Riego de la Vega - Leon

Llegar a mayor es una condición. Una situación con muchas cosas buenas y algunas cosas malas. Un estado en el que se contemplan las primaveras y los amaneceres con más sosiego. Un asiento desde donde ver a los jóvenes crecer.

Pero, ¿y cuando no hay jóvenes? El Censo de Población del Instituto Nacional de Estadística nos revela que la edad media de los españoles es de 41,5 años, un año y medio más que hace una década. En definitiva… que vamos envejeciendo.

La Tasa de Dependencia es de 0,5 lo que significa, y este debe ser nuestro temor, que por cada persona que está activa hay dos ciudadanos a los que mantener. Eso suponiendo que las personas activas tengan un empleo.

Somos más viejos, somos una sociedad que tiende a ser anciana, a sentirse mayor. ¿Por qué? En primer lugar porque la tasa de fecundidad ha llevado a tener 1,35 hijos por mujer. En segundo lugar porque nuestra esperanza de vida, afortunadamente, ha pasado de 79,1 años en los hombres a 84,9 en las mujeres. Y, en segundo lugar, ante la falta de dinamismo migratorio de nuestra población, consecuencia de la depresión económica que sufrimos desde hace años.

Porque ser más joven, además, no es una cuestión de edad. Una sociedad se paraliza cuando ve demasiado cerca el final. Una sociedad en la que, jóvenes y menos jóvenes, menores y mayores, no ven futuro. Porque la longevidad no se cuenta por los años, sino por los sueños.




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