Espina de Tremor - Leon

La “nerviosidad” empezaba no muchos días antes por la “incertidumbre” de que hubiera orquesta, posiblemente debido a desacuerdo entre los mozos, al final siempre se resolvía trayendo “Los Ramos” de Rodrigatos, que llegaban a última hora de la tarde de un día como hoy y hacían el recorrido por el pueblo tocando el pasacalle, seguidos por la chavalería y poniendo en” situación” a todos.
El domingo, la salida de las casas hacia la Iglesia -remirándonos y mirando de reojo a los demás- con nuestros atuendos más o menos de estreno (del “modisto” de Almagarinos, después también el de Brañuelas, éste ya la “repera” ¡hacía los trajes por una fotografía!) y a la salida de la Misa, la procesión -con itinerario por “Embajo la Riva” hasta la “Cimera la Calle” retornando por “Las Escanales” y “La Riva”- que era precedida por un altísimo y pesado pendón que portaba un mozo –seguro que era un “cachas”- ayudado por otros que aseguraban su verticalidad. (En la Iglesia había dos pendones que descansaban oblicuamente apoyando sus extremos en el suelo y en la barandilla del coro).
En la plaza de “La Riva” -el domingo era allí el baile y el lunes en “La Cimera la calle”- ya esperaban los puestos de caramelos y demás chucherías y los del tiro al blanco, y los chicos sin “nómina” empezábamos nuestros “ajustes de cuentas”, esto es, el pago de las gaseosas que en apuestas y partidas de bolos en “San Pedro” y “Campo Vallaulín” habíamos perdido.
Del comer... era el día más principal del año ... pero hay algo que resultaba bonito y que posiblemente fue desapareciendo con el paso del tiempo, la asistencia de familiares y algún amigo de otros pueblos, que aquel día compartían con nosotros no solo las viandas sino la consideración, aprecio y confraternidad que había entre las familias y amistades.
Del resto... ir de un lado al otro ojeando lo que en los puestos se nos ofrecía, para elegir en función del precio o el atractivo, tirar con la escopeta a la diana o a las cintas, beber una gaseosa, comprar en “sociedad” un paquete de cigarrillos que fumábamos a escondidas posiblemente entre “lloros y toses” y ... terminar seguramente cansadísimos y ... esperando ya el próximo Corpus.
El recuerdo que guardo en cuanto a la climatología, es que en muchos Corpus hizo mal tiempo -lluvias de temporal, barrizales por las calles, muy nublado...- ¿es esto cierto?.
Este año que se iba a celebrar en su “día” recuperando la tradición, debido a los motivos por todos conocidos se ha pospuesto, esperemos y deseemos que hasta el próximo año todos los sucesos que acontezcan nos deparen únicamente felicidad y satisfacciones.
Saludos para todos y el deseo que todo os sea “bonito”.
Saludos, Paco.

Yo te puedo decir que ya en días anteriores no dormía bien. Y ya cuando llegaba la víspera, aquello era puro nervio.Los cánticos se alargaban en las cantinas (puedo contar hasta seis en aquella época)y en las calles. Que ganas tenía yo de ser mozo.

En el baile lo que más nos divertía a los de mi "quinta" era correr entre las parejas que bailaban, agarrando de las piernas al o la que correspondiera, para dar la vuelta hacia otra pareja, y en este cigzaguear ir tirando petardos que causaban un revuelo en toda la Riva o la Cimera la calle. Es curioso que ésto sólo sucedía en los "agarraos"
porque en las jotas, amigos estábamos todos como en "misa", qué bonito era ver bailar a aquellas parejas que saltando como "gayos" se desplazaban de derecha a izquierda y de frente a espalda de forma tan coordinada. Me parecían las majas a manueca, pero donde los de un lado eran mozas o mujeres casadas y del otro mozos o casados. ¡¡¡Pero qué bonito era¡¡¡ Y algunos nos poníamos unas gafas de cristales de plástico, que hacían un daño en la naríz que aún parece que me duele, y que el tío o el padrino nos habría comprado o tirando de las propinas.

Lo del roscón me gustaba mucho. Tenía colorido. Las calles engalanadas con escobas o piornos exuberantes de flores amarillas, o ramas de fresno. (Que pena de Kodac-Color). Y por supuesto el pendón. Aquello era lo más de los más del día. Aquellos mozos que se turnaban llevando tal estandarte con otro mozo a su lado y otros dos de "vientos" y yo tan diminuto en mis primeros años de vida, aquello era para mi como si hoy sacaran en procesión una catedral, empujada por aquellos mozos.
Y en todo el recorrido: Las campanas, con su "goli, goli, goli, golinía golinía, golí, goli, golínia,.....Aquí los mozos tambíén se turnaban en su repicar, pegados a las piedras de ls hermosa espiga de la torre de la iglesia, mano izquierda agarrando la cadena del badajo de la campana aguda y mano derecha a la cadena de la campana baja. No teníamos órgano, pero aquello sí que era una "tocata y fuga". Y así durante toda la procesión. Mientras, surcaban el cielo voladores que con sus chiiiiiisss, pun, pun, pun, pun, rómpían la monotonía diaria, declarando así el estado de fiesta. Y nosotros (los de mi quinta, y los demás también) vigilábamos donde caían las varillas de los voladores para recoger el "trofeo". Podían caer en los cañales, en los caruceiros, en las huertas de "entrelascasas", era igual. Donde se ponía el ojo, ya se buscaría. Daban igual las lechugas, cebollas, fréjoles. El trofeo era cosa muy importante, pues se medía a cada cual por el número de varillas conseguidas, y eso tenía su trascendencia.

Las gaseosas... aunque su dulzor y su gas picara por igual a la nariz, gargante y hasta la nuca, se trataban de beber de un solo trago. También era ésto importante. Y los ojos quedaban rojos por el esfuerzo.Era nuestro champán.

Luego estaban los olores a los guisos. Las madres se las apañaban para dar un aroma a aquellas carnes, adquiridas a los "Rubios" de Pobladura o al "Pajarita" de Tremor o a la carniceria de Espina (Vitorino), que en ningún otro lado he conseguido percibir. Bueno sí. Sólamente cuando vuelvo a Espina.

Recuerdos de la infancia. Bonita fiesta. Fiesta para todos. Fiestas de nuestro pueblo.