Boquerizu - Asturias

"Berta defiende muy bien.
Sabe colocarse en el sitio justo para que las pelotas nunca pasen de largo. Marca como nadie. Se pega como una lapa y se mueve al compás del cuerpo ajeno con una elasticidad y destreza dignas de Beckenbauer.
Si es necesario, penetra por la banda con la celeridad y precisión de Maldini. Juega al primer toque con la elegancia de Di Stefano. Da asistencias con la exactitud impecable de Laudrup. Remata con el ardor tajante de Hugo Sánchez y hace fintas con la solvencia desarmante de Pelé. Y cambia de ritmo con la pasión controlada de un Cruyff.

En fin, es la mejor jugadora con la que me he ido a la cama. Una campeona que sabe sacar provecho a las jugadas de estrategia, maneja la cabeza con sentido, se asocia con descaro y mueve la manija con hechuras de crack. Sabe levantar al público de sus asientos y lee los partidos con la seguridad de quien sabe dónde, cuándo y cómo achicar espacios.

Lo malo es cuando acaba el partido y nos vamos al vestuario. Entonces, Berta saca a relucir lo que no me gusta de ella, que es casi todo. Incluso su voz. No la soporto cuando se pone melosa. Cuando dice qué mono para demostrar lo mucho que le gusta algo.

Soy muy comprensivo con las deudas que cada uno tiene contraídas con su infancia, pero a sus 46 años no es normal que tenga un póster gigantesco de "La sirenita" en su dormitorio.
La primera vez que nos acostamos juntos yo no podía apartar la vista del dibujo y me sentía un delincuente porque por la mañana había ayudado a mi hija de 12 años a limpiar la habitación-leonera y una de las cosas que tiramos a la basura fue un póster de "La sirenita".

Berta conserva todas las muñecas de su infancia, con eso queda dicho todo. Todas. Y habla con ellas. Eso dice, al menos.
Tampoco me gusta su indecisión. No sé qué ponerme es su segunda frase favorita.
La primera es: ¿qué? Aunque le hables al oído, siempre dice qué. Una vez que había bebido demasiado le dije: te quiero. Y ella preguntó: qué. No lo repetí, y aquella noche no conseguí dormir hasta que ella se fue del hotel."




TINO PERTIERRA

La Nueva España 13-11-2008