Morcín - Asturias

Si en una organización, del tipo que sea, se concede poder decisorio a los simpatizantes de la misma, ¿en qué se distinguen entonces los miembros de la referida organización de los referidos simpatizantes?.
¡Ojo!, no estoy hablando de pulsar la opinión de tales simpatizantes, ni de recabar su aportación orientadora, sino de conceder igual poder de decisión a quienes se mantienen al margen de la organización sin que nada le impida integrarse en ella.
Los miembros de cualquier organización asumen determinados deberes y ostentan, en correspondencia, los derechos establecidos, así que ¿no hay agravio comparativo si se otorgan los mismos derechos a quienes no tienen que cargar con iguales deberes?.
La idea de justicia nada tiene que ver con dar a todos por igual, sino con tratar igual a los que son iguales, y se produce discriminación injusta no solo cuando se da distinto tratamiento a los iguales, sino también cuando se concede el mismo trato a los que son diferentes.

LA DEVALUACIÓN DEL VOTO DEL MILITANTE.
Si a la hora de elegir el candidato de una determinada formación política para las elecciones vale lo mismo el voto de un simpatizante, pongamos que recién llegado de la mano de uno de los aspirantes, que el de un militante, es evidente que el voto de éste último queda devaluado, porque puede ser contrarrestado por el del simpatizante.
El procedimiento para anular el voto del más antiguo, sacrificado y consecuente militante que votará al aspirante A, es bien sencillo, bastará, poco más o menos, con convencer a alguien para que diga que es un simpatizante y se inscriba para votar, obviamente a favor del aspirante B.
¿Es esto lo democrático y lo justo, o es simplemente una moda que pueden llegar a dar como resultado el absurdo de que sea elegido candidato quien es apoyado por simples aves de paso y no cuenta con el respaldo de los militantes de la organización? .