ANTOLOGÍA POÉTICA DEL MAR; AUTOR: ÁNGEL DE SAAVEDRA Y RAMIREZ DE BAQUEDANO (DUQUE DE RIVAS) ÁNGEL DE SAAVEDRA Y RAMIREZ DE BAQUEDANO ( DUQUE DE RIVAS) (1791-1865) EL FARO DE MALTA Envuelve al mundo extenso triste noche, ronco huracán y borrascosas nubes confunden y tinieblas impalpables el cielo, el mar, la tierra; y tú invisible te alzas’, en tu frente ostentando de fuego una corona, cual rey del caos, que refleja y arde con luz de paz y vida. En vano ronco el mar alza sus montes y revienta a tus pies, do rebramante creciendo en blanca espuma, esconde y borra el abrigo del puerto: tú, con lengua de fuego, aquí está, dices, sin voz hablando al tímido piloto, que como a numen bienhechor te adora, y en ti los ojos clava. Tiende apacible noche el manto rico, que céfiro amoroso desenrolla, recamado de estrellas y luceros, por él rueda la luna; y entonces tú, de niebla vaporosa vestido, dejas ver en formas vagas tu cuerpo colosal, y tu diadema arde al par de los astros. Duerme tranquilo el mar, pérfido esconde rocas aleves, áridos escollos falso señuelo son, lejanas cumbres engañan a las naves. Mas tú, cuyo esplendor todo lo ofusca, tú, cuya inmoble precisión indica el trono de un monarca, eres su norte, les adviertes su engaño. Así de la razón arde la antorcha en medio del furor de las pasiones o de aleves halagos de fortuna, a los ojos del alma. Desque refugio de la airada suerte en esta escasa tierra que presides, y grato albergue el cielo bondadoso me concedio propicio, ni una vez s6lo a mis pesares busco dulce olvido del sueño entre los brazos, sin saludarte, y sin tornar los ojos a tu esplendida frente ¡Cuántos, ay ,desde el seno de los mares al par los tornarán!.., tras larga ausencia unos, que vuelven a su patria amada, a sus hijos y esposa,. otro profugos, pobres, perseguidos, que asilo buscan, cual busqué, lejano y a quienes que lo hallaron tu luz dice, hospitalaria estrella. Arde y sirve de norte a los bajeles, que de mi patria, aunque de tarde en tarde, me traen nuevas amargas y renglones con lagrimas escritos Cuando la vez primera deslumbraste mis afligidos ojos, ¡cuál mi pecho, destrozado y hundido en la amargura, palpitó venturoso! Del Lacio moribundo en las riberas huyendo inhospitable, contrastado del viento y mar entre ásperos bajíos, vi tu lumbre divina: viéronla como yo los marineros, y olvidando los votos y plegarias que en las sordas tinieblas se perdían, ¡ Malta! Malta!, gritaron; y fuiste a. nuestros ojos la aureola que orna la frente de la santa imagen, en quien busca afanoso peregrino la salud y el consuelo Jamas te olvidare jamas… Tan solo trocara tu esplendor ,sin olvidarlo, rey de la noche, y de tu excelsa lumbre la benefica llama. por la llama y los fúlgidos destellos que lanza, reflejando al sol naciente, el Arcángel dorado que corona de Córdoba la torre. |