Riego de la Vega - Leon

Cuando la política da asco, cuando las justificaciones son obscenas, cuando la mentira reina en el imperio de la irresponsabilidad, entonces debemos ser tan contundentes como impasibles con aquellos que faltan a la democracia con impunidad.


He perdido la cuenta de los muertos ahogados, víctimas del hambre, de la miseria y del miedo a aquellos que disparaban desde la costa pelotas de goma, botes de humo o chorros de indignidad.

Me produce asco que se dieran órdenes de lanzar pelotas de goma a unos seres humanos que flotaban como podían, en un mar helado, sin saber lo que les esperaba en la playa, algún menor, mujeres, hombres, como nosotros.

Asco es lo que me produce, además, saber que todos ellos proceden de los países más pobres del mundo. Diez naciones de África contienen el ochenta por ciento de la desnutrición infantil. Lugares donde cada cuatro segundos muere un niño.

Asco que el gobierno reconvierta el debate sobre la Guardia Civil, cuerpo del Estado que tiene todo mi respeto. Maniobra de despiste cuando la cuestión en realidad debe centrarse en los hechos. En las órdenes de un director general que falta a la verdad.

Un director general que parece más bien de otro siglo, anterior al anterior, ajeno a la verdad, desautorizado por su ministro y envalentonado por unas palabras tan indignas como lesivas para el buen juicio.

Asco me da tener unos responsables políticos de tan baja altura y escasa dignidad. Un delegado del gobierno que ha delegado la humanidad a la historia y la nobleza de espíritu a otras épocas distantes y distintas.

Asco algunos medios de comunicación que califican a los inmigrantes como animales cercados y a nuestro país como una cueva. Un lugar inhóspito, ya no solo para la justicia universal, sino para saber que todos estamos concernidos por estas muertes.

Asco de un ministro que no cese a ambos, director general y delegado, que no asuma él mismo sus propias responsabilidades y que siga haciendo el ridículo en cada hecho, en cada lugar, en cada comparecencia, y ahora, en esta tragedia.

Asco que algunos quieran llevar la narración de los hechos a un debate sobre la inmigración, sobre las puertas abiertas o sobre las puertas cerradas. Olvidando, por cierto, que un tercio del crecimiento económico español durante el período 2000-2006 se debió precisamente a su entrada.

Asco de ver cómo las partidas de cooperación se han derrumbado hasta la miseria, convirtiendo las cifras en diminutas y la voluntad en miserable. ¿Cuántos han muerto en los países receptores por esta barbarie de recortes?

Me produce asco, por tanto, haber coincidido en el tiempo con este tipo de personas, transparentes a la decencia y a ajenos a la dignidad. Les haremos pasar a la historia como lo que son: unos miserables.
@AntonioMiguelC