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26-04-15 17:41 #12586350
Por:No Registrado
Historias de brujas
SEGUNDA HISTORIA

LAS BRUJAS DEL DESVÁN DE LA CASA DE LA SEÑORITA

Ya hacía tiempo, que corrían historias por el pueblo acerca de la casa “de la Señorita”
Rumores de criadas que habían transmitido y comentado al resto de vecinos
Unos, las daban por graciosas y divertidas a la vez que por incrédulas, otros, aunque no del todo ciertas, si por intrigantes, misteriosas y con algo de realidad
Ciertamente, la casa, en su grandiosidad, pero con unas ventanas pequeñas para tanta casa, animaba al embrujo. Tampoco eran muchas las personas que veían el vivir diario de sus moradores. Cierto es, que la señorita Asunción, la última de la familia que muere, y es enterrada en el pueblo el 18 de abril de 1937, era una persona muy querida, campechana y que tenía relación con muchas personas, sobre todo mozas de su tiempo.
Corre por el pueblo una leyenda de sus amores con un muchacho de familia más pobre que para olvidarle le obligaron a ennoviar con un ingeniero. Pero lo cierto es, qué murió soltera. Ella mantuvo la costumbre de que cada vez que un criado se casaba le daba una vaca y un tierra como regalo de boda.
Se comentaba, que en las noches a partir de primavera, y, hasta la entrada del invierno había ruidos extraños y voces ululantes que se dejaban oír en el silencio de la casa.
Dichas voces y “como golpes” solían pasar al comenzar la noche, en esa hora bruja de la penumbra y paso a la oscuridad

Los dueños de la casa, o no daban mucha importancia al hecho o se habían acostumbrado a ello. No se sabían bien, pero era cierto que en los comentarios no transmitían temor.
Las criadas sobre todo, comenzaron a poner mayor atención y cuando se daban los hechos los comentaban por el pueblo.
No eran ruidos y sonidos que se diesen de forma periódica ni de manera reglada. Sencillamente ocurrían, sin que nadie los supiera explicar. Su denominador común es que siempre comenzaban en esa hora. Cuando las gentes solían recogerse en sus casas porque ya las faenas, por falta de luz solar no se podían continuar y las estancias del hogar eran alumbradas por la luz de las velas, los faroles, candiles y el resplandor de la hornacha.
Las casas en la noche, eran un lugar ideal para dejar correr la imaginación y alimentar misterios. En su penumbra podía ocurrir cualquier cosa.
Se contaba, que una noche bajando “El Caraminchón” al tío Quico, alguien le había dado un susto de muerte. Le habían quitado la boina de su cabeza y se la habían tirado unos metros más “adelante”.
Parecía que, no solo la casa sino sus alrededores estuviesen embrujados.
A partir de aquel hecho, los comentarios crecieron y con ellos los temores, tanto que la misma “Señorita” reconoció que en la casa había ruidos y “ como lamentos extraños” a los que su familia, que no era miedosa ni supersticiosa, no daban mayor importancia.
La familia, había notado que en el mes de febrero o marzo, es decir, en torno a la entrada de la primavera seos ruidos y lamentos eran mayores.
El rumor en el pueblo, iba en aumento y, llegó un día, mejor una noche, en la que se decidió descubrir el misterio.
El tío Severiano, el tío Eulogio y el criado que tenían fijo por aquel entonces Leandro fueron los encargados de resolver aquel entuerto. A los dos primeros se les pidió el favor, no sabemos por qué. Al tercero, como criado se le ordenó
No debían de andar muy boyantes en valor, porque cuando se reunieron decidieron que lo harían por el día en vez de la tarde-noche.
¿Quién sabe?. Por si acaso. Quizás fuese más por el tema de la iluminación que por otra cosa. Ya se sabe que por la noche todos los miedos son mayores y todos los gatos pardos.
Se pusieron de acuerdo también, en que actuarían al día siguiente de haber oído los ruidos.
No diremos que por el pueblo se corrió la noticia como el humo de la tarde de invierno y se creo cierta expectación.
Y, llegó el día indicado. Fue por el mes de noviembre, pasados “ los difuntos”. Alguien pensó que pudieran ser animas en pena o algo parecido.
No había ya , por aquella época mucho trabajo, y, como el día anterior se había escuchado bastante movimiento , se decidió que el momento era llegado.
En el patio delantero de la casa se juntaron expectantes y curiosos algunas personas como el cura, el alcalde y algunos amigos de la familia.
Se trajo la escalera de palos de la cuadra, la que se usaba para subir al pajar y se llevó al último piso bajo la buhardilla del desván.
Se prepararon faroles, porque eran utensilios cuya llama, era más segura, protegida y difícil de apagar que la del candil y se comenzó, con una mezcla de sigilo, temor y expectación s desentrañar aquel secreto hecho misterio.
Para apoyar la escalera en la trampilla hubo que golpear en su puerta, y, un ruido seco, acompañó a la nubecilla de polvo que cayó en su apertura.
Sujeta la escalera, subió el tío Severiano, y antes de introducir el farol en el desván asomó su cabeza para echar un vistazo en un giro total. Giro, que no acabó porque dos luces brillantes se clavaron en sus ojos y con cierto temblor regresó al punto de partida
¿Qué haces? ¿Por qué bajas?
Algo asustado respondió, que había dos ojos que lo miraban y que quería tomar aire.
¿Hacia dónde has visto esos ojos?
Hacía el oeste del desván,.
El tío Eulogio subió, sin tenerlas todas consigo, y, cuando asomó su cabeza en la oscuridad del desván y miró hacia el oeste no vio dos, sino cuatro ojos clavados en los suyos.
También bajó para confirmar las sospechas, e ir pensando lo que serían aquellos puntos brillantes, que fijamente se clavaban en ellos..
¿Serán puntos de luz de alguna rendija que venga de la calle? Pensaron y se dijeron.
Pero aunque el día estaba radiante, limpio, claro y lleno de sol. Aquella luz no era igual. Tenía un tono anaranjado y más brillante que la del día.
Estaban pensando en lo visto y deliberando en ello cuando una especie de aleteo y corriente de aire se dejó sentir y una ligera nube de polvo cayó por la buhardilla y se quedaron paralizados.
Vamos a subir de nuevo y vamos a mirar en todo el desván, Se dijeron
De nuevo Eulogio subió los peldaños y asomó su cabeza por encima del techo
¡ Sorpresa!
Los ojos ya no estaban en el lugar de antes. Siguió girando la cabeza, y de golpe, no eran cuatro, sino ocho los puntos de luz que descubrió a distintas alturas y en distintas direcciones.
Bajó de nuevo y comentó lo visto
¿Cómo que ahora eran ocho? ¿Qué misterio era aquel?
No serán ojos de gato- dijo alguien.
No, de sobra conocemos el brillo de los ojos del gato en la oscuridad.
Estos son más grandes y de distinto color
El miedo, se transmitía y la acción se paralizaba. El pensamiento estaba torpe y confuso.
¿Cómo seguir? ¿Qué hacer?
Vamos a subir primero el farol, antes que la cabeza para ver con mayor claridad.
Severiano, con prudencia fue subiendo banzo a banzo y miedo a miedo hasta que su cabeza chocaba con el techo y, elevando su brazo de forma pausada, introdujo el farol en el desván. Respiró hondo, y , antes de acabar de hacerlo una especie de ¡ uhuhuhuhu! prolongado y un alboroto, le devolvió el farol por el hueco que fue a caer al suelo de la habitación haciéndose añicos a la vez que él bajaba las escaleras como un rayo y se quedaba sentado en el suelo, con la cara más blanca que la leche.
El susto fue general, y algún grito de los presentes se confundió entre sorpresa, temor y angustia.
¿Qué ha pasado? ¿Quién ha tirado el farol?
No había respuesta. Solo, preguntas e interrogantes que, de momento, atenazados por el susto no sabían responder.
Vamos a tenerlo que dejar para esta tarde- dijo la dueña- Esta tarde, el desván, estará más iluminado, porque el sol, al estar más bajo en el cielo entrará más directo por las dos trampillas del oeste y se verá más.
Decidieron dejarlo pues, no sin antes cerrar la trampilla del techo, y citarse para después de comer.
Aquel mediodía, “la comidilla” del pueblo tenía su postre, y, cuando llegó la tarde , el número de curiosos había aumentado.
A la hora acordada se decidió poner fin a aquel misterio, a costa de lo que fuese. Era ya un reto a aquellas alturas del día.
Hasta el tío Santiagón se ofreció de voluntario por si Eulogio y Severiano se “ rajaban”.
Preparados los faroles y abierta la trampilla se inició la acción, con sigilo, pero con firmeza.
Esta vez el desván estaba más iluminado y no se vieron los ojos.
Ejecutada la primera inspección, se subió el farol, y se comenzó a explorar “al detalle”.
El tío Eulogio subió dos banzos más, e introdujo medio cuerpo en el techo y, allí, en la esquina del rincón norte volvió a ver los ojos que le miraban. Esta vez, era como con intermitencia. Se apagaban y se encendían, pero seguían inmóviles. No lejos de ellos , y a la izquierda más ojos le observaban.
Poco a poco siguió subiendo peldaños asta estar por entero en el desván. Subió el tío Severiano con un segundo farol, y, con la vista más acostumbrada a la oscuridad fue viendo con más nitidez.
Hizo observar a su compañero donde estaban los ojos y, aunque les era difícil apreciar con claridad el entorno, cuando subió Leandro con un tercer farol se acabó de aclarar el misterio.
Un rápido aleteo y un ulular de miedo de los animales asustaron a Leandro que bajo unos peldaños como en la mañana.
“Las Brujas” desesperadas buscaron las trampillas para ganar la libertad del día. Quizás ellas estaban tan asustadas como ellos.
Dos parejas de lechuzas habían hecho del desván un hogar placentero y a salvo de depredadores.
Inspeccionaron el lugar a conciencia, minuciosamente, y bajaron aliviados.
El misterio esta resuelto. Los miedos se habían acabado.
Cuando comunicaron lo visto , el pueblo enseguida entendió los hechos y respiraron tranquilos.
Años más tarde. Muerta la dueña, sus herederos le dijeron a Leandro, su mayordomo, que tapase las buhardillas y desalojara a las lechuzas
El lugar que escogieron las aves, fue un nuevo desván, muy cercano. Este, en casa de Pablitos que había edificado su casa nueva al lado del “Caraminchón”. Y, la gente del pueblo cuando en las noches oscuras de invierno oía su aleteo y ulular, y pasaban en vuelo rasante sobre sus cabezas. Se de pronto, pero sabían lo que era y esbozaban una sonrisa
Puntos:
28-04-15 13:38 #12588775 -> 12586350
Por:No Registrado
RE: Historias de brujas
Uy que miedo me das
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