Villanueva de San Juan - Sevilla

Me vienen recuerdos de cuando yo era joven, años cuarenta y cincuenta, los años de piedra. Vivía en una casa heredada de mi tía, una mujer viuda y huérfana de hijos pues tanto el marido como los dos hijos los perdió en la guerra incivil, ella murió en el cuarenta y uno, más de pena que de hambre pues la pena le impedía tener hambre, así que murió de pena y desnutrición.
La casa de un solo cuerpo, 4x3m aproximadamente, chimenea, escalera que subía a una cámara de techo bajo con cubierta de tejas, corral con una pila para lavar y agujero en el caño para nuestras necesidades, había también una cuadra al fondo con cubierta de ramas, a un lado de la cuadra media viga en forma de borriquete para aparejos y en la pared tres estacas a modo de escalera donde se ponían la azada el “peto” y el escardillo, allí también se “recogían” las gallinas cuando las tuvimos. Siempre tuvimos perro, este dormía en un hueco debajo del pesebre, y siempre atento por si alguna rata salía por el agujero del caño.
En esta casa murió mi primer hijo a los dos meses de nacer, Antonio, esto fue en el cuarenta y ocho, en esta época se morían más de la mitad de los niños que nacían, después tuvimos dos más Ana y Lucia, sobrevivieron, viven, aunque la infancia fue dura. Nos fuimos del pueblo en el cincuenta y ocho, nunca volvimos.
En el ochenta y nueve, en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona la última visión que tuve fue de mi perro corriendo un conejo en los tajos mientras yo esparragueaba.
En mi situación el tiempo no existe, solo los recuerdos, ¡pero ya nos encontraremos!

precioso comentario

En la memoria, sólo en la memoria habitan esos mundos,esas gentes, que aunque vivan como es tu caso, sin embargo ya son otras.Todos somos otros a cada momento que pasa y más aún al cabo de tantos años; la vida y sus vicisitudes,en tu caso los duros tiempos que te tocaron vivir, todo eso forja el carácter de las personas aunque muden sus hábitos y costumbres, sus lugares de estancia y sus amistades, sus rutinas y responsabilidades.
Pero te diré algo amigo. Y te lo diré porque tu comentario es de una belleza extrema. En tu comentario conviven un recuerdo amargo junto a la añoranza de lugares situaciones que te conquistaron,que están de forma indeleble grabados en tu mente, también se vislumbra un amor infinito a tu tierra, al terruño que diría el poeta,y sobre todo y lo más importante es que de unos tiempos extremadamente difíciles como los que te tocó vivir saques la materia prima para escribir con ese sentimiento de un lugar que fue testigo de aquella penuria tuya y de muchas otras personas, y desde ese punto de partida reivindiques tu pertenencia a ese mundo e intuyas y desees el reencuentro con esos lugares comunes. Es una clase magistral en pocas palabras, pero con una carga emotiva que se te derrama como un manantial en cada término.¿ Y sabes una cosa ? Ese manantial aunque hable de cosas viejas, aunque sus aguas suenen como muy lejanas(esto sólo le ocurre a quien no presta atención) está vigente(o debería estarlo), porque habla del ser humano, de su lucha, de sus sentimientos y deseos y de sus renuncias. Amigo mío (si me permites llamarte así)aquí están tus tajos y te aseguro que con sus espárragos; y su arroyo de las mujeres, con su agua cantarina entre las piedras; y hay perrillos, como el tuyo de entonces, correteando liebres y conejos; y ha llovido mucho este año por lo que la primavera será escenario de increíbles paisajes de tu pueblo y el mío. Sí, yo se que volverás, paisano, y tu reencuentro será el de la alegría, el de la melancolía por cosas que no serán como te esperas,pero sobre todo el de la reconciliación con la vida y sus circunstancias que a veces nos aleja de lo más querido pero que siempre nos brinda de una forma u otra la posibilidad de reencontrarnos con lo que fuimos, que al fin y al cabo tiene mucho que ver con lo que somos.