Válor - Granada

Recuerdo mi primera salida, ó mejor dicho mi primera huida de la nada, estaba cansado de subir a la sierra; en verano hacíamos zanjillas para en el invierno plantar pinos, ganancias nueve duros diarios. Todo esto era al final de los años cincuenta o principió de los sesenta del siglo pasado, cuando un día decido levantar vuelo contando con la ayuda de una persona muy apreciada por mi, que me informo de que había unas oposiciones publicas para una empresa estatal y la verdad no me lo pensé, solicitud en mano y a esperar que me avisaran, cuando llego la hora de coger la Alsina, todo muy bien cuando, llego la Alsina a la Loma de Yegén muy contento porque no volvería el día siguiente ni otro y muchos mas, iba ha conocer otros lugares y otras formas de vida si olvidad que yo recuerde nunca antes había estado en Granada aunque según mis padres si estuve siendo pequeño, y en Sevilla mucho menor donde iba ha examinarme, primero, noche en Granada, y al día siguiente Alsina camino para Sevilla seis u ocho horas para llega a destino. Aprobado mi examen gracia a las clase nocturnas de dos Maestros sobre todo de uno de ellos Don José Toro, y dos años sin volver por el pueblo ya por razones laborales, cuando vuelvo varios de mis amigos primero la milis y después inmigraron para Cataluña, aunque varios de ellos volvieron después y se afincaron en Válor como es el caso de Antonio el Taxista y Pepico Juárez otros como Manolo el de Ángel, Manolico Molina, pocas veces mas han vuelto después por el pueblo. Un grupo que pateábamos todos los pueblos y fiestas de nuestro entorno desde Laroles a Benimar y desde Picena a Cadiar.

Recuerdo cuando vuelvo por primera vez de vacaciones a Válor coincidiendo con las fiestas cuando las mismas terminan y el mismo día 16 de septiembre cojo la Alsina dirección a mi destino cuando llego de nuevo a la Loma de Yegén y vuelvo la vista para el pueblo creo que fue la primera vez que se me saltaron dos lagrimas como en las primeras Navidades que pase fuera de mi Familia, quizar porque me dejaba mi novia atrás.

Ciudadano del Mundo

De Vacaciones a Válor

Desde esta morada me dispongo a emprender un viaje. Un viaje por mis recuerdos de mi infancia y de mi adolescencia. Un viaje que no ocurrió aquí donde ahora me encuentro, en la gran urbe. Este viaje comenzaba todos los años con la llegada de los calores. En verano, una época propicia para reencontrarse con amigos, y vivir aventuras.
En un paisaje romántico, donde cada verano nos escabullíamos de la imperiosa ciudad que marcaba el ritmo de nuestras vidas y vivíamos un paréntesis de felicidad. Un paisaje bucólico que nos enseñaba los restos de una civilización de grandes alcazabas y una arquitectura singular marcada por el paso del tiempo y el avance de la técnica. Un paisaje alejado de lo que encontrábamos diariamente. Con los animales domésticos correteando por las calles de nuestro barrio, las ovejas, vacas, o los burros. Algo inimaginable en nuestras habituales avenidas de coches y gente yendo y viniendo sin prestar atención al crecimiento de las plantas o de la elaboración casera de algunos alimentos. Allí teníamos un mundo nuevo totalmente diferente a nuestro medio natural en la gran ciudad.
Nuestra niñez en Válor estaba marcada por el conocimiento de nuevas costumbres. Ver a la abuela hacer la matanza, recoger frutas y verduras de los bancales o ver al abuelo tirar de la burra después de un día de labor en el campo era nuevo y emocionante para nuestros ojos. Luego por las noches nuestra imaginación se abría ante ese cielo andaluz estrellado. Algunos nos poníamos a ver las estrellas e imaginábamos historias otros revolucionábamos a todo el barrio con nuestros juegos.
Siempre deseábamos la llegada de nuestro viaje a Válor. Allí nos reencontrábamos con los amigos y con los primos. Los vecinos del barrio también forman un gran recuerdo de nuestra infancia. Paseábamos por la cruz, corríamos por el Barrio Alto, bebíamos agua en Cuestaviñas, buscábamos moras de zarzal, jugábamos a canicas... hacíamos excursiones a la sierra, caminábamos por los campos, bordeábamos los ríos buscando pozas donde refrescarnos en aquellos veranos calurosos o en alguna ocasión íbamos algún cortijo a pasar el día y dormir la siesta debajo de algún castaño centenario...
Cada día era una aventura buscábamos actividades que hacer con los amigos, algunos eran de allí, otros de Madrid, de Almería, Barcelona, Málaga... Juntos devorábamos los días que nos brindaban nuestras vacaciones y respirábamos aires más sanos. Válor lleno de innumerables recuerdos y rincones. Yo reconozco uno. Donde muchas veces iba, casi diariamente a ver pasar el río anaranjado y cristalino y escuchaba el canto de los pájaros y el ruido del aire balanceándose por las ramas de los álamos. Allí bajo ese puente, ya antiguo y machacado por los años, disfrutaba de la naturaleza y de la tranquilidad del pueblo.
Luego el tiempo pasó irremediablemente. Otra vez la ciudad marcaba nuestra disponibilidad para volver a reencontrarnos allí. Quizás al llegar la amistad sería diferente. Con el tiempo pierdes el contacto con tus amigos de siempre creces y tus prioridades cambian pero el recuerdo de aquellos días siempre quedara en nuestra memoria.

Gracias Azachiqui; quizar tu seas uno de la foto de los jóvenes; bajo de un castaño si es a sin cuando la foto este publicada me contestar con un si, ó un no. Un saludo yo soy padre de algunos de esa foto es más y abuelo de sus hijos

Hola. Aunque conozco a todos los de la foto. No soy ninguno de ellos. Muy bueno el documento historico.