31-08-12 08:56 | #10487028 |
Por:No Registrado | |
Teatro José Ramón Muñiz Álvarez “EL JINETE MISTERIOSO” o “LAS GENTES DEL CASTILLO” Visite: El Curuxín d'Asturies EL DUQUE-. ¿Qué se ve desde la torre al nacer la luz sombría? EL VIGÍA-. Solo las luces del día y un caballero que corre. EL DUQUE-. ¿Y qué lugares recorre el valiente caballero? EL VIGÍA-. Va de la sierra al otero, por una extensa llanura. EL DUQUE-. ¿Y quién es el que se apura por el estrecho sendero? EL VIGÍA-. Lleva un extraño estandarte que da anuncio a su nobleza. EL DUQUE-. ¿Viene hacia aquí con presteza, o se va a alguna otra parte? EL VIGÍA-. Viene hacia aquí con gran arte, montando su yegua overa. EL DUQUE-. Larga se me hace la espera hasta que llegue al castillo. EL VIGÍA-. Su armadura es puro brillo bajo la llama primera. EL DUQUE-. Di si ha llegado al molino que está junto al arroyuelo. EL VIGÍA-. Allí está, que vive el cielo que es su correr repentino. EL DUQUE-.¿Y sigue por el camino que queda detrás del puente? EL VIGÍA-. Viene hacia aquí el inocente como quien busca el combate. EL DUQUE-. ¿No buscará que lo mate, que viene hacia aquí vehemente? EL VIGÍA-. De su escudo los colores parecen azur y plata. EL DUQUE-. ¿Su linaje no delata ni sus más altos honores? EL VIGÍA-. No lo sé, mas sus ardores contienen ira arrogante. EL DUQUE-. ¿Y no lleva algún colgante que lo pueda distinguir? EL VIGÍA-. Solo os pudiera decir que es un hombre delirante. EL DUQUE-. Pues que tiene tanto brío, es que me viene a retar. EL VIGÍA-. No sé ya lo que pensar, que ignoro su señorío. EL DUQUE-. Aceptaré el desafío y mataré al muy cobarde. EL VIGÍA-. No parece que se guarde de no ser visto, señor. EL DUQUE-. Lo rendiré sin favor, si con tantas furias arde. PAJE 1-. Pues si que parece raro lo del jinete brioso. PAJE 2-. Es un hombre misterioso, mas lo ha de pagar bien caro. PAJE 1-. ¿Y no es tener gran descaro mostrar tal descortesía? PAJE-. 2-. Al nacer la luz del día ha venido amenazante. PAJE 1-. Morirá en solo un instante en pago de su osadía. PAJE 2-. ¡Y qué furia le habrá dado para ser tan descortés! PAJE 1-. ¿Sabes acaso quién es? ¿O sabes lo que han hablado? PAJE 2-. Solo sé lo que he escuchado al vigía en su torreta. PAJE 1-. Debe morir el que reta, pues que es tal su atrevimiento. PAJE 2-. No cabe un buen sentimiento hacia quien nunca respeta. PAJE 1-. Morirá y se lo merece, pues que buscándolo llega. PAJE 2-. Toda clemencia se niega a quien tan ancho se crece. PAJE 1-. Con el destino tropiece quien piensa ser aguerrido. PAJE 2-. Ese ha de verse vencido, muerto, triste y humillado. PAJE 1-. Parece que lo ha cegado un mal nunca conocido. PAJE 2-. Me alegrará verlo muerto antes de acabar el día. PAJE 1-. Os juro por vida mía que ya rendido lo advierto. PAJE 2-. No ha de llegar a buen puerto el que tales cosas hace. PAJE 1-. Bueno será, si deshace al duque, gran luchador. PAJE 2-. El duque será el mejor, pues la lucha le complace. PAJE 1-. Siempre en la guerra brioso, en el combate aguerrido… PAJE 2-. En el combate encendido se le admira fragoroso… PAJE 1-. Y en los torneos gozoso gusta de ganar trofeos… PAJE 2-. Siempre en los grandes torneos al buen duque se admiró. PAJE 1-. Por eso le guardo yo mis más sinceros deseos. EL VIGÍA-. Es un joven, según veo, y parece distinguido. EL DUQUE-. ¡Impetuoso mal nacido! Será mi nuevo trofeo… EL VIGÍA-. Pienso que tiene deseo de bajarse del caballo. EL DUQUE-. Tendrá que morir, pues hallo que es fatal su atrevimiento. EL VIGÍA-. Pienso que pierde el aliento, tras avanzar como el rayo. EL DUQUE-. He de sacarle la entraña a ese joven insolente. EL VIGÍA-. Ya se refresca en la fuente, que viene con mucha saña. EL DUQUE-. Gente de mala calaña la que viene a este bastión. EL VIGÍA-. Pienso que es un infanzón de la más rancia nobleza. EL DUQUE-. Gente de vil aspereza habrás de decir que son. EL VIGÍA-. Ahora cansado respira, recobrando ya el aliento. EL DUQUE-. Yo, para su contento, sabré mostrar mayor ira. EL VIGÍA-. Pero ahora ¿se retira? ¿se nos parcha peregrino? EL DUQUE-. Quiero saber a qué vino, no me digas que se va. EL VIGÍA-. Y ahora parado se está, y que viene lo adivino. EL DUQUE-. Pues he de darle yo muerte, o castigar su imprudencia. EL VIGÍA-. Tened, mi señor, paciencia, que parece joven fuerte. EL DUQUE-. Y pagará con su suerte, cumplirá con su destino. EL VIGÍA-. Se vuelve para el hayedo. se retira el muy mezquino. EL DUQUE-. ¡Qué inconstante y peregrino! ¡Tal vez ha tenido miedo! EL VIGÍA-. Ahora parece que trata de quitarse la armadura. EL DUQUE-. Pues a la muerte se apura, puesto que es cosa insensata. EL VIGÍA-. Quita su yelmo de plata y su coraza de argenta. EL DUQUE-. Pagará cara la afrenta si hace cosa semejante. EL VIGÍA-. Muestra en su noble semblante el dolor que le atormenta. PAJE 1-. Pues, si viene dolorido talvez de combate o guerra, corriendo por esa sierra, ¿a qué ser tan atrevido? PAJE 2-. ¿Con qué intención ha venido a esta tierra ese malvado, si, malherido su estado, no le permite luchar? PAJE 1-. Sabrá El duque castigar su maldad y su pecado. Tras vencerlo, arrodillado, muerte le dará violenta. PAJE 2-. Esa soberbia violenta en verdad me ha impresionado. Matará a ese desdichado si es que tan fiero se impone. PAJE 1-. Algo es que se sobrepone a los deseos de paz. El duque es hombre sagaz y no espero que perdone. PAJE 2-. Siempre engendra irritación la soberbia de los mozos. PAJE 1-. Suelen darse a tales gozos exhibiendo su intención. PAJE 2-. Pero me da el corazón que acaso ha de arrepentirse. PAJE 1-. Con el duque ha de medirse: sé que mal lo pasará. PAJE 2-. El duque lo matará. PAJE 1-. No es difícil prevenirse. LA PRINCESA-. ¡Si, asomada a la ventana, miro el claro resplandor que, con su beso, el albor, enseña cada mañana, y al ver la luz soberana con su brillo de oro viejo, siento su fuego bermejo rozando la brisa fría, qué no siente el alma mía, viendo su claro reflejo! Mas que todos quieran guerra y busquen injustos duelos, cuando la aurora en los cielos enseña el sol tras la tierra, siendo cosa que me aterra y parece tan injusta, no diré yo que me gusta que, por ser un forastero, odien a ese caballero y lo fuercen a una justa. Pues en su rostro he encontrado la dulce melancolía que sus amores decía, sin haberlos pronunciado. Y quién sabe si ha llorado por amores sus tristezas, tejiendo mil sutilezas de poeta malherido que huye, por verse vencido, del amor y sus durezas. Y, sabiendo sus amores, sus penurias, su dolor, malo es hacerlo deudor de esos ajenos errores, que no pienso yo, señores, que quien llega, caballero, sea cruel y pendenciero con quien vive en su morada, pues quién sabe si posada espera de nuestro fuero. Bello es el joven, lo digo, como el alba que despierta, como la llama que acierta a ser del día testigo, y, por lo tanto os obligo, pues lo quiere así el deber, solo que esperéis a ver lo que dice, lo que quiere, que de sus ojos se infiere que ningún daño ha de hacer. PAJE 1-. La princesa es muy confiada y es preciso no hacer caso. PAJE 2-. Pero vamos paso a paso, que ella es dulce y delicada… PAJE 1-. Esa razón enunciada no parece la mejor. PAJE 2-. ¿No sabe más que el albor nuestra princesa notable? PAJE 1-. Como mujer es amable, pero piensa en el amor. PAJE 2-. ¿Y no sientes que razona como el ángel más hermoso? PAJE 1-. El muchacho es peligroso, según el duque pregona. PAJE 2-. Más alta fue la corona de la más alta princesa. PAJE 1-. Para la guerra más pesa la del duque, digo yo… PAJE 2-. Es posible, pero no: mas poderes ella apresa. EL CABALLERO-. Vengo, señores, de Francia, y de parte de su rey, que gobierna por la ley y reparte su abundancia. Es hombre de sangre rancia, honrado y justo, valiente, respetado por la gente que le presta vasallaje por la ley del homenaje y por su noble ascendiente. De París, señores, llego, por el viaje fatigado, por el hambre amedrentado, perdido todo sosiego. Después de tanto trasiego, pido hospedaje y reposo, porque darlo es siempre honroso al que hospeda al caminante que espera ya en este instante del castillo junto al foso. Y no temáis mal alguno, pues que vengo como amigo, y a este castillo bendigo de todo mal oportuno, pues, si amigos, somos uno; pues, si hermanos, somos fuego, y, aunque yo cansado llego, conozco bien esta sierra, estos llanos, esta tierra y los mares que navego. Os diré mis aventuras, ya que fueron singulares, y os hablaré de otros mares, de otras sendas y espesuras, de las noches más oscuras, pues, durmiendo en campo raso, me costaba abrirme paso por las tierras que pisé, buscando, sin saber qué, el camino y el ocaso. No me neguéis la posada y no queráis darme mal, pues que soy guerrero igual y no es cobarde mi espada, y, temblando entre la helada, miro la luz y su brillo, esperando que al castillo os dignéis dejarme entrar, si es que queréis levantar el formidable rastrillo. EL REY-. Bien es tener humildad con quien, tan necesitado, aquí llega en este estado, pidiendo hospitalidad. Que pase el joven dejad, que no quiere haceros daño, y no es noble ser tacaño con caballeros andantes, si es que estos vienen errantes a quien los acoge huraño. Dejad pasar, como os digo, a ese buen aventurero, que por huésped yo lo quiero y debo brindarle abrigo. Su palabra hará testigo en quien escuche su historia, que quien busca hallar la gloria merece digno cobijo, que de mirarlo me aflijo si no alcanzó la victoria. EL CONDE-. La razón que el duque tiene no se la voy a quitar. EL MARQUÉS-. Sabe solo alborotar a la gente que aquí viene. EL CONDE-. Es un noble y se previene De quien se muestra aguerrido: bien se hubiera arrepentido Ese insolente, es de ley… EL MARQUÉS-. Haced caso, porque el rey debe ser obedecido. La orden está cumplida y el rastrillo se levanta. EL CONDE-. El coraje en la garganta quema al duque, por mi vida. EL MARQUÉS-. Arde su furia encendida cuando llega un extranjero, y ese joven caballero ha venido de París. EL CONDE-. Pues vos todo lo decís, algo yo deciros quiero: y es que deseo la muerte de ese joven tan osado. EL MARQUÉS-. No sé que daño ha causado que le queréis esa suerte. EL CONDE-. Deje Dios que me concierte para causar vuestro enojo. EL MARQUÉS-. De escucharos me sonrojo, que jamáis hablasteis mal. EL MARQUÉS-. No se os hace más normal odiar solo por antojo. EL CONDE-. Muerto en el suelo lo viera y os diré que será bien. EL MARQUÉS-. Pensad que el joven también verlo rendido pudiera. EL CONDE-. El marqués es una fiera si se le llama al combate. EL MARQUÉS-. Es hombre que no debate y que gusta de matar. EL CONDE-. Y, porque sabe luchar, que nunca quedó en empate. EL MARQUÉS-. Hará lo que el rey ordena, pues este es hombre prudente. EL CONDE-. El arrojo del valiente, la prudencia lo condena. EL MARQUÉS-. La osadía lo envenena por su carácter forzudo. EL CONDE-. Es un hombre corajudo en la lucha y en la guerra. EL MARQUÉS-. Siempre en sí mismo se encierra Por su orgullo linajudo. DONCELLA 1-. Parece que es tan precioso como la altura del cielo. DONCELLA 2-. En su mirar hay desvelo melancólico y hermoso. DONCELLA 1-. No parece peligroso, sino que es fino y cortés. DONCELLA 2-. Y nadie sabe quién es ese muchacho que llega. DONCELLA 1-. La tristeza que lo ciega ha de contarnos después. EL REY-. Sé bienvenido, extranjero, a este reino que recibe a quien como amigo escribe su firma de caballero. Sé bienvenido, que espero que goces la cortesía que tu noble nombradía y tu linaje merecen, que grandes glorias se ofrecen a tu fuerza y tu valía. Hospedado en mi castillo como el más alto invitado, ya que aquí te has presentado, que levanten el rastrillo. Y, pues soy hombre sencillo, te trataré en igualdad, porque tiene dignidad tu nobleza y tu apariencia y parece ser prudencia respetar la majestad. EL CABALLERO-. Gracias mil por darme paso, que pensaba ya sufrir sin cobijo que pedir desde la aurora al ocaso. Bien se ha torcido mi paso, que llego con tal lamento, y fatigado me siento al llegar a este palacio donde el reposo, despacio, va a devolverme el aliento. El camino se hace duro para quien camina errante en un mundo delirante, lleno de sombras oscuro. Yo, que perdido me apuro, por los estrechos senderos, como tantos caballeros que obedecen a señores, llego aquí, con los albores, con los primeros luceros. Y humilde siempre y cortés, agradezco este remanso, esta paz, este descanso, en este mundo al revés. Rendidos traigo los pies del cansancio del camino, pues, vagando en el camino, he de sufrir mi penuria, si lo quiere así la furia del miserable destino. Gracias por esta acogida que da vida al desdichado, que, perdió y fatigado, ya la daba por perdida. Y es que puede, arrepentida, la fortuna dar un bien, cuando es ella ese desdén que nuestras vidas maltrata, y si más cruel se delata, es generosa también. EL REY-. Buena ha de ser tu llegada, misterioso caballero que, con el rayo primero, ha llegado a mi morada. Aquí hallarás la posada, buen pan, si quieres, y el vino que ayuda al buen peregrino, con ser el vino tan rancio, a olvidarse del cansancio y las penas del camino. Yo soy el rey de esta tierra, el que todo lo domina, el que en la lucha adivina la mezquindad de la guerra. De la llanura a la sierra, nadie me hará un desafío, pues cuanto admiras es mío, y aquí quiero yo acogerte y ver mejorar tu suerte, pues este es mi señorío. Mas has de hablarnos, amigo, de tu suerte y tu ventura, de la curiosa figura a quien doy tan buen abrigo. Pasa unos días conmigo, que, si la aurora derrama los colores de su llama como noble bendición, tendrás aquí la ocasión de decir tu nombre y fama. DONCELLA 2-. ¡Qué galán y qué educado es el joven, y cortés! DONCELLA 1-. Mas no sabemos quién es ni qué señor lo ha mandado. DONCELLA 2-. Si desde Francia ha llegado a este lugar, es famoso. DONCELLA 1-. ¡Qué camino peligroso: lo que debe haber sufrido! DONCELLA 2-. ¿Ves que se haya malherido y se muestra fatigoso? EL CABALLERO-. Si me dejáis descansar, daré yo a vuestra demanda lo que vuestra boca manda, lo que quiera gobernar. Pero dejadme posar, conciliarme con el sueño: no es el cansancio pequeño el que pesa sobre mí, pues largo trecho corrí y ahora de mí no soy dueño. Bastará cualquier rincón: no hace falta un aposento, ya que suele ser mi asiento cualquier parte en la región. Derrotado el corazón, os quedaré agradecido, pues, por el sueño vencido, que toda esperanza roba, tendré por más digna alcoba el más sucio tendejón. 2012 © José Ramón Muñiz Álvarez TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS | |
Puntos: |
Tema (Autor) | Ultimo Mensaje | Resp | |
EL TEATRO Por: No Registrado | 25-08-12 01:35 No Registrado | 0 |
![]() | ![]() | ![]() |