Tesón <<Insiste. Eva insiste. No se le puede negar tenacidad. Eva Tenazas, la llama su hermana gemela, y antes me hacía gracia oirlo, pero ahora que la sufro a diario no. Ya no. No me quitaré la barba. Si quiere, puede estar pidiéndolo cada minuto, pero no haré caso. Esta vez no. Ya son demasiadas claudicaciones. Primero, la coleta. Vale, acepté que no tengo edad para llevarla y la corté. Luego, los dientes. A ninguna de mis ex novias le importó que estuvieran mal avenidos. Pero llegó Eva y acabé con brackets. Después se empeñó en que vendiera la Harley y, aunque opuse fiera resistencia, terminé conduciendo un todoterreno. No sé para qué quiero un maldito 4x4 si lo más cerca que estoy del campo es cuando riego el cactus que tengo encima del ordenador para que me quite radiaciones. Colgué las botas del fútbol sala porque a Eva le daba vergüenza que saliera a una cancha con la camiseta llena a reventar. Eso precedió a la dieta ultrarrápida que me impuso y que convirtió mi carácter risueño y amable en un permanente ceño fruncido, pasé a ser un cactus relleno de malas radiaciones. Se me ha pasado citar otra rendición en toda regla: el tabaco. Ni un pitillo más. No quiero besar ceniceros, decía ella, y después de someterme a dos meses de abstinencia sexual tiré la toalla. Hubo más derrotas, menos importantes aunque igualmente significativas que hicieron de mí un hombre sano, bien vestido, de perfecta dentadura y encaramado a un coche intimidador. Eva conecta con una parte de mí que había conseguido mantener a buen recaudo, porque, no nos engañemos, si me sintiera tan dañado por sus cambios y recambios no acabaría cediendo tanto terreno. ¿Me quieres por lo que soy o por lo que quieres que sea?, le pregunté después de que me convenciera para desprenderme de mi colección de tebeos del <<Jabato>>. Claro que te quiero por tí mismo, pitufín, dijo ella poniéndose melosa y tirándome con suavidad de la barba. Fué un anuncio de lo que algún día se atrevería a pedirme. Ella sabía que la barba es una de mis señas de identidad, y que sin ella me sentiría indefenso. Pero Eva ha elegido un objetivo. Y ataca. Ayer la sorprendí mirando por internet una web sobre máquinas de afeitar. Cuando se dió cuenta de mi presencia, la cerró y me dedicó su mirada de gata con ganas de que le rasquen detrás de la oreja.>> TINO PERTIERRA La Nueva España 29-19-2008
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