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Trebujena - Cadiz

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España > Cadiz > Trebujena
08-03-14 15:41 #11907474
Por:Juan Caro Aguilar

Heredia
Estoy haciendo un escrito sobre otro personaje español absolutamente singular, y el que no haya una novela escrita sobre él y su época se debe esencialmente a que somos andaluces.
Me refiero a Manuel Agustín Heredia, que era de un pueblo que hoy pertenece a La Rioja, que a los quince años llegó a Málaga a trabajar de dependiente en una tienda de Velez Málaga y murió siendo uno de los hombres más ricos de España, paro no porque tenía cortijos, sino porque fue uno de los artífices de la revolución industrial. Justo, tengo el primer capítulo. No, no hay ningún andaluz que se le pueda ni siquiera comparar. Dime si te interesa
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08-03-14 20:40 #11907838 -> 11907474
Por:A. Justo

RE: Heredia
Tus escritos siempre me interesan.

Dime que te ha parecido mi opinión sobre Nepomuceno.
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09-03-14 02:00 #11908130 -> 11907838
Por:Juan Caro Aguilar

RE: Heredia
Pues tu escrito en principio me ha hecho sertir halagado y luego me aparece muy acertado. Pero se le puede sacar más jugo aún. Nepomuceno, creyente o no, tiene un comportamiento de raiz cristiana, porque se ha criado en ese ambiente. Eso intento reflejarlo cuando recuerda el suceso del rico romano para el que los esclavos no eran personas y cuyo dolor le era indiferente. Está muy bien cuando diferencias el comportamiento de la sobrina del tío, ya que son dos visiones muy distintas de la realidad. Pero son la gente como el tío, adelantado a su época, las que hacen cambiar las cosas. Y si seguimos daría para mucho.
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HEREDIA borrador
Capitulo 1 Rabanera

"La pobre cosecha acrecentó el hambre en la comarca. Las ventas se resentían crudamente y las a débito crecían.
Aquel sábado entró en la cabaña donde debían siete reales hacía dos meses. La suciedad causaba un desagradable olor cuando aún faltaba para el verano. Unas manos hambrientas sostenían unos pocos maravedíes y al levantar la mirada sólo vio un angustiado rostro que delataba el desconocimiento de la sonrisa; era el rostro del hambre, el frío y el dolor. Agustín se detuvo, ¿para qué la ira?, ¿para qué la caridad?. En aquella tierra sólo crecía la miseria.
Una ola de viento frío levantó su capote cuando volvía a la tienda, y al golpearle en la mejilla recordó las palabras del buhonero de ropas sobre Málaga, donde "casi siempre es primavera". Sonaban las campanadas para la oración del Ángelus cuando la voz de ese otro yo que él sentía muy adentro le dijo " lárgate inmediatamente de aquí", repitiéndose cada vez con más fuerza. Al abrir la puerta la decisión estaba tomada, pero la fuerte voz de su razón impuso su criterio y borró lo de "inmediatamente". Tenía que elaborar un plan."
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10-03-14 07:43 #11909168 -> 11908130
Por:Juan Caro Aguilar

RE: Heredia
Agustín entró en la tienda donde trabajaba como dependiente
-¿Qué pasó con Inocencia?, preguntó el dueño.
- Que tiene hambre y no tiene dinero, como casi todo el mundo aquí
- Tampoco te podré pagar esta semana, como no sea que te lleves algunas legumbres
- Don Jesús, ¿Porqué esta miseria, porqué se tiene que ir la gente? Cuando veo las casas vacías, que son cada vez más, me digo que el pueblo es como una persona enferma que se va muriendo. Pascual, el de la taberna, la va a cerrar y quiere irse al Sur. “Por lo menos, allí no pasaré tanto frío”, me dijo.
- Cuando yo era chaval los campos estaban repletos de ovejas que nada más verlas daba como una alegría, y daban muchos jornales, figúrate que había un taller que con orgullo y un pelín de exageración llamábamos “La Fábrica”, que llegó a tener veintiocho jornaleros haciendo paños. Con la crisis de la ganadería todo esto desapareció. La Mesta, esa gran organización ganadera, perdió el favor real y cada vez llegaban más ordenanzas contraria a sus intereses. Los terrenos de propios, que pertenecían a los ayuntamientos y podían usar todo el mundo, y eran esenciales para la ganadería, fueron parcelados y utilizados para la agricultura. Esto no sería tan grave si el precio de los alimentos no creciera más que los salarios. Por lo visto la causa está que la población de las ciudades crece sin parar y, por tanto, la demanda de legumbres y trigo. Gracias a Dios y a nuestros reyes ya no hay tantas guerras como antiguamente.
- Don Jesús, yo también me voy. A Málaga. Cuando llegue el verano.

A la mañana siguiente, al ir a abrir la tienda las calles enfangadas le indicaban que había sido una noche lluviosa. El frío viento de Soria se había llevado las nubes. Casas vacías, casas sin vida; algunas, construidas con pobres materiales, el estar cerradas agravaba el deterioro, y ya se veían vigas que habían cedido anunciando un pronto derrumbe. Sólo vio una puerta de las cuadras abierta donde un hombre apañaba su burro para la dura tarea. “Buenos días”, le dijo, recibiendo como respuesta una amarga sonrisa de aquel rostro tallado y endurecido por los vientos fríos del largo invierno y por el sol
implacable en los cortos pero cálidos veranos. “Agustín huye de aquí tú que eres joven; esta es una tierra maldita como madre amargada y arisca, que te da un mendrugo después de larga porfía y con malos modos”.
Los niños, que iluminaban de alegría los pueblos con sus juegos por las calles, apenas se veían; sólo dos niñas con ropas heredadas y muchos rotos jugaban al tres en raya; más adelante, tres niños estaban sentados en el escalón de un portal, sus camisas gastadas de tantos lavados, sus “sietes “remendados y zapatos de suelas agujereadas. Los miró y le devolvieron una mirada triste con sus ojos hundidos y aspecto desnutrido. Derrotados ya por la vida cuando ni siquiera habían empezado a vivir.
Al abrir la tienda una mujer esperaba en la puerta. Sabía a qué venía. Una mirada implorante salía de un rostro esculpido por duros trabajos y privaciones,
- Favor Agustín, dame cualquier cosa para mi Pedro que tiene fiebres. Te juro por Santo Domingo que te lo pagaré.
¿Qué hacer, sabiendo que era verdad? Cogió una libra de garbanzos y otra de lentejas del salario en especie que recibió el día anterior y lo entregó a la pobre madre.
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11-03-14 08:24 #11910620 -> 11909168
Por:Juan Caro Aguilar

RE: Heredia
Y por fin llegó el verano. Esperó el momento de la maduración de las frutas y se despidió de sus hermanos, “vuelve pronto”, le dijo el menor y Agustín le respondió con una sonrisa acariciándole la cabeza. D. Jesús le dijo que le prestaba el burro, que si hacía algo de fortuna ya se lo pagaría, le dio veinte reales (“eso es lo que puedo”) y una carta de recomendación para unos familiares lejanos que habían puesto tienda en un pueblo cercano a Málaga.
Y dejó su pueblo una mañana aunque le doliese tanto. Al llegar al cerro desde el que ya desaparecería Rabaneda se detuvo a hacer una promesa: “Aunque tu recuerdo me aleje el sueño nunca volveré. Somos libres de inventarnos a nosotros mismos. Somos libres de ser lo que se nos ocurra ser. El destino es un espacio abierto y para llenarlo como se debe hay que pelear a brazo partido contra el quieto mundo de la muerte, la obediencia y las interesadas prohibiciones”. Sabía que la duda era un gran coladero de energías y una fuente de tensiones, y por eso cerraba definitivamente su pasado y creaba una brújula para el porvenir. Recordó una sentencia de un filósofo llamado Voltaire que su maestro le dijo, “España es un país del que sabemos tan poco como de las regiones más salvajes de África, pero no vale la pena conocerlo”. Para él sí valía la pena. Tenía quince años.
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12-03-14 08:38 #11928376 -> 11910620
Por:Juan Caro Aguilar

RE: Heredia
Durmiendo a la vera del camino tapado con su manta y como techo las estrellas, comprando pan en los pueblos y arrancando frutas si no había nadie, dos semanas después llegaba a un pueblo llamado Alfarnate. Debía ser fiesta, dada la animación que había en la calle; se acercó a un corro del que provenía una música y cantos extraños de los que no lograba entender una palabra. “Perdone, ¿qué cantos son estos señora?” “Verdiale pero, tú no ere der lugá con esos hablare tan fino”. “señora soy de muy lejos, del norte y voy a un pueblo que se llama Vélez Málaga, ¿sería tan amable de indicarme el mejor camino?” “Osú como habla er niño, ven acá pacá”, dijo cogiéndole la mano y sacándolo del corro, y señalando hacia el final de la calle añadió “En la mañana de mañana, porque ya es tarde pa meterse en ese peaso sierra, tu coge to palante que es cuesta y cuando termine la cuesta mu lejo se ve la mar y
sigue dejando a la zocata el boquete de Zafarraya y tropieza con un pueblo bastante feo que se llama Periana y sigue tó pabajo y camino ar má choca con Vélez. Y esta noche te queas a dormí en mi cuadra y te haré una porra porque ze vé que no come en condicione. Ez que hize la promesa ar Patrón de jacé una coza buena en su día por haber zarvao a mi Curro de una patá de la mula. Ar zalí ten cuidiao no te equivoque y te meta por otro camino que hay una crú mu fea, que va a Alfarnatejo, que allí no hay ná má que piojo” “Señora, muy agradecido por su hospitalidad, pero yo una porra no la necesito para nada”

Al terminar la cuesta a lo lejos vio el mar por primera vez. Era poco más de una línea azul, pero suficiente para imaginarlo como una especie de sin fin de caminos, sin sierras como aquella, que tanto dificultaba el transporte de mercancías. Y los barcos que había visto en las ilustraciones, que comparaba ventajosamente a las carretas, sin necesidad de animales de tiro, podían transportar muchísimas más arrobas. Al bajar vio algunos árboles frutales por primera vez.
-¡Manuela!, ven, una carta del primo Jesús.
-A ver, que están bien, y qué bien habla de ti, zagal, que eres muy trabajador, honrado, responsable, listo y con iniciativa para el comercio.
- Pues precisamente tuve que echar al dependiente hace poco porque era largo de manos, ¿Quieres trabajar aquí? Mucho no te podemos pagar porque el negocio va mal, pero techo y comida no te faltarán, añadió el dueño.
Aquella noche durmió en una cama decente después de semanas y mirando el techo del que pendían unos embutidos pensó que hasta ahora le había acompañado algo la suerte y un mucho su manera de ser. También había aprendido que una porra en Málaga es una exquisita comida de verano.

FINAL PRIMER CAPITULO. AHORA TU CRÍTICA
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