Casas-Ibáñez - Albacete

Mariano Rajoy ha asegurado en las últimas horas que no va a tirar la toalla y que va a mantener su candidatura al congreso de Junio, aunque algunos pretendan que no lo haga. Hay sin duda grupos que tienen especial interés en que Rajoy se marche, pero en cualquier caso el problema más importante no es si Rajoy recibe o no presiones, ni siquiera hasta cuándo está al frente del PP. El problema principal es si el principal partido de la oposición, tras la derrota de las elecciones y tras esta crisis, sale reforzado para representar a un amplio sector de la sociedad española.

Y es ahí donde Rajoy se está equivocando. No está sabiendo liderar un verdadero proceso de renovación que sume y que no reste, que cuente con el mayor número posible de personas –con los políticos de larga experiencia y con los más jóvenes- , que se abra a las realidades sociales más vivas, que sea capaz de volver a proponer de forma positiva, las ideas y los ideales que ilusionan a muchos españoles. Todas sus energías parecen volcadas en resistir un asedio, rodeado de un aparato de profesionales de la política que diseñan estrategias de salón alejadas de los valores que identifican al partido, en lugar de abrirse a la sociedad real, apoyándose en el patrimonio político que ha heredado.

M_C