LAS CRUZADAS Hola amigas, por circunstacias que no viene al caso, hace tiempo que no aparecía por aquí, pero todos los días antes de acostarme repasaba las últimas novedades que pudiera haber en el foro. Me alegra ver que hay mucha gente nueva en el foro animada a participar en él. Tenía pensado escribir este fin de semana en relación con las últimas noticias a cerca de la cantera y Peña Castro, pero se me adelantó Cenal, invitándome a hablar de los templarios. Ante todo quiero dejar claro que no sé tanto de historia como pensáis ni mucho menos, simplemente me limito a ir a la biblioteca y buscar algún libro relacionado con el tema, y también busco en internet. Para hablar sobre Los Caballeros Templarios debemos ir a sus antecedentes y estos se encuentran en las Cruzadas, por eso vamos a empezar por ahí. A finales del siglo x, controladas las invasiones musulmanas y vikingas bien por via militar o mediante asentamiento, comenzó en la Europa occidental una etapa expansiva. Se produjo un aumento de la producción agraria, intimamente relacionado con el crecimiento de la población, y el comercio experimentó un nuevo renacer, al igual que las ciudades. La autoridad religiosa, matriz común, en la Europa occidental y única visible en los siglos anteriores, había logrado introducir en el belicoso mundo medieval ideas como "La Paz de Dios" o la "Tregua de Dios", dirigiendo el ideal de caballería hacia la defensa de los débiles. "Ya el pontífice Juan VII, a finales el siglo IX, había declarado que aquellos que murieran en el campo de batalla luchando contra el infiel verían sus pecados perdonados, es más: se equipararían a los mártires por la fe". Existía, pues, un arraigado y exacerbado sentimiento religioso que se manifestaba en las peregrinaciones a los lugares santos habituales en la época. Las tradicionales peregrinaciones a Roma fueron sustituídas paulatinamente a principios del siglo XI por Santiago de Compostela y Jerusalén. Estos nuevos destinos no estaban exentos de peligros, como salteadores de caminos o fuertes tributos de los señores locales, pero el sentimiento religioso unido a la espera de encontrar aventuras y fabulosas riquezas orientales arrastraron a muchos peregrinos que al volver a Europa relataban sus penalidades. El vocablo cruzada (de "cruz" el emblema de los cruzados) se aplicó, también, especialmente en el siglo XIII, a las guerras contra los pueblos paganos, contra los erejes critianos y contra los enemigos políticos del papado. El origen de las cruzadas está enraizado en el cataclismo político que resultó de la expansión de los Selyucidas en el Oriente Próximo, a mediados del siglo XI. La conquista de Siria y Palestina llevada a cabo por los Selyucidas islámicos alarmó a los cristianos de Occidente. Otros invasores turcos también penetraron profundamente en el igualmente cristiano Imperio Bizantino y sometieron a griegos, sirios y armenios cristianos a su soberanía. Las cruzadas fueron, en parte una reacción a todos estos sucesos. También fueron el resultado de la ambición de unos Papas que buscaron ampliar su poder político y religioso. Los ejércitos cruzados fueron, en cierto sentido, el brazo armado de la política Papal. Las explicaciones acerca de las cruzadas son variadas, pero los avances en la investigación sobre el tema indican que los cruzados no pensaron encontrarse con los peligros de enfermedades, las largas marchas terrestres y la posibilidad de morir en combate en tierras lejanas. Las familias que quedaron en Europa, tuvieron que combatir en muchas ocasiones durante largos períodos de tiempo para mantener sus granjas y sus posesiones. La petición de ayuda realizada por los bizantinos, junto con la caída de Jerusalén en manos turcas, propició que en el Concilio de Clemont (noviembre de 1095) el pontífice Urbano II expusiera, ante una gran audiencia, los peligros que amenazaban a los cristianos occidentales y las vejaciones a las que se veían sometidos los peregrinos que acudían a Jerusalén. La expedición militar predicada por Urbano II pretendía también rescatar Jerusalén de manos musulmanas. Las recompensas espirituales prometidas, junto con el ansia de riquezas, hace que príncipes y señores respondan pronto al llamamiento del Pontífice. La Europa cristiana se mueve con un ideario común bajo el grito de "Dios lo quiere" ("Deus vult", frase que encabeza el discurso del Concilio de Clemont en que Urbano II convocó la primera cruzada). La idea de que los cruzados obtuvieran grandes riquezas es cada vez más difícil de justificar, la Cruzada fué un asunto extremadamente caro para un caballero que tuviese el propósito de actuar en Oriente si se costeaba por sí mismo la expedición, ya que probablemente le suponía un gasto equivalente a cuatro veces sus ingresos anuales. Sin embargo, a pesar de ser una empresa peligrosa, cara y que no daba beneficios, las Cruzadas tuvieron un amplio atractivo para la sociedad comtemporánea. Su popularidad se cimentó en la comprensión de la sociedad que apoyó este fenómeno. Era una sociedad de creyentes, y muchos cruzados estaban convencidos de que su participación en la lucha contra los infieles les garantizaría su salvación espiritual. Tambíen era una sociedad militarista, en la que las esperanzas y las ambiciones estaban asociadas con hazañas militares. La primera Cruzada culminó con la conquista de Jerusalén en 1099 y con la constitución de principados latinos en la zona: los Condados de Edesa y Trípoli, el Principado de Antioquía y el Reino de Jerusalén, en donde Balduino I no tuvo inconveniente en asumir, ya en 1100 el título de rey. La Orden del Temple fue una orden medieval de carácter religioso y militar, nacida después de esta primera Cruzada. Fue fundada en Jerusalén en 1118 por nueve caballeros franceses. Por hoy ya es suficiente. Los Caballeros Templarios lo dejo para esta noche o para mañana. Un saludo para todos. Un mosquitu por el mundo. |