ONÉSIMO: Hombre de rápidas ojeadas. Hombre de socarronería delibiana. Infatigable conversador: De palabras directas y pinceladas sobrias. Adelantado lector del HEREJE, de Las RATAS, de la HOJA ROJA, de AÚN ES DE DÍA, de LA SOMBRA DEL CIPRÉS ES ALARGADA, y de tantos y tantos libros escritos por ese hombre elegante que cazaba un domingo sí y otro también en la dehesa de Valdelocajos. Con ese regusto por lo arcaizante que distingue a los campesinos sabios, allá por los años ochenta, le dijo un día al panadero de Villamarco: "Vende pan a los que tienen hambre y hambre a los que tienen pan". Nos miramos. Nos entendimos con la mirada. No hicieron falta más comentarios. ONÉSIMO: El hombre que conocía al dedillo- y sin haber estado allí-, el famoso mapa de la obra de Delibes: Villavendimio, Casasola de Airón, Villavieja del Cerro, Santovenia del Pisuerga... Hoy nos despedimos de un lector empedernido, entre el juego lento de los tranvías, en un día difícilmente azul. Hay quien no se ha despedido nunca. SIEMPRE en el recuerdo, aquella canción tuya: "Ese reloj, el tuyo, que mide un tiempo vacío..." Desde la TIERRA. Que la tierra nunca engaña. Benito.(Como tú siempre me llamabas). |