Morcín - Asturias

Hace días que leí en los periódicos manifestaciones de ex-presidente Juan Luís Rodríguez Vigil sobre las causas de la corrupción y sus propuestas para poner remedio al problema, haciendo referencia a los funcionarios públicos, especialmente a los Secretarios y los Interventores de los Ayuntamientos.
La función pública necesita una profunda reforma, reforma que en gran medida ha de venir a borrar del mapa lo que el partido del Sr. Rodríguez Vigil implantó. Habla Don Juan Luís de resucitar la obligación que en su día pesó sobre los Secretarios y los Interventores de los Ayuntamientos de advertir expresamente las ilegalidades que pudieran observar en el ejercicio de su cargo, pero no dice que fue precisamente su partido, el PSOE, el que hizo desaparecer tal obligación.
Por otra parte, conviene recordar a nuestro ex-presidente que también fue su partido el que potenció la figura del Alcalde, en detrimento de las competencias del Pleno, aclararle que debemos al PSOE el que muchos funcionarios accedan a sus puestos por libre designación, y decirle que, en concreto, refiriéndonos a los Secretarios y a los Interventores de los Ayuntamientos, el PSOE abrió la posibilidad de que en los concursos de méritos entrara en juego un baremo específico aprobado por la propia Corporación que generalmente resulta ser un traje a la medida de determinado candidato.
Así pues, es consecuencia de lo aprobado por el PSOE no sólo la desaparición de la advertencia de ilegalidad sino también que los Alcaldes tengan mucho más poder en los Ayuntamientos y que los Secretarios, los Interventores y los Tesoreros sean menos independientes. Los de los Ayuntamientos más importantes porque son nombrados por libre designación, y los demás porque el baremo específico aprobado por la Corporación decide en la práctica el resultado del concurso. A lo anterior hay que añadir, por si ello fuera poco, que las retribuciones de tales funcionarios dependen en gran medida del Ayuntamiento al que sirven.
Con ese caldo de cultivo, cocinado por su partido ¿qué quiere el Sr. Vigil que resulte?, porque lo que efectivamente resulta bien lo tenemos a la vista.