La España de Olivares “LA ESPAÑA DE OLIVARES” La España de Olivares regresa, tras los siglos, con ese aspecto triste, decadente, que vieron los hidalgos que hallaron los sonetos y escritos de las plumas distinguidas. Los tiempos en que Flandes alzaba sus pendones contra un imperio débil, cuyas arcas quedaron sin dineros, en una guerra absurda que no le devolvió lo arrebatado. La España de Olivares es una España triste, un reino de bandidos que no paran, que arrancan a los otros la tierra en la que viven, los cuartos que trabajan con esfuerzo. Y todos los cuatralbos nos traen a la miseria, diciendo que es Europa la culpable, al tiempo que son ellos los que hunden esos buques que paga la inocencia de las gentes. Pensad que son los mismos los cacos que nos roban, pues vuelven en la sangre de sus hijos las ánimas perversas que hundieron el pasado, chupando nuestra sangre en el presente. También Felipe Cuarto quería que volvieran los tiempos de la gloria que mantuvo su abuelo, que, no obstante, mandó, con gran bravura, sus barcos a la costa de Inglaterra. España, traicionada, espera, sin justicia, y llora la miseria que le imponen los vástagos que lucen corbatas por gorgueras, y quieren ser los príncipes de antaño. Y no es por nada bueno: querrán llevar el oro, la plata que llegó de las Américas, si es cierto que, de nuevo, volvió de las Américas el oro de los siglos olvidados. La España del presente suspira en el martirio, colgando de una cruz, sacrificada por esas falsedades que teje, con malicia, la boca nunca limpia del político. Sabed que el pesimismo es la verdad amarga que expresa, sin piedad, el desaliento que impone la condena, pues esto hemos escrito, subiendo los peldaños de la Historia. 2014 © José Ramón Muñiz Álvarez |