ANTOLOGÍA POÉTICA DEL MAR; AUTOR: AMOS DE ESCALANTE AMOS DE ESCALANTE (1831 - 1902) MARINAS Riza las ondas vagabundo el viento, ardiente sol el firmamento inunda, y vibradoras luces de oro tiñen diáfanas aguas, férvidas espumas. Cielo sereno y claros horizontes próspero azar al navegante auguran: fía a las anchas olas sin recelo, hija de las riberas, tu fortuna. Al sonoro compás de la marea flote la barca libre, mientras cruza tu pensamiento el mundo de esos sueños que el candoroso corazón te arrullan. En aurora purísima la vida a tu inocente despertar se anuncia como esos cielos vasta y transparente, como ese espacio azul limpio de brumas, y a misterioso porvenir te llama suave armonía que extasiada escuchas, voz de otro mar que lánguido solloza meciéndote en sus olas con ternura. Suelta, suelta al bajel las blancas velas, su rumbo el sol de la esperanza alumbra, y el vago afán y el anhelar inquieto con amoroso aliento las empujan. Light and shadow ¡Boga avante! ¡a la mar! los altos montes dieron sepulcro al moribundo sol, ciérranse los abiertos horizontes, ¡oh tierra! ¡oh playa! ¡adiós! Triste la noche con sus sombras llega, aguas ni costas se distinguen ya: Dios al barco que impávido navega su rumbo alumbrará. Vivir es padecer; mostrad al duelo serena frente, firme corazón: la patria del espíritu es el cielo; ¿espíritu no sois? La tabla a impulso de los remos cruje, grave la gente silenciosa va, y en los cercanos arenales ruge el insaciable mar. Tiempos duros y mares procelosos templan las almas, prueban el valor; para desesperados o medrosos ni mar ni vida son. Lejos, donde la vista ya no alcanza, la gloria, el puerto y el descanso están: ¿Qué son nieblas y escollos? ¡esperanza! ¡boga avante! ¡a la mar! III Ingentes voces, silentia maris Medir mi pobre espíritu no sabe la vasta inmensidad del cristal frío, ni en el menguado pensamiento mío ¡oh mar! la suma de tus leyes cabe. Ciencia no alcanzo que en mi mente grabe de pueblos, nautas en tu azul bravío, el nombre, historia, lengua y poderío su henchida vela y carenada trabe. Ansia de contemplarte no vencida, en lid sañuda o en reposo inerte, tráeme a tu ribera entristecida; y halagan mi ilusión sin comprenderte tus hondas voces, ayes de la vida, tu augusta paz, silencio de la muerte. |