HISTORIAS PARA CONTAR-6 CERRARON SUS OJOS Hace frío, una fina lluvia silenciosa acaricia las calles. Me pongo la gabardina y cojo el paraguas. El desosiego de la tristeza me inunda y necesito que la lluvia lave mi alma. Camino despacio, y miro a mi alrededor escuchando el silencio, y es ahí donde caigo, que me hablan los muertos... No quiero dejarme ni una sola calle, San Juan, San Pedro, Empedrada, Las Peñas, el Cerezo, camino del cementerio, plazoletas y plazas, callejones y cuestas..., por todas paseo, y caigo en la cuenta que en todas... me acompañan los muertos... Estoy con vosotros en el pensamiento, y me hacéis pensar, en el paso del tiempo por la cantidad de veces que he hecho, el camino desgarrador del cementerio. Formáis parte de mi vida, porque entre vosotros estáis, a los que la vida les debo. No me siento solo, llevo tras de mí una comitiva silenciosa y susurrante. En cada casa, en cada calle, tengo un recuerdo, y con tranquilidad medito, que es recuerdo tierno. Aquí mi vecina, tan aficionada al blanqueo, allí el guarnicionero, más allá, el practicante, seguido de los abuelos, padres y madres de amigos, familiares... y otro y otra y tantos, tantos, que si enumero... ganan en número sobre los vivos , los muertos. No se llevaron las casas, no se llevaron dinero...sí se llevaron consigo, heridas y sentimientos, y a la mente me viene, Bécquer, con sus versos: Cerraron sus ojos, que aún tenía abiertos; Taparon su cara con un blanco lienzo; Y unos sollozando, otros en silencio, De la triste alcoba todos se salieron. ... Despertaba el día y a su albor primero, Con sus mil ruidos despertaba el pueblo. Ante aquel contraste de vida y misterios, De luz y tinieblas, medité un momento: Dios mío, qué solos se quedan los muertos! ... ¿Vuelve el polvo, al polvo?¿Vuela el alma al cielo? ¿Todo es vil materia, podredumbre y cieno? ¡No sé: pero hay algo que explicar no puedo, que al par nos infunde repugnancia y duelo, al dejar tan tristes, tan solos, los muertos!... Sumido en esta nostalgia, y mirando al suelo, veo brotar tímidamente una pequeña planta, en la grieta del alquitrán, donde a su vez se percibe ya el amarillo de sus pétalos. Me saca de mi letargo y recibo el aviso que me transmite: la vida no deja de brotar, pese a los impedimentos, y los que se van dejan paso a otros que la han de vivir sin sentirse responsables por ello. Regreso a casa con paz y sosiego, despidiéndome con cariño de mis compañeros y de mis tristes pensamientos.
|