Las fuentes Los primeros pasos, siempre inseguros, por la vereda del noviazgo tienen escenario y excusa en la fuente aldeana, recogida de los vientos, cercana al poblado y entre sebes de alegre rosaleda. Como si el arcaico espíritu de las aguas, eterno prisionero de nuestros manantiales y que se reflejaba en las herradas polesas, quisiera dar fecundidad al amor. De estas escenas nos da jugosa cuenta la lírica popular: Vente conmigo, niña, vente conmigo, ven; vente conmigo, niña, a la fuente a beber. Les moces en la fuente, si alguna al dir foé triste, de güelta canta alegre. A la orilla de la fuente no oigas requiebros jamás, qu´el cántaro es de barro y se te puede quebrar. Al pie de una fuente fría el que tiene sed bebe; el que tiene el amor firme ningún interés le mueve. Tengo que hacer una fuente de cal, canto y arena, para que beba mi morena agua de la fuente nueva. Cueye la ferrada y vuelve pronto, que tienes colada.
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