Villaescusa de Haro - Cuenca

Margarita la modista
Vino de un pueblo evacuado a causa de la guerra. El Gobierno republicano ordenó el desalojo de aquellas poblaciones ocupadas por el Frente y las llevó a otras de la zona roja. Así es como vinieron a vivir a Villaescusa varias familias que no tenían vínculo alguno con su gente.
Las autoridades republicanas los alojaban en las casas que consideraban oportuno. Al tío Hormigón en la parte baja de la casa de los Girón, a la familia de la que sería una de las nueras de Astrana Marín en casa de Cañabate, a Margarita que era soltera en casa de otra soltera: Pilar, la Pilar de Auxilio. El sobrenombre le venía del trabajo que se encargó de hacer, el reparto del auxilio social.
Margarita llevaba un bastón y un mantón. No la recuerdo en verano por la calle. I Supongo que entonces no lo llevaría.
Era una mujer muy educada. Jamás se le oía un apalabra más alta que otra. Pero nunca la vi en la iglesia.
A diferencia de su compañera, que era la encargada oficial de todos los rezos que no dirigía el cura. Si había un muerto, llamaban a Pilar para el rezo del velatorio. Y luego, después del entierro, el rosario con el responso de difuntos cada noche durante nueve días.
También rezaba en la iglesia: el Vía Crucis en Semana Santa, las Flores durante el mes de mayo, la novena de la virgen que empezaba nueve días antes de su fiesta, o la del Cristo, que empezaba inmediatamente al terminar la de la virgen.
Además iba a las casas en las que ocurría alguna desgracia.
Era como una monja pero sin serlo. Hasta llevaba un hábito marrón con un cordón dorado como los de las túnicas de los santos. Esos hábitos que la gente, las mujeres especialmente se ponían para cumplir una promesa cuando él hacía algún milagro como curar de una enfermedad, sacar de la cárcel a alguien o cosas así.
No sé cual sería la promesa de Pilar. A lo mejor tendría algo que ver con esto último, pero no está muy claro. Porque si como decía la gente su novio estaba preso ¿Por qué llevaba el hábito si Dios había permitido que se pudriera allí dentro, en vez de salir libre como otros salieron?
También decían que había querido tanto a ese hombre que juró que nos se casaría con nadie más que con él, y que como se murió ya no se casó nunca.
Margarita la modista era su única compañía.
Cuando se acabó la guerra eran tan amigas que le pidió que se quedara. Tampoco Margarita tenía un sitio dónde ir. Su pueblo había quedado destruido y todos los de su familia muertos.
Así ya no estaban solas. Se tenían la una a la otra.
Se trataban con mucho respeto y se llamaban de usted.
Margarita cosía y Pilar hacía los recados. Era muy raro ver a Margarita por la calle, sólo cuando iba a hacer alguna visita o a tomar medidas a alguien que no pudiera ir a su casa.
Pilar era muy alta y Margarita muy bajita. Claro que cuando la conocí yo, ya estaba un poco encorvada por el peso de la edad. Como era tan poca cosa, necesitaba muy poco para comer: una sopita a medio día y una rodajita de melón para cenar.


Margarita hablaba sin atreverse a hacerlo, con una voz dulce como pidiendo disculpas. Pilar en cambio, tenía un tono eclesiástico como si la vida abnegada que llevaba le diera permiso a sermonear a todo el mundo. Algunas mujeres la temían, sobre todo si tenían faena por hacer, porque Pilar era muy generosa con su tiempo, no tenía prisa nunca. Podía pasarse la mañana entera de cháchara diciendo lo que estaba bien o lo que estaba mal o rezando el rosario contigo si consentías en ello. Cualquier hora era buena para salvar un alma ¡y había tantas por salvar!