Alboraya - Valencia

Mobbing inmobiliario al Colegio Público Ausiàs March de Alboraya

A mitad de septiembre y cuando nuestros hijos volvían a sus aulas, observamos con cierta incredulidad cómo una planta de tratamiento de lodos de las obras de soterramiento del metro se había instalado a escaso metro y medio de nuestro colegio. Realmente no acabamos de explicarnos el porqué de esa ubicación puesto que se podría haber instalado en cualquier otro sito, era algo extraño y sin sentido. Ya entonces nos dirigimos al Ayuntamiento de Alboraya a manifestarle nuestra preocupación por esa instalación, prácticamente al costado del colegio. Anticipamos correctamente los riesgos e inconvenientes de esa ubicación: contaminación acústica, tráfico intenso de camiones, nubes de polvo, y vertido de lodos, entre otros. Cuando la dinámica docente y académica del colegio se ha visto especialmente afectada por la contaminación acústica, los padres y claustro del Colegio hemos protestado una vez más por esa situación. En paralelo a nuestras protestas, se inicia el rumor, confirmado ayer por el Alcalde en el Pleno del Ayuntamiento, de que el colegio debía trasladarse a otra ubicación debido a la situación creada por el soterramiento del metro y a otras obras que se van a acometer próximamente en la zona. Esas otras obras, son la construcción de un tramo del colector subterráneo de aguas residuales y la edificación de un bloque de viviendas justo también al costado del colegio. De esta forma, el colegio se convierte una zona saturada de obras que aconsejan su traslado. Requerido el Alcalde sobre la posibilidad de no conceder la licencia de obras para el edificio de viviendas, al objeto de evitar el traslado, éste responde que si se cumple la normativa vigente no puede negarse a concederla. La construcción en las proximidades de un colegio está sujeta a una normativa legal mucho más restrictiva. El Alcalde comenta, ayer en el Pleno, que podría darse el caso efectivamente de que se cumpliera esta normativa pero que el sentido común aconseja que no se realice la obra estando casi pegada a un colegio de infantil y primaria. Ciertamente este comentario parece razonable y de hecho la mayoría de los padres no anteponen la seguridad de sus hijos a que el centro no se traslade. Sin embargo este comentario guarda un lado oscuro muy sutil, es decir: cuidado padres y madres, que aunque se cumpla la normativa, puede ocurrir cualquier desgracia a alguno de los niños o profesores del centro como consecuencia de la obra. ¿Es esto un consejo o una coacción? Me recuerda a cuando se apuntala un edificio antiguo con inquilinos de edad avanzada y se les dice: el edificio cumple la normativa, pero el sentido común aconseja que ustedes se vayan buscando otro sitio por si las moscas. O también, cuando un edificio se llena de gente de mal vivir y se les dice a los antiguos inquilinos que realmente no se incumple ninguna ley, pero que para evitar problemas es mejor que se trasladen a otro sitio. A esto se le conoce como mobbing inmobiliario. Es decir, acosar para que aquellas personas que habitan un inmueble se trasladen a otro lado. Y si observamos los hechos esto es lo que le puede estar ocurriendo al Colegio Público Ausiàs March. Ahora se encuentra explicación de porqué la máquina de lodos se instala junto al lado del colegio y cómo en lugar de resolver este problema la solución no es quitar la máquina si no el colegio. Además se da también la curiosa circunstancia de que el terreno en el que en la actualidad esta ubicado el colegio ya no es propiedad municipal sino privada, puesto que se permutó por un solar a las afueras del pueblo, en el que en un futuro podría ser la ubicación definitiva de un nuevo colegio. En conclusión, una vez trasladados los niños a otro sito, quedarían las manos libres para construir edificios en toda una manzana muy céntrica: en el terreno adyacente y el del propio colegio. Es decir, ladrillo y cemento pueden más que educación y los niños son trasladados como los inquilinos que molestan. La solución propuesta desde el Ayuntamiento es trasladar el colegio fuera del casco urbano del centro de Alboraya, a 3 kilometros, en la playa de la Patacona. Esto supone sacar a los niños de su contexto social y crear un amplio número de problemas de convivencia a las familias. Este exilio fuera del centro de Alboraya puede suponer a la larga que el colegio desaparezca y aumentar así la presión demográfica sobre el único colegio público que quedará en el núcleo urbano, el CP Cervantes. Y como los inquilinos de edad avanzada que no quieren ser echados de sus casas, nosotros no nos queremos ir de nuestro colegio hasta que el nuevo esté construido. De hecho, si el nuevo colegio estuviera construido este problema no existiría, pero después de más de 9 años de mentiras municipales éste sigue sin estar edificado. Los padres y madres del CP Ausiàs March observamos con indignación una política municipal de hechos consumados con la que se intenta coaccionar a los padres y madres a aceptar el traslado del colegio.

No entiendo como los famosos Amics de Alboraya no han dicho "algo" sobre esto.
¿Alguien lo entiende?
¿A ver si no sois tan liberales como decis y sois algo más esclavos de lo que decís?
Mirad que la esclavitud (la ideológica, claro) tiene poco que ver con el liberalismo y la independencia de la que presumis.
Un saludo Amics.