Grandes episodios badolatoseños. 7. CUESTION DE BOLAS “La loli”, “la rafi” y “la ascen” , se miraban fijamente de esquina en esquina. Tensas, desafiantes, cual trío de vaqueras retándose en un triple duelo al sol por el monopolio de las chucherías. Como El Bueno, El Feo y El malo en aquel mítico cementerio… Una fina capa de polvo cubría ya los botes de las golosinas… El ambiente estaba enrarecido y corría una brisa cálida difícil de respirar. Las calles estaban desiertas… Golpes de viento árido formaban remolinos con las hojas secas y la basura más liviana. La hierba brotaba a sus anchas, bolsas de basura se amontonaban en los soportales. Vidrios, plásticos y cartones rebosaban los contenedores y papeleras. Y un olor nauseabundo lo impregnaba todo. Animales domésticos campaban a sus anchas por las calles en busca de algo de comida. Vehículos petrificados mal aparcados o en mitad de la calle, cubiertos de barro y verdín. Neumáticos deshinchados, cristales rotos… Los jardines eran autenticas selvas, impenetrables. Los árboles enmarañados unos con otros crecidos sin control… Las cosechas de naranjas, ignoradas en el suelo formaban un manto espeso de forraje crujiente y quebradizo… En las fachadas, las paredes plomizas, ennegrecidas y cuarteadas. Tejados y voladizos desdentados. Rejas y barandillas eran presa del moho. Y en las ventanas… postiguillos descolgados, cristales rotos y opacos de la mugre. El camión de la basura yacía en la calle, abandonado a su suerte. Solo un bar seguía abierto. Y guiado por una extraña fuerza di con mis pies allí… …Antonio; el de la ruleta rusa, solitario, dormía a pierna suelta entre dos sillas de plástico. Con el archipiélago de la Polinesia en la camiseta del España-Malta. Y una bufanda enroscada al cuello. El local estaba vacío, impoluto, inmaculado, y las sillas pulcramente ordenadas. Una fina escarcha cubría las botellas en las neveras. La maquina del hielo, rebosante, escupía los cubitos que rodaban por el suelo fugaces como granizos. En una televisión, la selección española ganaba el mundial de Sudáfrica y por primera vez, aquella tarde, sonaba el himno español. Mientras... paff¡ paff¡. El aparato de los mosquitos electrocutaba una mosca incauta… En la otra televisión, Pedro Martínez de la Rosa ganaba el campeonato del mundo de fórmula uno. Y de nuevo sonaba la marcha real. Las máquinas tragaperras emitían destellos multicolores indicando los premios por cobrar… “premio”…”premio”… -vociferaban… Y en la otra televisión, Daniel Diges cantaba por segunda vez. “Algo Pequeñito”. Poco a poco la inquietud se fue apoderando de mí, hasta sentir un profundo vacío en el estómago… Quise gritar pero una extraña fuerza me oprimía el pecho y casi no podía respirar… ...Los aldabones de la puerta de “la Natalia” habían dejado de brillar… Y entonces comprendí que algo extraño estaba pasando… …ehhhhhh¡¡¡ ¿Dónde estáis?... ¿...nde estáis? ¿...estáis? ¿...táis? …Hasta que sonaron las campanas. Otra vez las campanas. Y subí corriendo cual novio tardío; pero de la iglesia, apenas se alzaba en pie el campanario sobre un montón de escombros. Y entonces… A lo lejos pude divisar que a orillas del río… …una multitud enfervorecida rodeaba un rectángulo de albero, como miles de abejas en un panal. los jugadores lanzaban unas bolas al aire centelleantes al sol. Y en el suelo, varias bolas acechaban a otra roja más pequeña. El cura guardaba el mando a distancia mientras las bolas rayadas intentaban hacerse un hueco… …Kioscos improvisados vendían bebidas casi calientes y correosos bocadillos de fiambre. Caravanas, carpas y tiendas de campaña formaban un pequeño pueblo improvisado. Vendedores ambulantes, maquinas de pollos, churros y buñuelos. Castillos hinchables y tiovivos, máquinas expendedoras…se agolpaban caóticas en torno a aquel cuadrilátero. Mientras un policía municipal, pululaba complaciente entre el gentío y los vehículos. …Sendas bolas estaban a igual distancia de la roja… pero todavía quedaba un último lanzamiento… ...Casetas de turrón y juguetes, gorrillas y aparcacoches ilegales... …Y la última bola salió de la mano del lanzador como un pájaro cuando abandona el suelo, mientras todo el mundo contuvo la respiración y se hizo un silencio sepulcral; siguiendo la trayectoria con la mirada… ...mesas de apuestas, estafadores y prestamistas usureros. Manteros y vendedores de pañuelos... La esfera brillaba en el aire como un espejo y llevaba buena dirección buscando a las otras dos… ¿Cómo se llama este juego?- pregunté- ...Mientras la bola impactaba súbitamente contra las demás… Y el silencio se tornó en clamor, aplausos, algarabía y en un ruido ensordecedor… Nadie acertó a contestarme; aunque yo creo que todo esto no es más que… cuestión de bolas… |