se impondrá al final?

5. Figuras que no rindieron.
Pocos concejales realmente se han destacado a lo largo de este mandato. En general, no hubo un crack, una figura descollante. Alguno quizá podría haberse consolidado pero desparramó energía y mucha verborrea, desgraciadamente no hubo mucho más que fuegos artificiales. Otra vez la meta soñada se antoja, será, inalcanzable.

Por todo ello: ¡No habrá paz para los villanos malvados!