Badolatosa - Sevilla

DE VUELTA AL COLE.

“HISTORIA DE CLASE-CLASE DE HISTORIA”


A sabiendas de que no me van a creer, y por extraño que parezca llegué temprano el primer día…y me senté en el marco de la ventana que daba al patio del recreo, intentando disfrutar de aquella hermosa mañana de septiembre; de cielo azul nítido y de trinar de pájaros inquietos. El sol tibio, se veía sofocado por el aliento de una suave brisa…
Mi mente recorría una y otra vez las vivencias del verano; la piscina, la feria, la fiesta de fin de curso y aquella hermosa chica madrileña que vino a pasar el verano.
Delante de mí, estaba la puerta del aula: pintura ancestral, miles de reparaciones hechas, ventanilla de siquiatrico, picaporte oxidado y pestillo vencido por los años... Paredes de color crudo o mejor dicho de amarillo centenario; “tuneadas” estilo preso ocioso. La puerta del aula de química todavía estaba abombada y el fogonazo se salía por la ranura del suelo. Aquel proyecto de combustible alternativo nunca funcionó. El suelo verdoso brillaba a lo lejos como un espejo y de los tablones de anuncios colgaban recuerdos de cursos anteriores; notas, convocatorias, exámenes…
Y yo absorto y ensimismado en mis pensamientos coronaba cada recuerdo con un profundo suspiro…¡aaayy¡…

Pero de pronto… mi reflejo en el suelo se disipó como la bruma, una extraña nube oculto el sol y una violenta y fría brisa recorrió el pasillo de un lado a otro, levantando a su paso nubes de polvo del árido oeste y arrastrando bolas de matojos secos. Los pájaros huyeron despavoridos, los vecinos cerraron apresuradamente sus ventanas, corrieron cortinas, apuntalaron portales y a golpes de cerrojos y pestilllos se atrincheraron en sus casas.

Fue entonces cuando comenzó a sonar una suave melodía de silbidos (Hugo Montenegro:”El Bueno, el feo y el malo”), un intenso escalofrió me recorrió la espalda como un latigazo y pude entender que algo trascendental iba a ocurrir. Giré la cabeza izquierda y derecha para intentar evacuar parte de aquella inquietud con alguien, para buscar algún cómplice que pudiera arrojar algo de luz sobre aquel insólito y súbito cambio; pero “mis compañeros” habían huido presas de la ansiedad y el espanto… ¡Qué raro¡ miré instintivamente el reloj que no paraba quieto en mi muñeca y…

…¡Jooder¡… ¿Jueves 8:45 ¡HISTORIAAAA¡… ¡Me cagüen too¡… ¡Tierra trágame¡…

¡La madre que me pariooo¡…Evasión, evaporación, disipación. desintegración...

La adrenalina se me subió de los talones hasta los pelos de la cabeza, la tensión se me disparó hasta que sentí un fuerte calor en las mejillas, las gafas se me empañaron y mis orejas tomaron el color y la temperatura del hierro candente. Mi cuerpo comenzó a producir tal cantidad de líquidos que sentí como mi vejiga se hinchaba como un globo aerostatito. Crisis nerviosa, sequedad de boca, ansiedad, respiración agitada, pulso astronómico, inminente shock y todo un volumen de síntomas médicos acudieron a mi cuerpo al mismo tiempo…
Intente abrir alguna puerta para esconderme pero ya era tarde…

Sentí en mi espalda su mirada como flechas de una legión de arqueros medievales deseosos de vengar la virginidad perdida de sus hijas….

Y allí estaba ella, caminando entre soneteos de tacones lejanos que no acierto a entender si era propio del caminar o que se le salían los zapatos. Calcetines blancos, emulando a Los Chichos, pantalón rojo chillón al estilo Steve Urcle, justo hasta la axila, blusa verde militar novato, chaqueta azul cobalto con gigantescos botones dorados, pañuelo a lo John Wayne. El pelo; ni liso, ni rizado, ni rubio ni negro ni gris; ni largo ni corto, ni pintado, ni a mechas, ni a dinamita ni a nada. Pómulos mustios, nariz picuda y ojos huidizos. Arrugas a diestro y siniestro, a mansalva, a punta pala, a discreción.
El gesto de la Duquesa de Alba (siempre oliendo a quemado), cuello a lo Carmen Sevilla, como el pavo que traga saliva al caer la tarde en nochebuena…
Dos o tres mapas, la bolsa de la boutique “El Esperpento”, el libro de historia, el otro libro que no se de qué es; una…dos… tres libretas de cuando ella estudiaba; el bolso grande, el bolso pequeño, el monedero y el paraguas chorreando por la nube que la acompaña; todo colgado del mismo brazo. Con el otro cortaba el aire con un bracear de cargado contenido militar y que al mismo tiempo le servia de contrapeso. Los tacones casi juntos, el resto del pie abierto formando un ángulo inverosímil, las piernas a modo de compás.
Seca, flaca, delgada, enjuta y huesuda. – Hay Cervantes si tu la vieras-
Recorrió el pasillo en tiempos que harían palidecer a Usaim Bolt y se paró ante mi exhausta, jadeante, sin aliento y sudorosa…
“Güenadzst Tardezst” – Dijo al estilo Rajoy- Y allí mismo todo un volumen de fonética cayó abatido por la brutal paliza.
Sin esperar contestación me cogió del brazo e intentó introducirme en los sótanos de la inquisición, pero me resistí todo lo que pude apoyando mis manos en el marco de la puerta mientras ella me empujaba con toda su alma…
Adentro – gritaba- y yo ¡nooo¡ ¡nooo¡ ¡No lo soportaré¡ ¡fósil extinto¡, ¡carcamal¡ ¡déjame en paz¡. Y ella seguía empujando hasta que mis brazos cedieron y fruto de la inercia caí rodando al suelo dentro de la clase. Entre un fuerte estruendo de mesas, sillas y tarimas. Mientras yo seguía gritando presa del pánico… ¡nooo¡ ¡nooo¡…

¡Niñoooo…¡ ¡Niñoooo…¡ ¿Otra vez soñando?... Ya te has vuelto a caer de la cama…Un día te vas a desnucar. ¡Levántate ya dormilón¡ y ponte a estudiar que hoy tienes examen…
-Mi querida madre, siempre oportuna…-