La perversión del lenguaje: sobre la presunta financiacón ilegal del Partido Popular. Cuando se habla de financiación ilegal de un partido político se está hablando de un Partido que gasta más de lo que sus “posibles” lo permite, y acude a “malas artes” para pagar su exceso de gastos, tanto en su funcionamiento diario como en los eventos especiales. Nos referimos a una dimensión cuantitativa, no a la cualidad de los gastos. Insistimos que los gastos a pagar con “malas artes” son los normales: pagar de alquileres para sedes, pero pagando mas sedes, en mejores sitios y mejor puestas que lo que permite sus posibles; más publicidad, más administrativos, más técnicos (sociólogos, economistas…) o en las campañas electorales, comprando más publicidad en los medios, alquilando mejores locales para los actos electorales, dando mejores “ vinos españoles”, distribuyendo más publicidad o obsequiando con mejores regalos a los votantes… En fin, hacer las cosas a todo “trapo” Pero como en el caso que hablamos, en donde presuntamente se obtuvieron comisiones ilegales de concesionarios de servicios públicos y de contratos de obras públicas y donde presuntamente un tal “Barcenas” presuntamente de acuerdo a la indiscutida máxima “ de quien parte, reparte, se lleva la mejor parte” presuntamente se quedó con una parte considerable de lo “recaudado” y presuntamente otra parte la repartió entre los cargos del Partido Popular que “pintaban “ algo y que ya tenían sus sueldos ( mucho más elevado que lo que se estila). Nos encontramos si lo presunto acaba siendo cierto, ante un presunto delito, pero que no corresponde con el tipo penal de “financiación ilegal de un Partido Político”, porque este no es el caso, ya que a donde presuntamente acudían los “cuartos” era a las faldriqueras de los presuntos implicados. En fin estamos presuntamente ante un tipo penal, pero no el aludido |