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Villalba de Guardo - Palencia

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España > Palencia > Villalba de Guardo
21-09-11 10:55 #8782115
Por:delaheraluis

Objetos para el recuerdo
Este verano visitando algunas casas he vuelto a ver algunos de ellos. En realidad yo ya os he hablado de dos. El mandil y la boina pero creo que sería justo hablar de algunos más.
Muchos de ellos, salvo dos o tres sólo son olvido o en el mejor de los casos útiles decorativos. Tuvieron su importancia y eran necesarios porque la vida y su uso así lo requirían. Hoy traen a mi vida recuerdos pasados. Algunos de ellos, casi todos, tengo la suerte de conservar con cariño hacia mis padres y abuelos que son quienes les dieron sentido y me los legaron.
Hoy es difícil de verlos en las casas haciendo la función para la que fueron creados porque la vida y las costumbres son otras. Pero quiero traerlos a mi memoria para revivir y evocar lo que fueron. Que no se pierda su uso y lo que representaron. Que no se pierda lo que nos hicieron vivir y aprendimos. Recordar con nostalgia como eran, su función y las vivencias que dejaron. Son muchos más los objetos pero creo que El mandil; la boina, el porrón,el botijo,
la palangana, el almirez,las albarcas,la navaja, el mechero, la plancha, el molinillo, la vara, el candil , el farol, el badil, la banca, el perico, la tenaza, etc merecen un pequeño recuerdo.
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05-10-11 18:28 #8875221 -> 8782115
Por:delaheraluis

RE: Objetos para el recuerdo
OBJETOS PARA EL RECUERDO

LA PLANCHA ( Pequeño homenaje)

Tengo, entre los elementos decorativos de mi casa y encima de la chimenea, la vieja plancha de hierro fundido marca IYB número 5 con la que mi madre alisaba y planchaba la ropa. De forma triangular a la que se unía un asa sencilla y pesada, de fácil manejo y práctica. Toda ella de color negro como el carbón, salvo la base pulida y brillante de color plateado que facilitaba el deslizamiento por la ropa.
Varios eran los números según los fabricantes y los tamaños y pesos.
A la plancha la acompañaban tres útiles más: un trapo para agarrarla del asa y no quemarse, una manta sobre la que se realizaba el planchado y un culero de metal, solía ser el mismo sobre el que se apoyaban las cazuelas y sartenes, para posarla cuando se daba vuelta o movía la ropa. A veces, se ponía al lado, un cazo con agua para humedecer las prendas si fuera necesario, mojando los dedos y regando.
Siempre estaba encima de la placa o dentro del horno. Era como si estuviera lista para poder ser usada en cualquier momento. Siempre a punto y dispuesta para hacer su cometido.
Se la mimaba y cuidaba para que no se manchase, sobre todo de aceite, y siempre antes del planchado se daban unos repasos en la manta por si estuviera sucia.
Como llamaba mi atención aquel gesto de mi madre y todas las mujeres de mojarse los dedos con saliva y tocar el culo de la plancha para saber su grado de calor.
Además servía para otras cosas como: cascar avellanas, nueces y o frutos secos, machacar y macerar los filetes de carne y en caso de emergencias hasta para clavar puntas aunque esto era algo excepcional, porque si se arañaba había que volverla a pulir a conciencia para que no rompiese la ropa.
Se ponía mucho empeño y atención para que no se cayese al suelo porque al hacerlo, y, debido a su peso algo rompía. Esto sin tener en cuenta que no fuesen la rodilla o los pies los dañados.
Pero la plancha, además de su función tenía otra en invierno, agradable y eficaz, que era una delicia. Antes de meterse en la cama se planchaba la sábana bajera y luego se la envolvía en un trapo y se ponía a los pies para que nos diese calor antes de dormir.
Las madres o las hermanas mayores extendían sobre la mesa o la trébede una manta vieja sobre la cual ponían la ropa a planchar y era una labor pesada por el ejercicio de brazos y la postura corporal.
Si sólo se tenía una, cuando se enfriaba había que volverla a poner sobre la placa para que se calentase y como era un proceso lento por lo general en las casas solía haber dos planchas.
Siempre recuerdo con cariño a mi madre, y con ella a todas las madres del pueblo haciendo esta labor, a veces resoplando por el cansancio, otras alegres, entonando canciones o coplillas para mitigar la fatiga.
La luz eléctrica y las modernas planchas con vapor incorporado, relegaron a simple adorno y en el peor de los casos a chatarra a estos objetos que hacían que en las fiestas, sobre todo, fuésemos vestidos, como decían por Fresno, muy elegantes.
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05-10-11 20:45 #8876136 -> 8875221
Por:Santos Piriz

RE: Objetos para el recuerdo
Yo también tengo varios utensilios y herramienta , de aquellos años de la prehistoria , como se suele decir , y de los que tu mencionas también .


Saludos
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05-10-11 22:56 #8877328 -> 8875221
Por:marblan

RE: Objetos para el recuerdo
Mis preferidas son las albarcas,me conprare unas para este inviervo pero para usarlas cuando aga malo.sienpre las e querido tener ,las que tenia de niña desaparecieron. saludos
Puntos:
06-10-11 16:47 #8881741 -> 8875221
Por:delaheraluis

RE: Objetos para el recuerdo
Bueno Marta como sé que eres una buena forera, amante del pueblo y sus historias ahí va mi homenaje a las albarcas que deseas tener.


OBJETOS PARA EL RECUERDO

LAS ALBARCAS
Aún conservo en mi poder las últimas albarcas de mi madre. Y las guardo con cariño colgadas en la pared como si de un viejo cuadro se tratase.
Aquellas madreñas hechas de castaño que sin ser zapatos, ni botas, ni zapatillas eran muy apreciadas. Solían comenzar a usarse, o mejor, a salir de la cuadra cuando las lluvias del final del otoño pasaban a ser nieves y era entonces, cuando dejaban su oscuro reposo para pasar a ser las guardianas de la casa porque siempre estaban a su entrada.
En los días lluviosos, con nieve o de frío no hacía falta descalzarse para salir de la casa e ir a la cuadra, al huerto a dar agua a los animales hasta el rio o a trayectos más o menos largos. En un gesto rápido las albarcas estaban puestas y tus pies seguían calientes. Eran, como un “sobre todo” en calzado, ligero y práctico que evitaban la incomodidad de descalzarse y con ello el brusco cambio de temperatura en los pies y además, te reservaban el calzado de la lluvia, la nieve y la suciedad de la calle o la cuadra.
Para todas las tareas que se hacían en torno a la vivienda y sin salir al campo eran el calzado más usado e idóneo. Cada casa tenía al menos dos pares o más de ellas, porque además no eran caras y duraban mucho, a poco que se las cuidase.
Ese calzado tan especial de castaño vaciado por dentro con maestría y habilidad, totalmente de forma artesanal y apoyado en tres o cuatro salientes de unos cinco a ocho centímetros que te hacían sentir de pronto la vida y el entorno con otras sensaciones al haber crecido un palmo del suelo de repente. Costaba un poco al principio el adaptarte y había que poner un poco de cuidado, pero era algo sencillo y pasajero, porque pesaban menos de lo que por su aspecto podría imaginarse.
Se solían comprar en las ferias y en la ferretería del “Gafas” o la de la “Viuda”. A veces, era el Aceitero o vendedores ambulantes quienes las traían. Los mayores recuerdan cuando trajineros de la montaña, antes de comenzar el crudo invierno las vendían o cambiaban por patatas al igual que el laurel y otros productos como los salazones.
Dos eran los colores en que se presentaban; el suyo de madera natural con alguna mano de barniz para repeler el agua y el de color negro de betún con el que se impregnaba su madera para hacerla más resistente a la humedad.
Los adornos de pequeños figuras imitando flores o combinaciones geométricas eran usuales. Otras veces eran lineales y a veces sencillas y sin adornos, como si el estado de ánimo del artesano influyese en su ejecución y presencia.
Como la madera de castaño no es muy dura y se desgasta con facilidad se ponían unos “tarugos” en la base para evitar este desgaste al roce con el suelo y facilitar el agarre del mismo. Se hacían de la goma de las cubiertas de los neumáticos de los camiones de viejas ruedas de camión o furgonetas o de las viejas badanas o cornales a las que se les daba forma cilíndrica para después ser clavadas. Si el desgaste era por otros sitios se solían poner remiendos de hojalata sacadas de las latas de conserva de pescado. En el pueblo, todo era aprovechable y útil.
Las había de dos alturas; para mujeres un poco más bajas y más altas para hombres, aunque cuando había necesidad no importaba quién las usara. También abundaban los tamaños y las formas.
Siempre recordaré con mucho cariño la imagen de las mujeres y hombres en el invierno con sus albarcas puestas
En invierno mucha gente las llevaba hasta la iglesia cuando iban a misa y en el atrio de entrada se quedaban esperando a la salida. A la derecha las de los hombres, a la izquierda las de las mujeres…y algún día os contaré, cuando narre sus andanzas, la que liaron mi tío Cunino y Manolo un domingo de invierno a cuenta de las madreñas.
Las albarcas más famosas, por un tiempo, del pueblo fueron las de José. Si leéis la segunda historia sabréis porqué.
Puntos:
08-10-11 22:53 #8895673 -> 8881741
Por:marblan

RE: Objetos para el recuerdo
Me lo imajino pues de pequeña mientras la jente escuchaba la misa nos entreteniamos canviando lal albarcas cuando salian de misa imajinate que lio, pues el portal estaba lleno de ellas . tardaban mas en encontrar las parejas de albarcas que el cura en decir la misa. jajaja
Puntos:
04-11-11 12:05 #9048669 -> 8895673
Por:delaheraluis

RE: Objetos para el recuerdo
OBJETOS PARA EL RECUERDO

LA BANCA

Apenas el sol está despertando al pueblo y ya la madre le ha robado al día un tiempo precioso.
Hoy, a las tareas de todos los días se añade una más, la más dura quizá. Hoy hay colada. Y antes de bajar a la orilla del río la madre ha hecho ya muchas labores y ha dejado la comida preparada o a medio hacer.
Ha cogido su banca o su tabla de lavar, si la tiene, porque no cada casa tiene una y este motivo era muestra de solidaridad porque muchas mujeres la compartían, si no, tampoco importa mucho porque hay piedras planas y alargadas que hacen su vez.
Ha cogido su colada de una o dos semanas la ha metido en el gran y pesado balde de hierro, ha hecho su rodete que ha ajustado sobre su cabeza y sobre él ha puesto su carga en un equilibrio que por sencillo y natural parece pegado en su pelo como si fuese un sombrero invertido. Con que facilidad portaban esta carga sin caerse.
Sale de casa, sintiendo la brisa mañanera en su cara y se encamina a la orilla del rio. Del rio Grande en el Plantío o del rio pequeño Riín al norte o al sur del Puentín.
No hay agua en las casas para esta tarea, ni se puede en las fuentes por lo que hay que acercarse al río y, contenta la madre si tiene una banca, porque así no se le mojaran o humedecerán las rodillas y tendrá en su vejez menos “achaques” de reuma.
Y comienza la dura tarea ejercida de rodillas e inclinadas sobre el agua como si fuese una oración lanzada al sol, al cielo su mirada y al agua su plegaria.
Muchas veces esta labor es compartida con otras mujeres. Hay que aprovechar los días de sol y buenos para esta tarea. Y, si esto pasa, se hace más ameno pues se comparten conversación, noticias y fatigas.
Y la ropa entre restregones, retorcimientos, golpes en la tabla, aclarados y enjabonamientos con aquellos trozos de jabón casero con forma de grandes dados va tomando su blancura y su color natural.
Si la madre se cansa y tiene parte de la colada limpia se levanta entumecida, estira las piernas y le ofrece al sol sus trabajos tendiendo sobre la verde hierba sus prendas para que se oreen y sequen.
Cuántos lamentos y quejas silenciosas se van con el murmullo del agua río abajo. Y cuantas ilusiones y sueños se lleva también el río en las canciones que a veces cantan mientras lavan la ropa.
En verano hace calor y hay mucho trabajo, pero el agua refresca y descansa. En invierno las heladas aguas del Carrión hielan la sangre y cortan las venas como vidrios rotos llenando las manos de moratones. No existen los guantes, y si los hay, no hay dinero para ellos. Esas manos que nos acarician de niños saben también de estos sacrificios. Pero la madre sigue su dura tarea, y si el sol acompaña ¡bendito día! porque tan sólo la lluvia interrumpe esta faena.
La ropa con las labores del campo se mancha mucho por eso debe ser fuerte la tela y oscuros los colores.
De la superficie de la banca van desapareciendo sus ondulaciones y el color de su madera se vuelve blanquecino y viejo. ¿Cuántas coladas, cuántos restregones y golpes? Al paso de los años ni se tiene en cuenta, porque es algo que se asume y hay que hacer como otros deberes y obligaciones aunque éste sea más duro.
Acabada la tarea se tiende todo y se deja secar a la intemperie. Si el día es muy soleado hay que volver a regarla para que no se seque muy deprisa y, pasado un tiempo, que es controlado con inusual naturalidad y precisión a pesar de no tener reloj. Más tarde se volverá a la orilla del rio se recogerá con mimo y cuidado, se volverá a poner su rodete cogerá su banca y puesto la colada sobre su cabeza otra vez se llevará a casa para después realizar otra faena como es la de planchar.
Sólo las tareas se acaban cuando se va a dormir, y aún así, seguro que se despide del día pensando en lo que hacer mañana.
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06-12-11 16:16 #9247170 -> 9048669
Por:delaheraluis

RE: Objetos para el recuerdo
EL PORRON

El blanco cristal sobre la mesa que deja ver su rojo contenido. Porque el porrón siempre tuvo vino tinto y a veces, muy pocas, el oro de la cerveza.
Su forma abombada en la base y hendida en el fondo para darle estabilidad contrasta con los dos apéndices de sus lados o bocas; la ancha, para ser rellenado y que sirve de asa, y la estrecha, para beber y por donde cae el contenido en un “chorrito” interminable y lento que llena el paladar y la nariz de aromas sin fin.
El porrón era el rey de la mesa. Siempre en mitad de la misma y siempre sugerente y tentador. A veces, se le ponía un tapón en su boca grande para que no perdiese los aromas y vapores de su contenido.
Beber en porrón, sobre todo a las comidas, era un rito y además una habilidad para que ni una gota se vertiese al suelo o en la ropa. Tiene el porrón además una virtud. Se cansa el brazo de tenerlo en alto antes que el gaznate en tragar lo que desea.Lo que ayuda a ser paciente y a tomarse el trago con calma. parece que has bebido mucho y apenas has dado dos tragos
Una de las pruebas antes de comprarlo era el ver la cantidad de líquido que salía por su “pitorro” ya que los había de varios tamaños de abertura.
El porrón siempre estaba omnipresente en la cocina. Nunca se escondía y había que tener cuidado porque por sus formas era fácil romper alguna de sus partes o entero, por la fragilidad de su material.
Aún, en las veces que por imperativo del trabajo había que comer en pleno campo y faena, nunca solía salir de casa por el peligro de rotura y la incomodidad de ubicación en la cesta o alforja para trasladarlo.
Del botijo nos dejaban chupar para beber, del porrón nunca. Solamente hasta que no sabíamos beber solos dominando su técnica no había permiso para ello. Este aprendizaje se hacía con agua para no malgastar el vino.
Las primeras veces te atragantabas, te “añurgabas,” te mojabas la cara, la ropa y el suelo.
No era nada fácil, lo primero, el ángulo de inclinación que había que dar para que el líquido fluyese hacia la boca y el contenido saliese con más o menos fuerza.
Poco a poco ibas adquiriendo pericia y dominio e ibas perfeccionando el trago, hasta que el líquido iba cayendo y tú, tragando en una coordinación perfecta que te llenaba de orgullo por haber superado una habilidad más y ser un paso más maduro y que te permitían participar de algo que los mayores hacían.
Agarrar el porrón se hacia de distintas maneras; la normal, era apuñarlo por la base de su boca ancha y la “finolis,” era coger las dos bocas con el dedo corazón en medio y luego, la personal, que era al uso de cada uno.
Cuantas veces en los ojos de niño quedó grabado aquel reflejo y aquella ilusión con la que la luz jugaba a su antojo al pasar sus rayos a través de aquel líquido rojo sangre contenido en el porrón. La luz y el cristal, junto con el contenido formaban una mezcla a la que si se añadía el movimiento parecía pura magia. El sol, juguetón después de atravesar sus rayos y probar el contenido juguetaba con la luz y el color dejando sobre la mesa el sello de su satisfacción.
Si en algún rincón de vuestras casas, olvidado y lleno de polvo ahí aún algún porrón, rescatadlo y ponedlo en el sitio que le corresponde y probad a beber en él, así veréis cuán difícil es hacerlo.
Puntos:
11-01-12 19:42 #9417495 -> 8875221
Por:giuli

RE: Objetos para el recuerdo
Buenas tardes!
Muchissimas gracias para contestarme! Ya he restaurado la plancha pero, haciendo una busqueda historica no consigo datarla. Aproximativamente de que años es?Yo pensaba primos años del 1900 hasta 1930 mas o menos pero nadie mejor de usted, que la ha vista utilizar puede saberlo!
Gracias otra vez!

PD: si soy italiana y me alegra mucho que su hija estea enamorada de mi País!

Giuliana
Puntos:
13-01-12 09:54 #9425512 -> 9417495
Por:delaheraluis

RE: Objetos para el recuerdo
En efecto, tus calculos son fieles y dicha plancha se comenzó a fabricar a partir de 1905 y hasta 1940 en que dejó de hacerse. Es una de las planchas más pequeñas de las de hierro fundido por su tamaño y peso.
No es como otras maquinas, como las de coser, que están seriadas por años. Asi que tu plancha puede ser de los primeros años como de los últimos.
Parece ser que los fabaricantes se dieron cuenta que la tarea de planchar era muy pesada y redujeron el peso de las planchas anteriores algunas demasido pesadas, sobre todo las que tenían lumbre en su interior.
Me alegra que la hayas restaurado y permíteme que te dé un truco para la próxima vez que se te ensucie o tengas otro objeto a tu alcance, bastará con llenar un recipiente de coca-cola y sumerger en él unas horas el objeto, verás que resultados tan buenos obtienes.
Gracias por entar en el foro de este pueblo, pequeño pero grande. Nos haces un poco más internacionales.
Un saludo desde este rinconcito del norte de España CIAO
Puntos:
07-04-12 16:48 #9883153 -> 9425512
Por:delaheraluis

RE: Objetos para el recuerdo
LA NAVAJA
Uno de los regalos más preciados que a los niños nos podían hacer, era una navaja.
A partir de la primera comunión casi todos teníamos una, pequeña , de cachas de madera rojizas o de blanco nacarado y en su hoja una inscripción Albacete.
Tener una navaja daba cierto prestigio y preponderancia y su utilidad estaba fuera de toda duda. Con ella cortábamos ramas y pulíamos palos, pelábamos fruta y nos limpiábamos las uñas, afilábamos el lápiz …
Era instrumento de tortura para algún animal ( sobre todo los cerdos, ya que con ella se les capaba) y solución para muchas dificultades.
Jamás, que yo recuerde, nadie la sacó de su bolsillo en las peleas de guajes y menos aún se desenvainó para servir de amenaza o defensa contra nadie. Era un tesoro que procurábamos no perder y guardar con esmero y diligencia.
Con ella hacíamos silbatos y chiflos en la primavera con los palos tiernos de las mimbres y las porretas de las cañas del trigo o centeno. Con ella afilábamos un palo de urz seca para pinchar el chorizo que asábamos en la lumbre. Hacíamos tira-aguas con los palos de sauco, partíamos el pan, el queso, el jamón y cualquier alimento en las comidas de casa o del campo y hacíamos la pina para jugar a “ arranca -arranca hierba” Cortábamos nuestras uñas y mil usos más .
Los enredos de cuerda tenían fácil solución igual que todo lo que hubiese que cortar. Nos entretenía dibujando en trozos de madera o en adornos de varas tiernas de avellano y era lanzada contra los árboles y el suelo para ir adquiriendo la destreza necesario en su lanzamiento como lo hacían los indios en las “pelis” y cuentos que leíamos.
Jugábamos con ella a clavarla en el suelo desde la palma de la mano y el puño en el juego de niños de lanzar la navaja y en el juego de ganar territorio donde la hoja clavada marcaba la dirección del terreno a conquistar.
Servía para sacar espinas que se nos clavaban en cualquier parte del cuerpo y hacer bufetas o bufaderas al igual que perindolas con las que jugar .
Y quién tenía una navaja podía tener el privilegio de escribir en la corteza de un chopo el nombre o un mensaje dedicado a la chica de tus sueños infantiles.
También solía haber algún mayor que nos amenazaba con ella y nos decía que nos iba a cortar “ la tarusa”
Yo, aún guardo dos navajas de mi infancia con cariño y mucho mimo.
Puntos:
07-04-12 22:47 #9884299 -> 9883153
Por:marblan

RE: Objetos para el recuerdo
Mi padre tiene aun sus navajas, y todas las noche pregunta si aun la tiene en el bolsillo, y si no la tiene nos vuelve locos buscando pero tiene que aparecer. saludos
Puntos:
05-05-12 16:14 #10015053 -> 9884299
Por:delaheraluis

RE: Objetos para el recuerdo
EL BOTIJO

Siempre en los recuerdos de mi infancia no falta el botijo.
Me trae añoranzas y sueños vividos. Tiempos felices en los que mi vida pasaba por la niñez
El ir por agua a la fuente, en mi caso a la del Cura, era una aventura porque había que cruzar el rio por unos maderos y un estrecho sendero a veces resbaladizo por la lluvia y la humedad. Era, además, la primera tarea que a los niños se nos solía encomendar.
Dos veces al día por lo general debíamos hacer aquel camino, a veces solos, a veces en compañía de otros niños , con lo que el camino era más divertido y entretenido. Y no era raro que encontrásemos en la fuente a otros más. A veces, hasta saltaba la sorpresa y encontrábamos a alguna pareja haciéndose “ arrumacos”. Ya que también la fuente era lugar de cita entre enamorados y punto de encuentro para tener un instante de complicidad amorosa y compartir unos minutos de feliz encuentro.
Aquel objeto de barro rojo, porque en el pueblo los de barro blanco, más pesados y grandes no solían gustar, pulimentado en su parte superior y con algún dibujo sencillo de color naranja como rayas o flores. Tenía un asa en la parte superior y a ambos lados, la boca y el pitorro. Pero sobre todo su forma voluptuosa y abombada le daban un aire especial, y al que había que cuidar con esmero. Su rotura ocasionaba un contratiempo porque no era fácil lograr un sustituto a pesar de que en algunas casas había repuesto. Se solía comprar en las ferias y en la romerías del Carmen o del Cristo y a veces, por el pueblo pasaba el botijero con su burro y sus mulos cargados de ellos y otros útiles de barro: como las famosas cazuelas zamoranas que hacían unos guisos excelsos; las barrilas (pequeñas botijas de barro de no más de un litro donde se metía el vino).
El botijo ocupaba un rincón de la casa, lo más alejado del calor y algo resguardado del paso, ( por lo general detrás de la puerta) como para protegerlo de las idas y venidas y evitar su rotura , a veces en el portal, la cocina o la bodega, dependiendo de la estación y , sí se le sacaba de casa como en la época de la siega o la trilla siempre se hacía con sumo cuidado y se le guardaba a la sombra.
Cuantas fatigas y cuanta sed apagó su fresca agua. No era un útil del que pudiera hacer uso cualquier persona ya que se necesitaba cierta fuerza y pericia para beber en él, porque pesaba lo suyo. Todo el mundo en la casa hacía uso de él, los más pequeños, chupábamos de su pitorro, pero los mayores lo hacían de forma totalmente higiénica ya que sus labios nunca rozaban el botijo por lo que era de lo más limpio y aséptico.
Beber del botijo elevándolo a lo alto y dejar que su chorro de agua fuese a caer directamente en la boca y tragar a la vez, era un arte que necesitaba de mucha experiencia y aprendizaje en nosotros lo niños, y el día que lo lográbamos, era un gran momento que nos llenaba de orgullo y satisfacción. Ya no os digo nada, si además conseguíamos cortar el chorro de caída del agua sin mojarnos.
El botijo nos recuerda el encuentro con otros niños, porque solíamos ir todos a las mismas horas a la fuente donde, si las prisas no se imponían pasábamos un rato de juego, y juego era el ir y el venir.
Era además una fuente de experiencias cuando lo metíamos de golpe y la fuerza del aire nos lo enviaba de nuevo a la superficie o cuando lo volcábamos, medio lleno y se quedaba flotando entre dos aguas. Leyes de la física, que antes de estudiar ya habíamos experimentado.
Nos recuerda el paseo a la fuente y nos evoca el sonido del agua y su gorgoteo y burbujear del agua al irse llenando lentamente mientras nuestra mirada absorta contemplaba aquel instante que parecía mágico.
Puntos:
29-09-12 18:19 #10608104 -> 10015053
Por:delaheraluis

RE: Objetos para el recuerdo
LA VARA
LA VARA
Dos varas, eran conocidas en el pueblo por todos sus habitantes: La vara de arrear las vacas y la vara del maestro. Los animales sufrían la primera , los niños y niñas la segunda.
La vara de arrear era de dos tamaños: la corta, para el carro, arar, cuidar y dirigir a las bestias y la larga, solamente para trillar.
Cualquier pastor, ganadero vaquero o porquero tenía una.
LA vara del maestro era corta no llegaba al medio metro y el material elegido era diferente. Para la de las vacas casi siempre de avellano Brotes nuevos del año rectos y no muy gruesos que se introducían a secar en el horno de amasar el pan para darlas dureza y ligereza. Solían durar mucho tiempo y las de trillar se guardaban de un año para otro. Posteriormente con la navaja o un cuchillo pequeño se la arreglaba y lucia y hasta en algunos casos se le hacían algunos adornos. En uno de sus extremos , el más fino, se le ponía una punta afilada, el aguijón.
Se usaba para azuzar a los animales, castigarles, dirigir sus pasos, animarles a caminar más deprisa y protegerse de ellos cuando “ se revolvían” contra uno
La vara del maestro era de diverso material, aunque el más corriente era de mimbre o zalde por lo fácil de cortar y flexibilidad. También variaba en grosor y largura y era curioso que casi nunca era el maestro quien la llevaba, más bien se la llevaban los niños y no faltaba quien inmediatamente de romperse una siempre había alguno que en breve tiempo aportaba otra nueva. Quizás pensase que al ser castigado, el maestro tuviese en cuenta que la había aportado y la intensidad del castigo fuese menor. Más de uno comprobó que no había tal miramiento y desistió en ocasiones sucesivas de aportar una nueva.
De cualquier forma para el maestro no era difícil logar una nueva porque los árboles y arbustos eran abundantes y al lado de la escuela.
Mantener la disciplina con 40 o más alumnos no debía ser tarea fácil y parecer ser que había que usar estas medidas.
Pero no peséis que por ello a la persona que os cuenta esto ni a otros muchos nos causó ningún trauma. No era métodos muy pedagógicos pera era lo que había.
Hoy en día este útil y esta forma sólo queda en la memoria de poca gente porque ya no hay animales de carga ni que cuidar y la pedagogía hacia las personas y forma de enseñar afortunadamente han cambiado.
Puntos:
30-09-12 08:13 #10609409 -> 10015053
Por:marblan

RE: Objetos para el recuerdo
la vara que chichones,se de alguien que tenia tantos chichones que un dia se acerco el medico al colejio para que el maestro no nos pegara tanto,claro las liabamos gordas.
Puntos:
10-01-13 14:19 #10934645 -> 10015053
Por:delaheraluis

RE: Objetos para el recuerdo
LA PALANGANA

Siempre , en algún rincón de la casa, como perdida y pasando desapercibida estaba la palangana.
La mayoria de las veces sobre su palanganero y a su lado una herrada o jofaina con agua donde el que lo acabase tenía que reponerlo.
De porcelana blanca con un ribete azul en todo su borde superrior, nos esperaba lista para asearnos. Había niños que se podría decir que huían de ella como el gato del agua.
La verdad,no es que en el pueblo, sobre todo en buen tiempo se usase mucho porque la abundancia de agua y las labores en el campo con las fuentes y rios a mano la hacían poco práctica.
Uno, antes de volver a casa y una vez acabadas las faenas se lavaba las manos y la cara y se secaba con el moquero.
Era un recipiente más, cuando se necesitaba en casa para otros menesteres y funciones.
Duraba muchos años porque se cuidaba mucho y su uso casi exclusivamente era en aseo.
En ella se lavaban las manos, la cara y hasrta los pies, se afeitaban los hombres y se usdaba de lavadero de pequeñas prendas como moqueros, servilletas, ropa interior y pequeños paños a remojo, para luego ser lavados. Servía para recoger prendas y ser llevadas o traidas a tender al sol y era a veces un recipiente para recoger otras cosas; como legumbres o frutos y siempre... mi recuerdo se asociaba a ella con la enfermedad o las curas de las muchas heridas que de pequeños nos hacíamos.
Y cuando devolviamos o vomitabamos la palangana era el recipieante que recogia nuestos dolores y aparecía delante de nuestra boca como por arte de magia.
En ella se ponía el agua para limpiar las heridas que poco a poco se iba tiñendo de rojo. En ella se remojaban los paños de agua fría para bajar la fiebre y estoy seguro que en ella se puso el primer agua caliente y se remojó en primer paño que nos lavó nada más nacer.
.
Siempre en mis recuerdos estará la palangana
Puntos:
11-02-13 16:53 #11060037 -> 10015053
Por:delaheraluis

RE: Objetos para el recuerdo
EL ALMIREZ
Duraba toda la vida e incluso era objeto de herencia que se transmitía de padres a hijos.
El pueblo a la hora del medio día o de la cena se llenaba de sonidos machacones y metálicos, de diversos tonos e intensidades y en buen tiempo, con las ventanas y puertas abiertas se transmitían en la distancia llenando el ambiente de las calles.
Parecia que todas las casas se pusieran de acuerdo para emitir el mismo soniquete y al oirlo el estómago se alegraba y la boca se llenaba de saliva porque la hora de comer estaba cerca. Todas las viviendas contaban con un almirez, siempre imprescindibles.
Se sabía la hora de comer al escuchar su melodía metálica.
En el cuenco del almirez se ponía el ajo, el perejil, la sal, el pimentón, un poco de aceite y las demas especias según su condimentación y se machacaba insistentemente para después verterlo en la sopa, cocido, relleno o lo que fuese.
Pero no solo el almirez en sus dos partes cuerpo y mano se usaban para machacar. También servía para clavar puntas, romper almendras o avellanas y cualquier otra función donde golpear fura necesario como macerar o afinar los filetes de carne a base de golpes antes de ser fritos. Había que tener cierta fuerza y cuidado porque como pesaba bastante si se caía y te daba en los pies, tenías el recuerdo para mucho tiempo. Era además una pìeza decorativa en la casa porque al ser de bronce y mantenerse siempre limpio y brillante con vinagre, arenilla que cogiamos en las carcavas o bizcarbonato se eliminaba su cardenillo verde y relucia en la estancia como el que más.
Tenia diversas mezclas de aleaciones lo que les hacia más o menos
brillantes y que su tono fuese más o menos agudo o grave.
Se le apreciaba como un tesoro que además de imprescindible se pasaba de generación en generación y hubo más de una disputa por él al llegar el reparto de la herencia, por ser algo que todos querían.
Hoy día, apenas sse usa en cocina porque es sustituido por otros de piedra o madera que han hecho del viejo almirez una pieza decorativa en las viviendas y muy cotizada.
A los niños nos gustaba oir su soniquete y machacar el ajo.
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