EL REINO DE LOS BEODOS Tubo un reino una vez tantos beodos, que se puede decir que lo eran todos, en el cual por ley justa se previno; -Ninguno cate el vino.- Con júbilo el mas loco aplaudiose la ley, por costar poco: acatarla después, yá és otro paso pero en fin, és el caso que la dieron un sesgo muy distinto creyendo que vedaba sólo el tinto, y del modo mas franco se achisparon después, con vino blanco. Extrañado que el pueblo nó la entienda. El Senado a la ley pone una enmienda, y a aquello de :Ninguno cate el vino, añadió,blanco,al parecer, con tino. Respetando la enmienda el populacho, volvió con vino tinto a estar borracho, creyendo por instinto ¡mas qué instinto! que el privado en tal caso nó éra el tinto. Corrido yá el Senado, en la segunda enmienda, de contado -Ninguno cate el vino sea blanco, sea tinto,-les previno; y el pueblo, por salir del nuevo atranco, con vino tinto entonces mezcló el blanco; hallando otra evasión de ésta manera pues ni blanco ni tinto entonces éra. Tercera véz, burlado, <<Nó és éso,nó señor>> dijo el Senado; <o el pueblo és muy zoquete o muy ladino: se prohibe mezclar vino con vino> - Mas ¡cuánto un pueblo revelado fragua! ¿ creeis que luego lo mezcló con agua? Dejando entonces el Senado el puesto, De ése modo al cesar dió un manifiesto: La ley es red, en la que siempre se halla descompuesta una malla por donde el ruin que en su razón nó fia se evade suspicaz...¡Qué bien decia! y en lo demás colijo que debiera decir,si nó lo dijo: Jamas la ley enfrena, al que su infamia su malicia iguala: si se ha de obedecer, la mala és buena, mas si se ha de eludir,la buena és mala.
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